Deportaciones Infamantes
Freddy Gutiérrez Trejo
Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Relator Especial para Trabajadores Migrantes 2004-2007
El 20 de enero de 2025 el Sr. Donald Trump asumió la presidencia de la República de los Estados Unidos de América y de inmediato, comenzó a adoptar medidas arancelarias extravagantes, resoluciones ilegales asociadas a la ciudadanía, y anuncios que concitaron la atención del mundo.
Entre tales pronunciamientos destacan la búsqueda de anexión de Canadá como una nueva provincia, la probable ocupación de espacios en México, la colonización de la franja de Gaza y el desplazamiento forzado de la población Palestina, la compra de Groenlandia al Reino de Dinamarca, la ocupación del Canal de Panamá, y una de las que causó más asombro por el impacto inmediato en la sociedad y en las personas que la integran: la deportación de millones de migrantes.
En esta última decisión del presidente Trump subyacen una xenofobia inaceptable, racismo, discriminación, petulancia étnica y otros vicios que intenta barnizar con la defensa de la “identidad nacional” Make America Great Again (MAGA), entendida como una esencia inmutable y no como una variable inmersa en la historia y sus avatares.
Además, invoca su responsabilidad de deslastrar a su territorio de criminales. Con este calificativo envuelve a todos quienes no son como él, desde la monja de un convento de Carmelitas descalzas hasta quienes realizan trabajo decente en los campos o en las ciudades ¡Inaudito!
Nadie critica que persiga a quienes han cometido delito en el país de procedencia o en el país de destino. ¿Cuántos no han escogido el territorio que administra Trump como guarida para esconder las fortunas monumentales que han acumulado mediante robos a los patrimonios públicos de sus lugares de origen, o han lavado dinero comprando mansiones, joyas, naves y aeronaves y otros bienes, en el país que han escogido como su escondite? A estos malvivientes puede aplicársele leyes nacionales o la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
A esos mismos que han hecho fortuna mediante desfalcos, homicidios y delitos de Lesa Humanidad, se les asocia, además, con el tráfico de estupefacientes. Está de moda hablar de la Cocaína o el Fentanilo. Se entiende. Nadie en su sano juicio condenará a la administración de USA por el seguimiento y captura de los capos que manejan los carteles conocidos en todo el continente, por la elaboración y comercialización a gran escala de sustancias perjudiciales para la vida humana, por supuesto, dentro de las normas que informan el Debido Proceso. A, estos seres les calza el título de criminales.
A quien no se le puede calificar como delincuente o como criminal de ningún modo, es a un joven o adulto trabajador de la construcción, electricista, fontanero, gastrónomo, mensajero o agricultor, artista, picapedrero, científico, transportista, o maestro, o a quien, en otras profesiones u oficios, trabaja lícitamente y que aún no ha tenido documentos que lo acrediten como residente o ciudadano, o con un estatus de protección temporal (TPS) u otra fórmula alternativa.
Va a contracorriente del sentido común, de la inteligencia natural y de los derechos civiles y políticos consagrados en la evolución civilizatoria, adoptar medidas infamantes y escarnecedoras contra la gente decente. Resulta cruel e injusto colocar a personas de esta condición, a vivir bajo el terror de ser privado de la libertad, encadenado, separado de padres e hijos y familia, y tratado como un paria. Insisto, no se trata de delincuentes, ellos son los migrantes.
La voz migrante viene del latín migrare que se traduce como movimiento, el acto de ir de un lado a otro. Salir de un espacio que asfixia y que no presenta las condiciones necesarias para desarrollar la existencia, en consecuencia, se manifiesta la decisión de marchar mediante las vías que pueda, incluso las más peligrosas e inhóspitas, a otro espacio que le ofrezca oxígeno, tierra, aire, y conseguir una atmósfera que le permita realizar la vida y la de sus seres más cercanos. El movimiento, en tal sentido, es inherente a la condición humana.
Vale resaltar que los Estados Unidos de América es estado signatario de la Declaración Americana de 1948, la cual establece la adhesión de lo planteado en la exposición que la fundamenta:
CONSIDERANDO
“Que, en repetidas ocasiones, los Estados americanos han reconocido que los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen como fundamento los atributos de la persona humana;
Que la protección internacional de los derechos del hombre debe ser guía principalísima del derecho americano en evolución; “
No cabe duda que la Orden Ejecutiva que dispone la expulsión de los migrantes colide con el compromiso libremente asumido por los Estados Unidos de América, y debe ser dejada sin efecto, por lo menos, en cuanto concierne a los nacidos en esta América extensa con las características particulares que perfilan la migración a la que se han visto obligados para sobrevivir.
La decisión de 9 millones de venezolanos de salir de su país de arraigo, las travesías diversas que han cumplido y sus estancias en los espacios de destino, sólo puede calificarse como heroica.
