Proponemos un debate constructivo de la izquierda mundial sobre Cuba

El destino de Cuba, su futuro, concierne fundamentalmente a la sociedad cubana: el liderazgo político y social, sus trabajadores, agricultores, estudiantes, las comunidades vecinales, cooperativistas, los artistas e intelectuales, las corrientes feministas y de la sexo diversidad, los jóvenes y las personas de la tercera edad, trabajadores independientes y pequeños empresarios, sus religiosos. Es el país -qué duda cabe- el que tiene la palabra. Fuera de Cuba, sin embargo, cientos de millones de personas siguen con atención el curso de las cosas: Cuba nos emociona y nos preocupa. Podemos ayudar. Participar en el debate.

La derecha mundial (que dice defender la democracia, pero que siente un gran temor cuando en sus propios países los movimientos sociales irrumpen en las calles y las instituciones, para colocar la política al servicio de las grandes mayorías e impulsar una democracia sustantiva),solo quiere que Cuba vuelva al redil. Es claro que su idea de una democracia mínima (en manos de minorías plutocráticas y corporativas de todo orden, esclavas del guapetón de barrio que quiere someter al mundo), no le sirve a Cuba.

El propósito fundamental de la derecha mundial es cancelar la posibilidad de renovar el socialismo en la Isla. Fieles devotos de la religión del capitalismo (en particular de la versión neoliberal dominante en la actualidad, decididamente antisocial, represiva, cínica), esa derecha hace peso para que la esperanza de una transformación social profunda desaparezca del horizonte de los pueblos. Desestabiliza gobiernos ahí donde puede, en oportunidades apadrina el fraude electoral, incluso intenta en ocasiones impedir la toma de posesión de presidentes progresistas votados mayoritariamente, o sustituye la política por la judicialización de jefes de Estado para eyectarlos del poder a conveniencia. Se trata en suma de una derecha mundial con doble agenda que miente en grandes cantidades.

Para la izquierda mundial el panorama pinta de otra forma: queremos (más aún, debemos) debatir sobre Cuba, para contribuir a que la discusión en el hermano país pueda considerar diversos elementos que, en combinación con sus propias reflexiones, sirvan al propósito de robustecer la causa del movimiento popular en todas partes.

Pensamos en un debate internacional formulado con respeto, sin soberbia. Desligado de imposiciones, en el que la reiteración de nuestra solidaridad con el país (aún bajo el asedio de 60 años de asfixia económica) se conjugue con la reflexión crítica.

La defensa incondicional de la independencia y la soberanía de Cuba no está en discusión. En esa dirección, nos parece que es necesario incorporar al debate aspectos como la dinamización del sistema económico para elevar la productividad y permitir que el progreso técnico se traduzca en una mejora significativa de los ingresos de los trabajadores y del abastecimiento de las familias; la consideración de alternativas para generar nuevas exportaciones, fortalecer la moneda y conseguir un mejor aprovisionamiento de insumos y equipos provenientes del exterior, indispensables para impulsar una reindustrialización mediana del país. De la misma manera que el gran potencial que posee Cuba en el área científica podría servir de base para establecer alianzas con sectores de la industria farmacéutica estatal y privada en países como India, China, Rusia, o de desarrollo intermedio en Europa y Latinoamérica. En general sería importante evaluar el rol que puede tener el cooperativismo en la discusión sociopolítica sobre el futuro del país, más allá de ser considerado solo como un agente económico.

Un factor clave a discutir (sin el cual la diferencia entre capitalismo y socialismo se difumina), es el impulso decidido al empoderamiento de los trabajadores en las empresas del Estado y en el sistema social en general, lo que probablemente exigiría un desarrollo progresivo pero firme y real. Lo mismo podemos decir del papel protagónico de las comunidades urbanas y rurales en la orientación y control de los territorios y de la gestión local, una materia en la que existen muchas experiencias positivas en diversos países, llevadas adelante por gobiernos municipales y alcaldías progresistas que podrían proporcionar apoyo técnico, y servir de base para establecer acuerdos de cooperación.

Un asunto importante es la forma de conjugar las libertades individuales con las libertades sociales. Se trata de un tema en el que los países del denominado socialismo real no aportaron prácticamente nada, básicamente-seamos sinceros- porque no le dieron importancia alguna. Bajo el capitalismo ocurre algo similar: las dos esferas se hallan separadas; en algunos países capitalistas desarrollados es cierto que los ciudadanos cuentan efectivamente con derechos en ese sentido a nivel personal, pero solo en la misma medida que su poder social es prácticamente inexistente. ¿Cómo hacer para reunir ambas esferas? Se trata de un punto difícil, es indudable; dada sin embargo su importancia creemos que deba estar en la agenda, tanto del liderazgo cubano como de las personas y las organizaciones sociales del país. Mismas, estas últimas, a las que les correspondería ejercer un coprotagonismo importante en esa dirección. El tema a debatir podría conceptualizarse así: ¿puede el socialismo reunir la libertad y la igualdad como ningún sistema conocido hasta ahora lo ha logrado?

Los distintos temas señalados -entre otros por supuesto que la nación cubana decida soberanamente considerar- parecen exigir un debate preliminar, antes de su operacionalización o inclusión en una agenda de trabajo pública, en los términos y los plazos que en el país se establezcan. Sabemos -es visible además ante los ojos de cualquier persona honesta en cualquier parte del mundo- que el cerco económico del imperio estadounidense es implacable: sabotea abiertamente el presente de Cuba y quiere dejarla sin futuro. Es nuestro deber impedirlo. Desde todos los continentes y países, especialmente en aquellos en los que la izquierda tiene presencia política, inserción social, e influencia cultural e intelectual, nos corresponde ser solidarios con Cuba, trabajar con su dirigencia, acudir adonde se nos llame, comunicar nuestras ideas y también las dudas que tenemos, incluso acerca de las propuestas que podemos hacer.

Conformemos equipos de reflexión, nacionales e internacionales; utilicemos los medios que la tecnología proporciona para debatir cuando sea necesario. Seamos amplios. Sin los ánimos del sabelotodo que conoce de antemano todas las respuestas antes de empezar la discusión, asumamos el desafío de encarar un debate relevante e inclusivo.

Iniciativa por una democracia profunda, real y sustantiva

(Cooperativa Política)

porlademocraciarealysustantiva@gmail.com

 



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César Henríquez Fernández


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