Es evidente que Donald Trump desea y ha deseado siempre derrocar al presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro. Sin embargo, no debe confundirse el fin estratégico con los métodos tácticos. El derrocamiento de Maduro no es la meta final, el derrocamiento del chavismo hace tiempo que dejó de ser un fin estratégico para pasar a ser sólo el medio para reposicionar a Estados Unidos en puestos privilegiados económicamente para el aprovechamiento de los recursos minerales de Venezuela. A Estados Unidos le urge estar a la par, o por encima, de sus rivales geopolíticos Rusia y China en cuanto a la explotación de los recursos minerales de nuestro país, ese es el fin estratégico, el derrocamiento de Maduro es sólo un medio táctico para ese fin, no es un fin en si mismo. Esto es lo que Trump ha comenzado a entender y considerar, cuando se le acorta el tiempo para una victoria política en Venezuela, antes de las elecciones presidenciales.
Donald Trump es un astuto político, completamente desideologizado, pragmático y nacionalista. Trump ha padecido las derrotas en Venezuela cuando tuvo en sus manos una herramienta realmente efectiva para derrocar al poder madurista en Venezuela, que fracasó por culpa de una oposición inepta, fracasada y patética. Andrey Manoilo, quien trabaja en el comité académico y estratégico del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, es experto en politología, seguridad nacional, inteligencia militar, revoluciones de colores, gestión de conflictos, guerras psicológicas, política moderna de Rusia, manejo de medios de comunicación y tecnología en guerra mediática, afirma que en Rusia han estudiado con detalles la táctica implementada por EE.UU en Venezuela a través de la autoproclamación de Juan Guaidó y han denominado a esta estrategia como el "precedente venezolano". Esta táctica, para organizar golpes de Estado, probada por primera vez por los estadounidenses en Venezuela, es muy útil y fracasó por lo inepta que es la oposición venezolana. Trump tiene eso muy claro y no tiene suficiente tiempo para preparar nuevos cuadros políticos y académicos. El tiempo se agotó y sabe bien que perdieron el dinero invertido en la pandilla de bandidos y filibusteros de Juan Guaidó y su combo de narco-paramilitares colombo-estadounidenses.
Maduro no es tonto, como algunos piensan y conoce muy bien estas circunstancias de Donald Trump, ha aguantado las arremetidas fracasadas de la banda para-política liderada por Juan Guaidó y ha salido victorioso, sabiendo que el tiempo ganado le acerca a una posible reunión directa con Donald Trump, esto lo viene calculando desde hace más de un año, no es algo que surja ahora en el mapa táctico de los asesores políticos del presidente venezolano. Maduro ha estado enviando señales a Trump sobre su disposición a sentarse nuevamente en la mesa de negociaciones. El gobierno venezolano ha pagado cartas públicas en diarios norteamericanos abogando por una solución dialogada al conflicto entre ambos gobiernos, no es algo que surja ahora de la nada. Para Nicolás Maduro, la estabilidad del régimen venezolano y la capacidad de permanecer en el poder no es una cuestión de prestigio o popularidad regional, sino de supervivencia personal. El cálculo estratégico de Nicolás Maduro se basa en cada posible retraso en la planificación de su derrocamiento por parte de Estados Unidos y como eso incrementa las posibilidades de que el gobierno de Trump abra los ojos a que en Venezuela hay muchísimas oportunidades para hacer negocios. Donald Trump, como empresario, ha empezado a valorar eso, Donald Trump piensa como un buen empresario, pragmático y nada ideologizado. Andrey Manoilo, asesor del gobierno ruso, afirma que el gobierno de Putin confía en que Trump tomará la decisión más favorable para los intereses de todos los empresarios rusos y norteamericanos y esa ha sido siempre la estrategia de Putin en sus conversaciones sobre Venezuela, con Donald Trump. Putin sabe que Maduro está listo para negociar con los Estados Unidos, siempre que existan garantías personales de seguridad y la devolución de los activos venezolanos confiscados por Estados Unidos en el extranjero.