Venezuela, donde hubieran querido quedarse y realizar su vida es un infierno dantesco en el que, sin haberse declarado una guerra de alta intensidad o una catástrofe natural, se padecen las mismas condiciones que pesan sobre los hombros de quienes han estado expuestos a esas calamidades.
“Pero entre viajar y emigrar existe un pozo insondable…lo empujaba, sobre todo, una determinación más poderosa que la pertenencia o el desarraigo, la familia o los amigos: el deseo de vivir sin miedo”
Como Polvo en el Viento Leonardo Padura. P. 216
La tragedia venezolana es bastante conocida dentro y fuera del país. La última encuesta que conozco de ENCOVI da cuenta de que la pobreza está situada en el 90% de la población, también se nos informa que nueve de cada diez venezolanos tienen una atención hospitalaria pésima y que las medicinas tienen precios tan altos, que es imposible sean compradas por un venezolano común.
Vale resaltar la investigación que hizo el portal Prodavinci en materia de Seguridad Social. Un maestro venezolano que se retiró hace 20 años contaba con un acumulado equivalente a 116.795,52 dólares para los siguientes veinticinco años. Hoy recibiría solo 320,57 dólares. Una pensión era equivalente a 311 dólares. Ya para septiembre de 2020 eran 0,94 dólares. Apenas podía comprar un cartón de huevos. En este 2025 ni siquiera alcanza para eso. Una depauperación tan agresiva que hace pensar en fantasías suicidas o una huida sin destino cierto a quien la sufre.
Con la alimentación ocurre otro tanto. Acceder a productos cárnicos, huevos, granos, leche u otros bienes de la canasta básica es prácticamente imposible para las mayorías. Frente a esta realidad, se distribuyen miles de cajas CLAP con alimentos empacados y mayoritariamente importados de muy baja calidad. Cuestión que impacta la lactancia materna, la nutrición infantil, el número de comidas diarias y otras tesituras semejantes.
La situación descrita está acoplada al salario, el cual es de los más bajos del planeta. Naciones Unidas reveló que el 83% de la población estaba en pobreza y el 53% de esa población en estado de pobreza extrema con ingresos insuficientes para alimentarse. De hecho, hasta un profesor universitario gana tres dólares mensuales más algunos bonos que caprichosamente entrega el gobierno. Bajo estas circunstancias el venezolano no vive, sobrevive e intenta escapar para que no naufrague su embarcación familiar.
Embarcarse se traduce en lanzarse al mar en cualquier lanchón o peñero para intentar llegar a Aruba, Bonaire, Curazao, Trinidad u otra isla que los acoja. Muchos han muerto en la travesía. Se traduce en subir al páramo de Berlín en Colombia para alcanzar cualquier caserío donde se les ofrezca techo, trabajo y comida caliente. Muchas almas se han quedado en el intento. Se manifiesta en continuar hacia Ecuador, Bolivia, Perú, o Chile para alcanzar el pan.
Lo que no informan los medios bajo riguroso control oficial, es que bastantes han muerto con su morral al hombro y solos en Cochabamba, o en el desierto de Atacama. El régimen venezolano no ofrece estadísticas de estas calamidades porque lo desprestigiarían más de lo que ya está. Hace silencio o culpa a bloqueos, sanciones, o al disparate más traído de los cabellos que se le viene a la mente.
También es verdad que muchos han llegado al destino previsto, han sido recibidos con respeto y desarrollan su trabajo, pero otros han sufrido el desempleo, la xenofobia y, a pesar de estar realizando lícitamente sus faenas, han sido calificados de criminales.
“El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión. Esta cuestión no es menor: un auténtico estado de derecho se verifica precisamente en el trato digno que merecen todas las personas, y en especial los más pobres y marginados”
Carta del Papa Francisco a los Obispos de los Estados Unidos de América. Feb-10-2025
Por los días que corren, la Administración Trump en USA desató una campaña feroz contra los indocumentados que se encuentran en el territorio que transitoriamente administra, los declaró invasores del territorio, invocando leyes que se aplicaron en tiempos de guerra durante los siglos que van del XVIII al XX, y está ejecutando una acción infame de deportación al país de procedencia del que han huido por las condiciones descritas antes o, reitero, por persecución política.
Ha olvidado los compromisos asumidos por USA y el marco en el que se desenvuelve su país en la comunidad de Naciones. Precisamente la Declaración Americana, antes citada, en su artículo XXVII establece:
“Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de persecución que no sea motivada por delitos de derecho común …”
Precisamente, la guerra desatada por el consorcio que administra el estado venezolano contra la sociedad, empuja a los contingentes humanos que la conforman, a salir del territorio donde han desarrollado la existencia hacia otros espacios; uno de los destinos de los venezolanos ha sido Estados Unidos de América.
