Una posible invasión jamás se producirá porque el gobierno llanero es de izquierda, o porque tiene relaciones comerciales y políticas con Cuba y China. Petróleo, gas natural, oro, hierro, bauxita, coltán, son las causales del deseo de los neoliberales por tomar en sus manos esos recursos.
Arturo Alejandro Muñoz
Si usted, amable lector, tiene edad suficiente para recordar con aguda certeza lo que pensaba y expresaba el mundillo político chileno en los 60, cuando el planeta era disputado a brazo partido por capitalistas y socialistas -teniendo a Cuba cual botón de muestra-, seguramente concordará con el autor de estas líneas en cuanto a que –en esos años- el amplio espectro de la izquierda (incluyendo a una parte del socialcristianismo) defendía al gobierno de Fidel casi sin ambages.
Algo similar ocurrió años más tarde con la revolución sandinista en Nicaragua (1979). Y luego, al año siguiente, con la salvadoreña, especialmente a partir del cobarde asesinato del obispo Óscar Arnulfo Romero cometido por paramilitares ultraderechistas bajo las órdenes de Roberto d’Aubuisson, fundador y presidente del partido Alianza Republicana Nacionalista.
Dicho sea de paso que, excluyendo a Cuba, la derecha chilena no reclamaba ni pontificaba respecto de las revoluciones que se desarrollaban en Centroamérica. Le costaba mucho a las tiendas partidistas conservadoras emitir juicios favorables a dictadores como Somoza y a asesinos como d’Abuisson, atendiendo además que los Estados Unidos no mostraban -en un comienzo- la fiereza que desataban contra la isla, donde la ayuda y presencia soviética eran una constante.
Pero, hoy, las tiendas partidistas de la centroizquierda chilena -que formaron parte de la Concertación y Nueva Mayoría-, se esmeran en lanzar violentas críticas contra el gobierno socialista venezolano, llegando en algunos casos a proferir sandeces que se derrumban a la primera pregunta.
La más que cuestionable forma de gobernar mostrada por Nicolás Maduro y la pésima situación económica que vive Venezuela, constituyen una verdad indesmentible, negarlo significaría hacer el ridículo, pero llama la atención que políticos chilenos, con enorme kilometraje en el oficio, soslayen de manera tan burda los orígenes y causas principales de la crisis que sobrelleva el país llanero.
Esos mismos ‘hombres públicos’ –tanto de derecha como de centroizquierda- son conscientes que a los gobiernos de Chávez y Maduro se les ha aplicado la misma ‘receta’ criminal y sediciosa que se usó contra la administración del doctor Salvador Allende. Sin embargo, en el caso venezolano, pareciera que ellos estarían incluso de acuerdo en una invasión armada estadounidense para instalar allí el sistema neoliberal salvaje que impetra, en primerísimo lugar, la entrega de todos los recursos naturales a manos de megaempresas y consorcios transnacionales. Es decir, replicar en Venezuela lo mismo que realizaron por estos lados los Chicago Boys y la dictadura cívico-militar, bayonetas mediante.
Muchos parlamentarios de la Nueva Mayoría y de Chile Vamos concurrieron como ’observadores’ a las elecciones presidenciales de Venezuela. Antes de subir al avión lenguajeaban respecto del "posible fraude" que descubrirían y agregaban otras opiniones tan duras como aquella. Sin embargo, al regreso desde Caracas, terminada la elección, volvían a sus curules en el Congreso sin decir una sola palabra. No tenían datos ni argumento alguno respecto al "fraude" que aseguraron poder encontrar. En ese silencio se mantenían durante un par de meses (para que la gente no les recordara sus audaces premoniciones), y volvían de nuevo a la carga contra el gobierno venezolano.
