Domingo, 10de febrero de 2019.- En su intervención del día viernes 8/2/2019 el Presidente Maduro expresó, de modo rotundo, que no permitirá “el show de la ayuda humanitaria” proveniente de Colombia, a la que se unirían próximamente cargamentos provenientes de Brasil y Puerto Rico, según diversas fuentes.
Las razones que esgrime Maduro son de dos tipos; una primera es que el país sufre sanciones financieras que le impiden contar con sus propios recursos para garantizar el abastecimiento del país (“Nos bloquean millones de dólares en el mundo”, señaló). Otra razón es que “el país no tiene ninguna crisis humanitaria”, a lo que se agrega que “En Venezuela no hay mendigos”, “no somos mendigos de nadie”.
En verdad, el Presidente Maduro está en lo cierto: no son motivaciones fundamentadas en la misericordia cristiana o en la compasión budista las que avalan la intención del gobierno de Colombia de entregar los contenedores de alimentos y medicinas colocados en la frontera de Venezuela con ese país. El cargamento procede por otra parte de los EEUU que, junto a Colombia, son los dos países principales auspiciadores de la estrategia de desestabilización y derrocamiento del gobierno venezolano en la actualidad, en violación abierta de la Carta de las Naciones Unidas.
Además de lo ya expuesto, la iniciativa colombo-estadounidense se realiza al margen de los procedimientos establecidos por la ONU para impulsar esa clase de trámites, ya que se trata de una acción unilateral de los dos socios ya señalados. En este sentido el secretario general de la ONU, ha sido tan explícito como diplomático, al decir que ese organismo sólo se relaciona, a esos efectos, con gobiernos reconocidos como tales por la Asamblea General. En otras palabras, el único ente autorizado para tramitar (o autorizar) el ingreso de ayuda humanitaria es el gobierno de Nicolás Maduro.
Tal como se señala en la página de Naciones Unidas (news.un.org/es/story/2019/01/1450322), en información del 31 de enero 2019: “El Secretario General (Guterres) ha respondido a la carta enviada por el presidente de la Asamblea Nacional (Juan Guaidó) solicitando a Naciones Unidas que aumente la ayuda humanitaria a Venezuela, que la ONU está lista para hacerlo, pero necesita el consentimiento y la colaboración del Gobierno. António Guterres subrayó que el reconocimiento de Gobiernos no es una función de la Secretaría general de la ONU, sino de los Estados miembros”.
Por otra parte, La nota de prensa agrega que” el Secretario General reiteró su disponibilidad para ayudar a encontrar una solución política a la crisis”, lo que en el lenguaje de Naciones Unidas quiere decir, sin injerencia ni parcialización de ningún tipo en la situación interna del país.
Como puede leerse, además, la información de la web de la ONU alude a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, no del país Venezuela, lo cual lo inhabilita para interponer solicitudes formales como la señalada por la ONU, ya que esta es un órgano integrado por Estados, no por Parlamentos Nacionales.
Ahora bien, en otro orden de ideas, si bien hay que estar de acuerdo en que la solicitud de “ayuda humanitaria” en Venezuela, por parte de la oposición política, además de carecer de fundamentación jurídica a la luz del derecho internacional, forma parte de una estrategia más amplia de un golpe de estado en proceso, es sin embargo público y notorio que, en la vida cotidiana de nuestro país, en lo que tiene que ver con la salud, se percibe un clara y persistente escasez de medicinas.
Un problema que cualquier ciudadano experimenta en carne propia, por vía de conocidos, vecinos o familiares, que afecta a enfermos y pacientes de todas las edades, de modo particular a las personas que sufren padecimientos crónicos, muchos de ellos polimedicados, lo que unido a la situación de hiperinflación que se vive (que hace que los fármacos, además de escasos, no sean accesibles a las mayorías), se traduce en un sufrimiento persistente e intolerable para cientos de miles de personas cuyas vidas corren peligro.
El gobierno del presidente Maduro tiene argumentos importantes, que conciernen al bloqueo financiero que padece el país, pero al mismo tiempo cuenta con la comprensión institucional de los organismos internacionales que reconocen su legitimidad, que aguardan una solicitud oficial para proporcionar colaboración en áreas como la salud, en la que ya existen experiencias de reciprocidad.
La defensa de la soberanía nacional no puede traducirse en un alejamiento del dolor de los sectores populares y aun de las clases medias en nombre de una forma de razonar que solo ve cifras, “masas”, allí donde también hay personas, seres humanos dolientes, más allá de las razones de Estado, por válidas que estas sean.
En nombre de las personas que han fallecido por esta situación y de las que pueden ser salvadas, que no cuentan con influencias para hacer gestiones que les permitan aliviar sus carencias, le pedimos al Presidente Maduro que haga lo imposible por hacerse cargo de esta situación. No vale la pena decir que se es de izquierda si no podemos también experimentar, al mismo tiempo que razones, misericordia y compasión.
César Henríquez Fernández
Febrero 2019