En el gobierno de una derecha dizque democrática, el neo fascismo ejerce presión sobre el primer mandatario. Sectores de la derecha tradicional también muestran desagrado con las acciones llevadas a cabo por Sebastián Piñera. ¿Quién manda a quién en ese palacio?
Arturo Alejandro Muñoz
Lentamente, con la misma insistencia de una gota de agua sobre la roca, sectores nacionalistas de ultraderecha han avanzado en influir de manera directa en algunas acciones del actual gobierno. También es claro que el presidente de la república hace ingentes esfuerzos por proteger su administración de las nieblas filo fascistas que la rodean, pero cada día –y con mayor fuerza- se observa en el oficialismo una división que obliga a reflexionar respecto de la verdadera ideología del primer mandatario.
¿Derechista tradicional, derechista duro, democristiano del sector de los antiguos ‘guatones’? ¿Cuál es su real tendencia política? Estas preguntas quizás nunca las habríamos realizado, permaneciendo en la errada certeza que Piñera es un derechista de tomo y lomo, si no hubiese existido el accionar de grupúsculos ultra nacionalistas –rayanos en el fascismo- que han impuesto sus términos en algunos temas de la agenda presidencial.
Las dualidades y bipolaridad de nuestro gobernante (en materias políticas) llaman la atención y permiten lucubrar respecto de su dificultad para dirigir los destinos del país. Habla y promete asuntos que en el mediano y corto plazo traduce en lo contrario. ¿Cuál es, entonces, el verdadero Sebastián Piñera? ¿El que promete según le dicta su yo interior, el que ejecuta según le obliga la realidad de su entorno político-empresarial, o el que ejecuta acciones presionado por escasas pero poderosas fuerzas extremistas de la derecha? Quiéranlo o no sus adherentes, ello es causa de divergencias y disensos en el oficialismo.
No se puede hablar de ‘casos aislados’; se trata ya de un continuo, como bien es dable asegurar de acuerdo a los ejemplos que se suscitan día a día. Por ello, todas las dudas anteriores se resumen en una sola pregunta: ¿quién gobierna, realmente, hoy día?
Pareciera que Piñera intenta dar señales en cuanto a lo que desea llevar adelante; pero, llegado el momento de la verdad, su accionar contradice sus dichos y se enemista con esos primeros deseos suyos. Cuesta, y bastante, aceptar la opinión de cibernautas que navegan en las redes sociales, quienes apuntan a ciertos rasgos de una enfermedad mental que podría estar afectando al presidente. Como ‘divertimento’ propio del cachondeo chileno a los políticos, pasa… pero, si se supone que se está hablando con seriedad, entonces el juicio comentado no resulta aceptable. ¿O realmente se encuentra enfermo? Uno comienza a confundirse, y no es para menos. Veamos algunos de esos casos que hemos mencionado como parte de cierta bipolaridad presidencial; o mejor aún, tratemos de determinar quién es el que manda en "la casa donde tanto se sufre", como calificaba Arturo Alessandri Palma al palacio de La Moneda.
Roberto Ampuero, ministro de Relaciones Exteriores, ha expresado con mucha fuerza el apoyo del gobierno a los venezolanos opositores al presidente Nicolás Maduro, a tal extremo que la actual administración, en ese actuar de ‘ordenar la casa’, privilegió ampliamente a los inmigrantes venidos del país llanero por sobre migrantes de otras nacionalidades (como la haitiana). Ese era un claro mensaje del presidente de la república respecto de sus "ideales", pero fue derribado con un misilazo clasista lanzado por adherentes al piñerismo que destacan por posiciones ultra nacionalistas y fundamentalmente conservadoras, como ocurrió con el grupo encabezado por Axel Kaiser, financiado por el empresario Nicolás Ibáñez a través de la Fundación Para el Progreso (FPP).
Gian de Baise, fanático derechista venezolano y violento opositor al gobierno de Nicolás Maduro, radicado en Chile por considerársele un "perseguido político", no ha escatimado esfuerzos –con amenazas variopintas además- para atacar en redes sociales a la ex presidenta Bachelet y a miembros de la Nueva Mayoría. Todo un semental de la política proto fascista, el cual quiso ingresar a una reunión del FPP en Santiago, pero allí el ‘cuiquerío nacionalista chilensis" le impidió el paso acusándolo de presentarse sólo "para aprovechar el cocktail". En La Moneda hubo soponcios varios, pero en los grupos nacionalistas sólo hubo aplausos, pues para ellos ‘bueno es el cilantro… pero no tanto’ como aceptar incorporaciones de pinganillas extranjeros carentes de poder económico.
