Es una de las interrogantes que ha creado revuelo, entre los analistas políticos y económicos en todos los niveles, una Rusia que parecía ya retirada de la sombra de la guerra fría de repente en una reacción que para alguno era inesperada para otros una reacción natural, pone en el tapete el nacimiento definitivo de una nueva era mundial.
Espero que esta recopilación de las distintas opiniones en relación a este candente tema sirva para abrir un debate en relación a lo que podría esperarse en las próximas décadas o siglos. Podríamos estar ya protagonizando y ser testigos de giro total en las relaciones internacionales además que los cambios generados en el gobierno ya es una señal de alerta y preocupación por parte de occidente ellos saben muy bien la magnitud de este mensaje. Y lo comenzamos con las primeras declaraciones y opiniones emitidas por el propio presidente Putin y miembros de su gobierno cuando aseguraban de que el afán de EE UU de desplegar su escudo antimisiles en la República Checa y Polonia podría causar la primera «respuesta asimétrica» de parte de Rusia, tal y como advirtió el pasado fin de semana en Munich el presidente Vladimir Putin. Así lo manifestó el jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, el general Yuri Baluyevski.
El Tratado de eliminación de misiles de mediano y corto alcance (INF) fue el primer acuerdo de desarme nuclear alcanzado entre Washington y Moscú. Lo firmaron Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov el 8 de diciembre de 1987 y entró en vigor el 1 de junio de 1988. «El tratado INF tiene carácter indefinido, pero es posible su abandono, si una de las partes aporta pruebas para ello. Hoy día existen tales pruebas», señaló Baluyevski ante un grupo de periodistas. Sus palabras han hecho temer la posibilidad del regreso de la 'Guerra fría.
Se podría ya asegurar que el hombre que sustituirá a Vladimir Putin al frente del Kremlin en el 2008 será Serguéi Ivanov, despojado hace poco de la cartera de Defensa para ser catapultado al cargo de primer viceprimer ministro.
Ivanov es un peso pesado. Cuenta con el apoyo de la cúpula militar, los cuerpos de seguridad, el ala nacionalista del Kremlin y del Gobierno y el sector aeronáutico. Tiene también la confianza de Putin.
Dos medidas económicas tomadas por el presidente ruso Vladimir Putin han causado el reajuste sucedido la semana anterior en las principales bolsas de valores del mundo.
Específicamente esto comenzó a medianos del año pasado con una serie de medidas asumidas por el gobierno ruso que puso en alerta a la Casa Blanca.
Una de estas medidas, fue el cambio de una parte de sus reservas internacionales en dólares a euros, obligando al Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos a elevar las tasas de intereses para proteger la moneda estadounidense y prevenir un aumento en la inflación.
Las reservas internacionales de divisa de Rusia después de la medida se distribuyen así: 40% en euros, 50% en dólares y un 10% en libras esterlinas. Dichas reservas han crecido rápidamente debido al alza en los precios de petróleo y del gas, y es hoy el cuarto país con las mayores reservas del mundo, después de Japón, China y Taiwán. Se estima que las reservas rusas superarán a las de Taiwán para finales del presente año.
La movida rusa sucede en momentos en que varios países productores del petróleo han manifestado sus intenciones de diversificar la distribución de sus reservas de divisa internacional.
La segunda decisión tomada por el Kremlin, fue la de por primera vez empezar a cotizar petróleo y oro en moneda local en el Sistema Mercantil Ruso (RTS), como se conoce a la bolsa de valores rusa.
¿Es seguro para los inversores volver a Rusia? ¿Hasta dónde ha llegado Rusia? ¿Cuánto camino le queda? ¿Qué modelos seguirá?
Una veintena de investigadores intentaron el mes pasado encontrar respuestas a estas cuestiones durante la conferencia Corporate Responsibility and Sustainable Competitiveness in Russia (Responsabilidad corporativa y competitividad sostenible en Rusia). La conferencia fue patrocinada por el Zicklin Center for Business Ethics Research (Centro Zincklin de investigación sobre ética empresarial) de Wharton y el Instituto del Banco Mundial.