Este país, aun cuando no ha ratificado la Convención Americana o Pacto de San José de 1969, tiene presencia beligerante en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que tiene su sede en Washington DC. Esta circunstancia es sólida para que USA adhiera los valores y principios que fundamentan los Derechos Humanos, pero las razones principales están ligadas al reconocimiento del movimiento como propio de la naturaleza humana, a ser estado parte de la Declaración Americana, y por los valores y principios que guían los pactos internacionales. Entonces, está obligado a la observancia de su normativa.
En tal sentido vale resaltar consecutivamente los numerales 7, 8 y 9, dispuestos en la convención en su artículo 22 referido al Derecho de Circulación y de Residencia:
“Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con la legislación de cada Estado y los convenios internacionales. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación a causa de raza, nacionalidad, religión condición social o de sus opiniones políticas.” “Es prohibida la expulsión colectiva de extranjeros.”
Sobre la base de la argumentación jurídica y política que antecede, se puede válidamente calificar como ilícitas las órdenes ejecutivas sobre la materia que ha adoptado el presidente Trump. La ejecución de esas órdenes y el modo como se han llevado a cabo constituyen en el lenguaje jurídico sajón, actos criminales. En cambio, los migrantes no pueden, salvo excepciones, ser calificados como criminales o delincuentes.
Los derechos de los trabajadores migrantes a no ser discriminados y ser tratados igual a los nacionales, están consagrados en los Convenios 97 y 143 de la Organización Internacional del Trabajo, los cuales establecen normas fundamentales que deben ser observadas por los estados que los hubieren ratificado y, así mismo “en aquellos que cuand auno no hayan ratificado los convenios aludidos, tienen el compromiso que se deriva de su mera pertenencia a la Organización” como bien se lee en el documento del 2004: En Busca de un Compromiso equitativo para los Trabajadores Migrantes.
Conviene destacar que ambos convenios fueron ratificados por Venezuela el 09 de junio de 1963 y, por tanto, es absolutamente incomprensible, ilegal e infamante que el régimen que administra el estado acuerde unas expulsiones escarnecedoras que contravienen la Constitución Nacional y el principio general de derecho internacional, Pacta Sunt Servanda: Los Acuerdos se cumplen y se cumplen de buena fe.
No escapa a las consideraciones que hemos hecho, la decisión de no renovar el estatus temporal de protección, (TPS) y otros medios alternativos que venían amparando a los migrantes. Tampoco omito los acuerdos formales o informales entre gobiernos de países de origen y de destino, que han terminado escarneciendo la condición del extranjero; se trata de pactos diabólicos que recaen sobre los hombros de los trabajadores migrantes y la inteligencia humana.
Para poner en evidencia el exabrupto jurídico planteado y el carácter decimonónico de las reglas adoptadas y la ejecución arrolladora de toda convivencia humana, los migrantes están siendo retornados al país de origen donde no han cesado las causas del éxodo ni la represión política sufrida. Para peor, por la ausencia de evaluación de los casos, se están practicando expulsiones cuyo destino es la base militar de Guantánamo, donde las condiciones de reclusión han sido repudiadas en el pasado por las organizaciones de Derechos Humanos y las mentes lúcidas del planeta.
Las notas que anteceden no están escritas como un ejercicio intelectual que busca aprobación o desaprobación. Emergen de un espíritu sublevado por las redadas o razzias que se están llevando a cabo indiscriminadamente contra extranjeros que buscan trabajo digno, ingreso decoroso, alimentación sana, salud, y educación para sus hijos, entre otros fines que virtuosamente se procuran.
Para los venezolanos la situación es aún más difícil: Pánico por las calamidades en su país de origen, pánico por las travesías que les toca explorar, pánico por el terror de persecuciones injustificadas en el país de destino, y pavor por un retorno no deseado.
Sin embargo, esas razzias brutales, indiscriminadas, atrasadas y anti históricas, no se pueden sostener por mucho tiempo, y al final terminan acabando con sus patrocinadores y ejecutores. Hoy más que nunca hace falta invocar la democracia y el estado de derecho como valores humanos que tienen que desplegar toda su eficacia, y, en consecuencia, desterrar las acciones que impiden a la comunidad humana alcanzar grados altos de civilización, realizadores del hombre y la sociedad.
Planteadas, así las cosas, toca alinear fuerzas aun disímiles, que dirijan su acción política a frenar las administraciones autoritarias y tiránicas que se empeñen en imponer sus dogmas sin considerar los criterios de los demás, y que están determinadas a desarticular la justicia como valor. Con la misma firmeza, corresponde a las tendencias humanistas, hacer valer los atributos esenciales de la comunidad humana, y encaminarse al objetivo de marchar con la decisión irreversible de alcanzar grados de convivencia en los que prevalezcan la justicia, la libertad y la vida.