Otra más de los nacionalistas: la municipalidad de Providencia –con su alcaldesa UDI Evelyn Mathei a cargo- realizó el festival de cine titulado "AMOUR", para (textual) "reconocer la diversidad como un espacio fundamental de una sociedad libre". El cineasta Sebastián Castillo presentó su obra "Insiders", pero el jefe del Departamento de Diversidad, decidió que esa obra no debería presentarse en el festival. De inmediato, quienes estaban realmente a cargo de la organización del certamen repudiaron el hecho y retiraron todas las películas que iban a ser exhibidas en ese festival. El Departamento de Diversidad de la municipalidad de Providencia está a cargo de un militante de EVOPOLI, grupo cercano a las ideas del ultra conservador y nacionalista José Antonio Kast.
Borrando con el codo aquello que había escrito con propia mano en lo relacionado con los temas de "mujer y equidad de género", echando por la borda lo declarado semanas antes (con ocasión de las "marea feminista" que copó calles y plazas a lo largo del país), Sebastián Piñera decidió presentar ante el Senado como nueva integrante de la Corte Suprema de Justicia a una acérrima defensora de la Constitución de 1980, la abogada Ángela Vivanco Martínez, quien ante el Tribunal Constitucional había alegado en contra de la despenalización del aborto en tres causales representando a los diputados de Chile Vamos. Es así que en abierta contradicción con lo que pontifica y relata, Piñera finalmente propondría para la Corte Suprema a una de las más prominentes defensoras de la objeción de conciencia institucional.
En la otra vereda del bloque oficialista encontramos a quienes muestran disconformidad con la acción del gobierno en estos primeros meses. El senador Francisco Chahuán tuvo su día de furia y reventó al Gobierno con críticas a su "incapacidad técnica" de empujar proyectos de ley y por una lenta instalación en regiones. "Tenemos problemas estructurales. Y el problema más profundo es que el Presidente no entiende lo que es un problema. No sabe lo que es un problema. Si el Presidente no sabe lo que es un problema, estamos todos mal... Yo les quiero contar que me aburrí", acusó. "Afortunadamente, y gracias a Dios, tuvimos una oposición que está tan desarticulada que aceptó y acogió los llamados a las mesas de trabajo para los grandes acuerdos nacionales", puntualizó.
Otros miembors de ese mismo grupo de desencantados militantes de la coalición oficialista "Chile Vamos", acusan a Piñera de ‘populismo’ por haber recogido la propuesta de los diputados del Frente Amplio (Boric y Jackson) para legislar una rebaja en la dieta parlamentaria.
Pero, a la vez, los megaempresarios que apuntalan al Presidente se encuentran henchidos de felicidad, pues de acuerdo al último estudio de riqueza global elaborado por The Boston Consulting Group (BGC), la riqueza privada en Chile creció 10% el año 2017 llegando a un total de US$538.000 millones de dólares (cifra que sin duda deberían agradecer al gobierno de Bachelet).
Según ese mismo estudio, en Chile son 161 las personas que tienen una riqueza que supera los cien millones de dólares, con un patrimonio global de US$103.000 millones de dólares, vale decir, casi el 20% de la riqueza total de nuestro país. Una impactante cifra que indica claramente que la extrema riqueza (de 161 personas nada más) es casi cinco veces más grande que la economía total de la nación. Una desigualdad que carcome a nuestra sociedad, sin duda alguna.
Es así, pues, que el actual primer mandatario se encuentra en medio de fuego cruzado; no todos los disparos provienen de la oposición (desarticulada y débil, como bien señaló el senador Chahuán), ya que principalmente quienes le disparan con mayor asiduidad y precisión son miembros de su propio bloque, haciéndole hablar por boca de ganso y obligándole a desdecirse de lo pontificado a través de acciones que muy pocos de sus propios electores deseaban ver realizadas.