Obviamente, Rusia todavía está luchando:
Su PIB per cápita descendió desde el puesto 37 en 1970 al puesto 56 en 2000
Mientras que la productividad de la industria era en 1985 el 55% de la productividad de Estados Unidos, en 2001 ha pasado a ser del 12%.
Sus desigualdades de renta se encuentran entre las más altas del mundo
Hace tan sólo dos años fue considerado el último de los 25 países emergentes de acuerdo con criterios de gobernabilidad corporativa responsable.
Al mismo tiempo, los participantes en la conferencia mostraron estar de acuerdo en que Rusia había hecho progresos significativos, en particular durante el año anterior.
Por ejemplo, el código de conducta corporativa de Rusia, publicado por la Federal Securities Commission en febrero de 2002, crea un marco para la gobernabilidad corporativa haciendo hincapié en la transparencia. Las asociaciones empresariales privadas, incluyendo el Russian Institute of Directors, Club 2015 y la Investor Protector Association, también están demandando cambios. Alentado por el incremento de los precios del crudo, Rusia ha reducido su deuda y la Bolsa de Moscú ha obtenido los mejores resultados mundiales durante los dos últimos años.
Es más, recientemente se han seleccionado a 43 mediadores para empezar a desarrollar un programa de resolución de problemas alternativo con el fin de reducir las demandas judiciales. “Con anterioridad no era posible tener una forma alternativa de resolución de problemas porque las leyes no estaban lo suficientemente desarrolladas”, afirmaba el profesor de Wharton Philip Nichols.
Sergey Sementsov, director de desarrollos empresariales para KPMG en Moscú, sugería que “ahora estamos siendo testigos de cambios dramáticos, una transformación desde la llamada economía del empresariado hacia algo diferente... hacia algo que más o menos se parece a las economías de los países europeos”.
Daniel J. McCarthy, profesor de gestión empresarial en Northeastern University mostraba su acuerdo. “Los rusos han estado trabajando tanto en temas de auditoría como de gestión para hacer que las cosas funcionen como deberían”, afirmaba.
Nichols apoya al presidente ruso Vladimir V. Putin por haber puesto en marcha una serie de regulaciones y normas para impulsar cambios en Rusia y entrar a formar parte de la Organización Mundial del Comercio. Nichols señalaba como el norte de Italia necesitó 200 años para transformar su economía. “En 10 años Rusia ha hecho progresos sorprendentes”, dijo. “Pero 10 años no son 200 años”.
La conferencia reanudó el debate sobre si Rusia seguirá o debería seguir el modelo de gobernabilidad corporativa anglo-americano, un híbrido de los modelos europeo y japonés, o bien algo entre ambos. El modelo anglo-americano pone en primer lugar los intereses de los accionistas. El modelo de la europea continental reconoce los intereses de los principales grupos de interesados, incluyendo a los trabajadores, bancos y otras empresas o firmas asociadas.
Anne Simpson, manager del programa para el forum sobre gobernabilidad corporativa global del Banco Mundial, prevé que durante la próxima década Rusia adoptará un modelo más bien anglo-americano. Entre otros motivos se encuentran, la necesidad de capital y la búsqueda de competitividad, afirmaba Simpson, añadiendo que “los empresarios y empresas esperan una reforma funcional: supervisión de los managers por parte del consejo, protección para los grupos de interesados minoritarios. Rusia ha sido innovadora. Se están debatiendo temas como el de las absorciones, temas que son bastante revolucionarios en la Europa continental”.
Pero McCarthy y Sheila M. Puffer, profesora de Negocios Internacionales en Northeastern University, predicen que aunque Rusia continuará absorbiendo todas las influencias internacionales, no obstante desarrollará un modelo exclusivo ruso que refleje las tradiciones del país, sus valores y su cultura. En artículos de próxima publicación en el European Management Journal y el Journal of World Business, Puffer y McCarthy predicen que la desconfianza que Rusia muestra hacia los extranjeros podría conducir a una constante dependencia de las redes, teniendo tal vez como resultado un conjunto de redes institucionales similar a la de los kieretsus japoneses o los chaebols koreanos. Las redes sociales pueden ser muy útiles a la hora de generar confianza –señalaba Puffer-, pero también pueden generar los típicos enchufes. “Esto puede causar muchos problemas, con demasiadas personas que ya están dentro intentando ayudarse las unas a las otras”.