La pregunta es ¿por qué específicamente se pretende una invasión armada a Venezuela? Los interesados en que ella se produzca bandera el informe ONU entregado por Michelle Bachelet, el cual marca una coyuntura considerada bisagra política dado el inexplicable cambio de visión exteriorizado oficialmente por la ex mandataria chilena. ¿En la ONU le ayudaron a redactar el informe? ¿O fue en Washington? Es la duda que sostienen algunos comentaristas internacionales.
La respuesta a tal duda es más simple de lo que se cree. Una posible invasión jamás se producirá porque el gobierno llanero es de izquierda, o porque tiene relaciones comerciales y políticas con Cuba y China, o porque Nicolás Maduro actúe a veces cual pequeño dictador caribeño. Petróleo, gas natural, oro, hierro, bauxita, coltán, son las causales del deseo de los neoliberales por tomar en sus manos esos recursos.
En la página web http//elpaís.com, se informa lo siguiente: <
A nuestros eméritos dirigentes políticos y empresariales poco interesa que un país tenga tal o cual sistema de gobierno; sólo les importa acceder a las ganancias desglosadas de sus productos, sean naturales o manufacturados, directamente o mediante participación colateral, como ocurre con China comunista e incluso con Vietnam y Arabia Saudita, naciones regidas por inequívocas dictaduras.
Con Venezuela no lo han podido hacer. Allí todavía los principales recursos naturales están en manos del estado, para bien o para mal. El temor de los neoliberales radica en que ese país, en un futro mediato, pueda lograr superar la crisis y enfilar hacia el mismo camino que ha recorrido –con evidente éxito económico y social- el gobierno de Evo Morales en Bolivia.
La posibilidad de un desarrollo armonioso y con justicia social, alejado del neoliberalismo y sin la presencia de consorcios transnacionales predadores, aterra especialmente a los dirigentes de nuestra inefable centroizquierda, pues podría demostrarse cuán inútil y dolorosa fue para sus propios electores –y para los chilenos en su totalidad- esa reconversión a la religión neoliberal realizada mediante traiciones, entreguismos y afiliaciones a la corrupción. Para centroizquierdistas como aquellos que mandan en el PPD, en el PRSD e incluso en el PS, Venezuela y Bolivia son un ‘mal ejemplo’ que les podría dejar como mentirosos y traidores sin apelación posible. Por ello (y por intereses económicos personales en su calidad de mayordomos del sistema neoliberal), llegan a jugarse el pellejo en contra de los gobiernos mencionados.
El año 2014, en un artículo respecto de este mismo tema, escribí:
<< Hace algunos años, la extrema derecha venezolana juntó a los ex presidentes de los gobiernos de España, Brasil y Chile (Felipe González, Fernando Henrique Cardoso y Ricardo Lagos) a objeto que "narraran" sus experiencias presidenciales, lo cual realizaron ante empresarios y representantes de las cúpulas económicas pertenecientes a la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), opositora en ese entonces del Presidente Chávez y hoy adversaria feroz del presidente Nicolás Maduro. Allí, los ex presidentes soltaron amarras y se mostraron impúdicamente en su desnudez neoliberal y pro norteamericana.
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Entonces, respecto de lo mencionado en estas extensas líneas, una posible invasión a Venezuela jamás tendría razones ideológicas ni de defensa de la democracia o de la justicia social. Las razones para esa posible invasión –o asfixia definitiva del gobierno socialista bolivariano- se reducen a una sola respuesta: la apropiación absoluta de los recursos naturales del país de Bello por parte de consorcios y megaempresas transnacionales conformadas preferentemente por capitales estadounidenses, ingleses, canadienses e israelitas, en los que también participan siete u ocho de las familias más ricas de nuestro país, aquellas que mantienen bajo su control a la mayoría de los parlamentarios y dirigentes de tiendas partidistas de la ex Concertación y ex Nueva Mayoría; amén, por cierto, de sus empleados que dirigen los partidos integrantes del bloque Chile Vamos.
Ahí está la ‘madre del cordero’ en esta historia. Lo demás es paisaje.