Los intereses que le dieron soporte aún continúan vigentes

Cuidado con la muerte de Pinochet

El pasado domingo 10 de diciembre, los latinoamericanos y el mundo en general recibimos la noticia de que el General Augusto Pinochet, conocido por dirigir una de las más férreas dictaduras latinoamericanas durante diecisiete años (1973-1990), había fallecido. Ello supuso una explosión de júbilo en muchos sectores, tanto de la sociedad chilena como de la sociedad latinoamericana y, a la vez, debemos decirlo, hubo también expresiones de dolor y tristeza por parte de adeptos a la corriente pinochetista.

Pinochet generó durante su vida, y con seguridad lo hará luego de su muerte, grandes controversias acerca de lo que significó su gestión de gobierno. En primer lugar, el cuestionamiento precisamente al origen de dicho gobierno, a saber un cruento golpe de Estado contra uno de los más democráticos presidentes de América Latina, Salvador Allende.

En segundo lugar, las innumerables denuncias de desapariciones y en general violaciones de las libertades fundamentales del pueblo chileno y la concertación con otros dictadores latinoamericanos de la Doctrina de la Seguridad Nacional bajo la vertiente de la “Operación Cóndor” para perseguir, asesinar e intercambiar información y prisioneros acusados de comunistas de un país a otro.

Sobre esta base parecerían comprensibles las reacciones de miles de personas que de manera directa o indirecta fueron afectadas por esta brutal y desmedida práctica del ejercicio de la fuerza y la violencia contra la población. Sin embargo, hagamos esta pregunta: ¿Se ha acabado con la muerte de Pinochet todo lo que él representaba?

Resulta fundamental precisar que Pinochet representaba la figura visible de un pensamiento anti popular y pro capitalista. De hecho, muchos atribuyen a Pinochet, haber sido el artífice del "milagro económico chileno" y es que, en efecto, la inaplicabilidad del modelo económico neoliberal ha obedecido en gran medida a que los pueblos han tenido la posibilidad de manifestar por las vías pacíficas y/o violentas, contra este tipo de medidas. Recordemos por ejemplo, el origen del Caracazo (27 de febrero de 1989), y el alcance que dicha explosión social ha tenido. Lo que quiero precisar de fondo, es que el modelo neoliberal es incompatible con el sistema democrático y esa fue la clave del “éxito económico” chileno bajo la égida de Pinochet.

Otro elemento a considerar en el análisis es que Pinochet no actuó solo ni por iniciativa propia, detrás de él había una estructura organizativa nacional e internacional cuya participación fue definitiva en el ascenso al poder del militar chileno. Es importante decir que la muerte de Pinochet no supone necesariamente la desaparición de esa estructura, de hecho, creo que la misma y sobre todo la maquinaria internacional que lo acompañó, está tan viva y tan activa como antes. Más aún, tiene hoy día sus recursos humanos, económicos, comunicacionales y militares en estado de alerta ante lo que el Presidente Electo del Ecuador, Rafael Correa ha denominado el Cambio de Época de América Latina. Es así que aunque entendemos el sentimiento que acompaña a las miles de familias víctimas del gobierno de Pinochet, también debe llamarnos a la reflexión el hecho de que los intereses que le dieron soporte aún continúan vigentes, ergo el golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002 y, muy probablemente, los hechos que se desencadenarán en Bolivia en los próximos meses.

Alexander Yánez es Politólogo


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