El papel de los colectivos de trabajadores en las decisiones de la empresa durante el periodo comunista y de la perestroika –añade-, podría tener como resultado que hubiese representación de los trabajadores en los consejos de administración, tal y como es el caso de Alemania y otros países.
Mientras tanto, los rusos y los estadounidenses presentan actitudes diferentes sobre el significado de un comportamiento ético, señalaba Puffer, que también es miembro del Davis Center for Russian and Eurasian Studies (Centro Davis para estudios rusos y euroasiáticos) de la Universidad de Harvard. Despidos, maximización de beneficios y grandes diferencias de salarios entre los managers de mayor antigüedad y los trabajadores de menor sueldo, todo ello habitual en Estados Unidos, se considera algo inaceptable en Rusia.
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea pactaron a puerta cerrada una fallida estrategia para plantar cara al presidente ruso en la ciudad finlandesa de Lahti. Las relaciones entre los países de la UE y Rusia son peores que lo trascendido hasta ahora, por el uso político que Moscú hace de la excesiva dependencia energética europea. Así se puso de relieve en el almuerzo que los líderes europeos mantuvieron el pasado 20 de octubre del 2006 en Lahti para pactar los duros mensajes que horas después iban a lanzarle al presidente ruso, Vladímir Putin, en una cena en el Auditorio Sibelius de la ciudad finlandesa. "Hay que conducir a Rusia a posiciones más constructivas", proponía a sus colegas la canciller alemana, Angela Merkel. Mientras, el italiano Romano Prodi reclamaba "un suministro más fiable" a cambio de mayores inversiones en Rusia. La mayoría, como José Luís Rodríguez Zapatero, se decantaron por diversificar las fuentes de energía, pero también por dejarle claro a Putin que la UE reclama de Rusia más respeto a los derechos democráticos y menos agresividad ante Chechenia, Georgia o Ucrania. Temeroso de la reacción de Putin, el francés Jacques Chirac advirtió: "La seguridad y la estabilidad de Europa dependen en buena medida de Rusia". Quizás por eso, el presidente de la Comisión, el portugués José Manuel Durão Barroso, exigió a todos "calma" para dirigirse al líder ruso, y el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, recomendó "no estar a la defensiva". Todo fue inútil. Putin montó un número a sus anfitriones. A Zapatero le recordó que en España hay alcaldes imputados por "corrupción", que la palabra "mafia" es un invento italiano y que el futuro del negocio energético pasa por Moscú.
Por otra parte, el presidente norteamericano y líder del cartel terrorista con sede en la Casa Blanca se mostró cauto durante la rueda de prensa celebrada en la Casa Blanca respecto a las críticas expresadas por el presidente ruso, Vladimir Putin, a la política exterior y de defensa que lleva a cabo Estados Unidos, principalmente en Oriente Próximo, asegurando que mantenía una "complicada relación" con el jefe de Estado ruso.
El presidente ruso Vladimir Putin responsabilizó a Estados Unidos de alentar a otros países a desarrollar armas nucleares para defenderse de un "uso casi incontrolado de la fuerza militar".
Las declaraciones de Putin dejaron en evidencia las crecientes tensiones entre Washington y Moscú.
"Las acciones unilaterales, ilegítimas, no han resuelto ni un solo problema, se han convertido en un caldo de cultivo para otros conflictos", expresó Putin en un foro de seguridad en el que participaron destacados representantes de todo el mundo.
"Un estado, Estados Unidos, ha traspasado sus fronteras nacionales en todas las formas", añadió el presidente ruso ante los 250 funcionarios, incluidos más de 40 ministros de defensa y de asuntos exteriores.
En lo que su portavoz admitió fueron las críticas más fuertes de Putin a Estados Unidos, el líder ruso arremetió también contra el gobierno de su colega George W. Bush por alentar una nueva carrera armamentista con sus planes de poner en funcionamiento un sistema de defensa misilístico en el este de Europa, y apoyando un plan de las Naciones Unidas que le daría la independencia virtual a la provincia separatista serbia de Kosovo.