Me extrañaría mucho que, a estas alturas, hubiera alguien medianamente informado que no supiera que Rusia apuesta firmemente al triunfo de Donald Trump en las próximas elecciones presidenciales. Trump y Putin comparten los mismos enemigos (Hillary Clinton, Barack Obama, el estado profundo yanqui y sus mafias de poder corporativo, George Soros y sus revoluciones de colores y, por supuesto, al falso movimiento ecologista de "Green New Deal" figurado en la imagen de la niña sueca Greta Thumberg, entre otros farsantes ecologistas del mundo corporativo verde), y es bien sabido que en geopolítica "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", eso une estrechamente a Putin y a Trump, es une más que nada la lucha contra la elite globalista corporativa internacional. En este sentido, Rusia no puede garantizar la victoria de Donald Trump y ha demostrado ser un país que está categóricamente en contra de intervenir en las elecciones de otros países, debido a que viola los principios éticos que definen la política rusa para el extranjero. Sin embargo, los rusos podrían y quieren ayudar a "salvarle la cara" a Donald Trump. Los rusos juegan a que Trump logre quedar como un personaje digno e impoluto, en la víspera de las elecciones. Putin sabe que la derrota de Trump en Venezuela podría enterrar su carrera política y permitir el retorno del estado profundo al poder en Estados Unidos. Trump sabe bien que Vladimir Putin ha demostrado su supremacía sobre Donald Trump en Venezuela, y por tanto es Putin quien puede ayudarlo. Putin podría y está jugando a salvarle la cara a Donald Trump y así apuntalar más puntos en su campaña para ganar las elecciones en Estados Unidos, nuevamente. Sin embargo, esto no debe implicar un costo muy grande para los intereses rusos en Venezuela que, en esta estrategia, deben quedar intactos.
Putin ha venido trabajando en sus conversaciones con Trump en la posibilidad de descartar a Guaidó y hacer que, en el momento menos pensado, desaparezca del mapa. Rusia cree que el poder debe permanecer en manos del partido PSUV (con o sin Maduro). Rusia cree que se le deben ceder algunas funciones a algunos sectores de la oposición, para que al menos les quede algo. Pero ni Rusia y ya ni siquiera Estados Unidos, consideran oportuno que el poder se le pueda transferir a una oposición tan marginal y chapucera como la que presenta Juan Guaidó y sus "representantes", sino una oposición real que aún no ha surgido de forma definitiva, cuyos líderes tengan peso histórico y autoridad en la sociedad venezolana, eso puede suceder a partir de las próximas elecciones de la Asamblea Nacional. Rusia y China apuestan por una estabilidad económica en Venezuela, con un gobierno madurista/chavista con o sin Maduro, en el que Estados Unidos pueda sentirse cómodo y deje de intervenir agresivamente. Por su parte Estados Unidos, ya ha cedido en su posición y ha declarado, a través de su embajador para Venezuela, que el partido PSUV debe tener participación en un eventual próximo gobierno de Venezuela. Sin duda, las conversaciones entre Rusia y Estados Unidos ya van teniendo un efecto palpable.
En este contexto, del que ya hemos hablado desde Enero del presente año, no es sorprendente que el presidente estadounidense, Donald Trump, manifieste en una entrevista que estaría dispuesto a reunirse con su par venezolano, Nicolás Maduro y haya comenzado a restar importancia al reconocimiento del diputado opositor Juan Guaidó, quien se autoproclamó presidente hace más un año, implementando un plan de derrocamiento de Maduro que ha resultado un rotundo fracaso. Sobre una posible reunión con Maduro, Trump dijo: "Tal vez lo pensaría. A Maduro le gustaría reunirse. Y nunca me opongo a las reuniones", se evidencia que Trump está muy al tanto de las iniciativas previas de Maduro para buscar una reunión con él, como ya hemos explicado antes. Estos hechos vienen a confirmar lo dicho por Jhon Bolton, en su libro 'La Habitación donde sucedió', donde Bolton ya había adelantado que Trump percibía al diputado opositor como un "hombre débil", a diferencia de Maduro, al que admiraba por considerarlo un "duro". En este sentido, Trump ya comienza a desligarse de Juan Guaidó y su show fracasado, diciendo que "Guaidó fue elegido. Creo que no estaba necesariamente a favor, pero dije: 'A algunas personas les gustó, a otras no. No creo que haya sido muy significativo de una forma u otra", aseveró el mandatario estadounidense.
En todo esto, vemos claramente la intervención de Rusia. En este sentido, Putin ha venido trabajando para darle la oportunidad a Trump de convertirse en una figura verdaderamente histórica: formular su "Doctrina Trump", y quedar ante las elecciones, como el presidente de los Estados Unidos que puso fin al conflicto entre Estados Unidos, China, Rusia sobre Venezuela. El panorama no es tan negativo para Maduro, que puede equilibrar su correlación de fuerzas internacionales entre Cuba, China, Rusia y Estados Unidos, con la esperanza de que los antagonistas lleguen a acuerdos que permitan su supervivencia. Trump quiere convertirse nuevamente en el presidente de los Estados Unidos. Y necesita una victoria en Venezuela. Los rusos, le han advertido a Donald Trump que, si sucumbe a las presiones del "gordo" Mike Pompeo, el destino será el mismo y se repetirá el escenario de 2019 con un nuevo fracaso de la pandilla tragicómica de Juan Guaidó. Lo mejor que puede hacer Estados Unidos es eso: formular la Doctrina Trump y que todos quedemos beneficiados, satisfechos y tranquilos, permitiendo así que Venezuela pueda resurgir de las cenizas.