"Para mantener el Estado se debe tener un ejército propio, el consenso del pueblo y virtud en el príncipe."
Nicolás Maquiavelo
Tal y como lo hemos manifestado en anteriores ocasiones, la apertura de los cauces para superar la compleja situación estructural que vive la República reside en el dialogo y la negociación entre los actores políticos, sociales, económicos y militares.
Venezuela sufre una controversial crisis, cuyo origen reside en un cúmulo de desaciertos en materia económica y social de parte del gobierno, las sanciones económicas aplicadas al país desde algunas de las grandes potencias, muy especialmente las que tienen que ver directamente con la industria petrolera y minera y de otros impedimentos, que aunque se niegue, afectan insumos vitales para la población como por ejemplo los medicamentos, equipos y repuestos de vital importancia para la atención a la salud.
La sociedad entera, o por lo menos en su inmensa mayoría es partidaria de la sensatez, antes que de acelerar la turbulencia. Gran daño ocasiona a la exploración de vías que allanen el camino al entendimiento la descalificación a priori en contra de los que en sus opiniones abiertas apuestan a que gobierno y oposición logren una plataforma mínima de entendimiento que abra las compuertas para una negociación, en la que el punto esencial sea superar la grave situación económica que en primerísimo lugar está golpeando directamente a la población.
Recientemente vi por las redes la aseveración de una dirigente opositora señalando que "no se negocia con delincuentes". Ojalá que los conflictos políticos escenificados en la historia universal y que conllevaron a diálogos y negociaciones para superar las crisis hubieran tenido como interlocutores a gente exquisita, impoluta, de nuestra simpatía y afecto. La inmensa mayoría de los acuerdos cristalizados estuvieron convenidos entre "enemigos", luego de muertes (muchas inocentes), pérdidas materiales y los impactos emocionales para quienes sobrevivieron. Las negociaciones no pueden concebirse con un espíritu de exterminio, (solo si al momento de la negociación uno de los actores llega prácticamente exterminado), salvo la experiencia en la Primera Guerra mundial con Alemania, la cual solo recibió como parte de la negociación en el Tratado de Versalles en 1919, un diktak (conjunto de medidas impuestas tales como desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos). Hay que tener presente que no hay peor error que pre condicionar la autoliquidación de un adversario que no está derrotado.
Ahora bien, son variados los condicionantes esbozados para acceder al dialogo y a la negociación: cese a la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres; levantamiento de todas las sanciones internacionales; libertad para los presos políticos, levantamiento del desacato a la Asamblea Nacional, cambio de CNE, etc.. Desde el punto de vista de los actores políticos de ambos bandos, las peticiones son válidas, sin embargo se dan lecturas en la sociedad que la mayoría de los actores no alcanzan a descifrar y se trata de un pueblo, el más golpeado por la crisis, que ve casi con indiferencia la extremada polarización que vive el país, que ve estéril e improductivo para sus intereses el enfrentamiento entre gobierno y oposición, que anhela cambios urgentes, respuestas concretas para superar la difícil situación porque transita su núcleo familiar.
La economía es lo fundamental, las políticas económicas se instrumentan bajo el mayor consenso posible para que una nación funcione con relativa normalidad y estabilidad, son muchos los problemas tanto del Estado como de la sociedad que dependen del buen funcionamiento de la economía. Pero además, la paz como principio abstracto de la convivencia humana necesita de un terreno fértil para su florecimiento y vigencia. Hasta ahora los presagios nos llevan a pensar que los caminos por donde transitamos nos llevan a la selva, donde cada quién busca la manera de sobrevivir a costa de los demás, llevándose por delante cualquier vestigio de moral individual y colectiva.
Se necesita de un pueblo motivado, interesado, entusiasta a favor de las negociaciones entre los actores políticos venezolanos, y eso solo se logra demostrando capacidad para dejar atrás intereses subalternos y entender en definitiva que es responsabilidad de la clase política, de actores oficialistas y opositores superar este difícil momento; que el pueblo confíe en esos actores. Que sienta que todo esfuerzo que se hace busca recuperar la felicidad, la esperanza y la unidad que llevan tiempo extraviadas. En consecuencia, la primera propuesta en la mesa de negociaciones debe ser la de la recuperación y desarrollo de la economía productiva, la de una alianza estratégica entre el Estado, el sector privado y los trabajadores. Todo en función de recobrar la producción petrolera, un aumento y sostenimiento de la capacidad real de compra del salario. El freno a la hiperinflación generando condiciones para que el Estado haga productivas sus propias empresas, incluyendo las denominadas industrias básicas. Es decir, el saneamiento de la economía, a través de un proceso continuo y consensuado. A partir de ahí seguiría el tema de la habilitación de la AN, el levantamiento progresivo de las sanciones internacionales, el tema de la libertad de los presos políticos, la creación de condiciones para la convocatoria de elecciones generales (sin colocar como absurdo punto de honor que el Presidente Maduro siga en Miraflores mientras se llevan a cabo los comicios) y las demás a que tenga lugar.
El TIAR y el Diálogo en Barbados.
Por otra parte, creer y hacerle ver a un sector de la población que la solicitud ante la OEA, de la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca ((TIAR) es la solución a la crisis venezolana es un absurdo por parte de quienes lo proponen, sólo viene a generar expectativas que luego se convierten en frustraciones, el TIAR de poco o nada sirvió para estimular una fuerza multinacional en favor de Argentina cuando la guerra de las Malvinas, pues el gobierno de los EE.UU. direccionó su solidaridad hacia el Reino Unido. Menos aún serviría para dar respuesta a un enfrentamiento entre factores internos en Venezuela.
Apostamos al éxito en las mesas de dialogo en Barbados, priorizando el tema económico, de vital importancia para el pueblo venezolano.
Señaló en una ocasión Edgar Burke, el denominado padre del liberalismo conservador británico lo siguiente: "Toda clase de gobiernos - y, en realidad, cualquier provecho y satisfacción, cualquier virtud y acción prudente - está basada sobre compromisos y pactos".
Especial para Aporrea