"Esto es muy peligroso, nadie se siente ya seguro, porque nadie puede protegerse en el derecho internacional... Esto está alimentando una carrera armamentista, con el deseo de los países por obtener armas nucleares", sostuvo Putin.
Uno de los aspirantes estadounidenses a la presidencia, el senador John McCain, dijo que las declaraciones de Putin representaban el "discurso más agresivo del líder ruso desde la finalización de la Guerra Fría".
Estados Unidos y Rusia han incrementado sus acusaciones mutuas en el último año. El vicepresidente norteamericano Dick Cheney, por ejemplo, acusó a Moscú de utilizar sus recursos energéticos como "herramientas de intimidación o chantaje".
Washington también se ha sentido molesto por la reticencia rusa a imponer sanciones severas a Irán, sobre quien recaen sospechas de que busca fabricar armas nucleares de manera encubierta.
Pero Putin dijo que era el "uso exagerado y casi incontrolado de la fuerza en las relaciones internacionales" lo que estaba forzando a países opuestos a Washington a forjar sus propios arsenales nucleares.
El mandatario ruso no mencionó las guerras en Irak o Afganistán, pero expresó su preocupación sobre los planes de expansión de la OTAN como un posible desafío para Rusia.
"El proceso de expansión de la OTAN no tiene nada que ver con la modernización de la alianza o con garantizar la seguridad en Europa", dijo. "Por el contrario, es un factor grave que reduce la confianza mutua".
El nuevo secretario estadounidense de Defensa Robert Gates no se refirió directamente a las acusaciones y sólo manifestó que Putin "fue muy sincero".
El secretario general de la OTAN Jaap de Hoop Scheffer, en cambio, dijo que estaba decepcionado con las críticas de Putin a la expansión de la alianza.
Pero el portavoz de Putin Dmitry Peskov expresó que el discurso del presidente no fue "contencioso" y atribuyó sus palabras directas a la sensación de que la cantidad de conflictos alentados por Washington "estaba creciendo constantemente" y las leyes internacionales han sido socavadas por esas acciones.
La canciller alemana Ángela Merkel de forma que pudiera sorprender de vez en cuando por sus giros contradictorios que tendría quizás carácter de desespero - cuyo país mantiene la presidencia rotativa de la Unión Europea- elogió a Rusia y dijo que será un abastecedor confiable de energía para Europa.
Pidió asimismo lazos más estrechos entre la UE y Moscú para fortalecer la estabilidad en el continente.
"La forma en que evolucionen las relaciones entre la UE y Rusia tendrá un impacto fundamental sobre la manera en que se desarrollará la seguridad en la región", manifestó Merkel en la Conferencia Anual sobre Seguridad realizada en Munich.
A las márgenes de la conferencia, el negociador nuclear iraní Alí Larijani defendió el programa nuclear de su país y dijo que era pacífico. "No somos una amenaza para nuestra región ni otros países", sostuvo, y señaló la disposición de Teherán a volver a negociar.
En el último número del prestigioso mensuario, "Le Monde Diplomatique", acaba de aparecer un artículo del periodista Jean-Marie Chauvier donde se afirma que Rusia ha alcanzado de nuevo un nivel de vida similar al que disfrutaba en 1990, cuando comenzó el desmerengamiento.
Durante seis años seguidos el país ha tenido un crecimiento económico de 6%. Otros rubros también han alcanzado incrementos espectaculares como la metalurgia, el aluminio, el armamento, la agroalimentación. Paralelamente, el consumo interno ha aumentado, se han duplicado los presupuestos de la enseñanza y se han triplicado los de la salud pública. Para sorpresa de muchos las compañías rusas han ingresado en el espectro de las inversionistas transnacionales. Los salarios reales han aumentado en un 80% y el consumo en un 167%.
Sin embargo, Rusia aún necesita contener la fuga de cerebros, afirma Chauvier, sustituir infraestructuras de tecnologías obsoletas, frenar la disminución de la esperanza de vida y la merma del número de habitantes. No obstante, algunos economistas han presentado el año 2006 como el año de la reorientación estratégica porque la política económica ha tomado conciencia de que no puede ya depender principalmente de los ingresos petroleros y del gas. Robert Gates, el nuevo jefe del Pentágono, ha dicho que Putin está tratando de devolver a Rusia su status de gran potencia y devolver a sus ciudadanos el orgullo nacional.
Es cierto que Rusia ha estado necesitando de cambios fundamentales tras el disparate de la "perestroika". Un gobernante corrupto, incapaz y beodo como Yeltsin, fue responsable de cinco grandes crímenes contra la nación: la disolución de la Unión Soviética en 1991, la salvaje e innecesaria guerra contra los separatistas en Chechenia, el golpe de Estado contra el Parlamento en 1993, el deterioro de las fuerzas armadas y la descomposición progresiva de la economía rusa hasta dejar en andrajos a un país otrora poderoso. Gorbachov emprendió torpemente las reformas pero Yeltsin prefirió sacrificar la nación a sus ambiciones personales y procedió a una torva conspiración que disolvió la URSS. La política económica seguida durante su régimen entregó el país a las mafias o a podridos dirigentes.
Cuando el parlamento se volvió en su contra Yeltsin no vaciló en disolverlo a cañonazos y apresar a los dirigentes de la oposición, lo cual demostró que el advenimiento de la democracia en Rusia era una mera construcción propagandística. Yeltsin fue un gobernante visceral, maniobraba ante todo para proteger sus ambiciones. Cuando fue imposible continuar en el poder por el vasto rechazo que su catastrófico gobierno provocara, decidió dejar a Putin en su lugar. Nadie sabía quién era Vladimir Putin. Fue un anónimo servidor público, un miembro de la KGB, un coronel entre decenas de millares de oficiales de la seguridad rusa. De pronto se convirtió en Primer Ministro y casi enseguida en Presidente. No hay antecedentes de una carrera política tan acelerada en el mundo contemporáneo.
Putin era el reemplazo de emergencia en una situación de crisis. Debía demostrar que poseía el calibre necesario para extraer a Rusia del abismo o si, por el contrario, no era más que un muñeco de paja con el cual Yeltsin se aseguraba la retirada. Quienes le han conocido, antes de la presente coyuntura, aseguran que es un hombre de hierro, que ha demostrado en circunstancias difíciles su temple de acero. Putin tuvo ante sí, como un primer reto, el desembarazarse del corrompido clan que rodeaba a Yeltsin, conocido con el mafioso sobrenombre de "la familia". Casi de inmediato depuso a Tatiana Dyachenko, la hija de Yeltsin y una de las más venales entre los miembros de la pandilla de saqueadores del erario. Se deshizo de los vínculos con Boris Berezovsky, el capo mayor del peculado y el gangsterismo. El principal problema de Putin era lidiar con la nueva burguesía rusa apegada a los métodos del capitalismo salvaje para entronizarse en el poder económico.
Rusia tenía graves problemas importantes ante sí: su recesión económica, la devaluación del rublo, la recuperación de la productividad obrera, el incremento de su producción industrial. De otra parte, ganar de nuevo su sitio como potencia mundial. Idos ya los tiempos de Pedro el Grande y de Catalina de Rusia, incluso los del despótico Stalin, el pueblo ruso añoraba los lapsos en que las naciones se volvían hacia la URSS como una alternativa ante el imperio estadounidense en expansión. Otros, que se hallaban dentro de la órbita soviética, anhelaban salir del estrecho abrazo del oso ruso.
Ahora los hechos han demostrado que Putin va triunfando sobre sus dificultades. Está ganando un puesto entre las naciones independientes que pueden replicar a Washington sin temer las consecuencias. Sus vastos recursos energéticos le otorgan una posición eminente en la Europa oriental, pese a que la mayoría de las naciones del antes llamado "campo socialista" han optado por ingresar en la OTAN. Lentamente la vieja Rusia se está reincorporando a su antigua posición de potencia mundial