El futuro político de España

He escrito tanto sobre España, sobre la nación inestable de España y sobre la población española, que no creo me quede ningún resquicio, ningún rincón donde aún quede alguna idea. Por lo que todo queda supeditado al siguiente resumen…

Es un baldón, una afrenta, una humillación para el pueblo español en su conjunto, para las distintas nacionalidades que lo conforman haber aceptado, dándola por buena durante casi otro medio siglo, la solución aplicada por un dictador muerto en 1975 que mantuvo a España bajo su bota y bajo la bota de un catolicismo casi medieval durante cuarenta años. Una solución inaceptable, más propia del síndrome de Estocolmo colectivo que de un pueblo aguerrido, con un sentido desarrollado de la dignidad de una sociedad.

Es posible comprender y tolerar que en los primeros compases de la transición pacífica necesaria de una dictadura tan duradera, a otra forma política de organizarse la sociedad española, se consintiese, ante todo la monarquía y se tolerase la figura de un monarca que había sido concienzudamente preparado por el dictador para cumplir sus designios, su modo de entender desde que se adueñó del poder tiránico, cuál debía ser el destino de España. Y es posible aceptar esa medida, esa Constitución de orfebrería cuyo orfebre fue el albacea testamentario del caudillo, un tal Fraga Iribarne, para contentar al dictador ya desaparecido, para espantar los demonios de un más que posible golpe de Estado por parte de un sector del ejército entonces más franquista que Franco, si no se refrendaba en las urnas el texto constitucional. Pero han ido pasando los años, los lustros y las décadas, y ni un solo movimiento político, salvo el tímido Plan Ibarretxe de 1979, un mero proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía del País Vasco, que fue rechazado. Y más adelante, un conjunto de hechos políticos y sociales desarrollados en Cataluña desde 2012, que culminaron en otra afrenta, otra ignominia, otra humillación al pueblo catalán con un procés penal contra los gobernantes entonces de la Autonomía, que hizo aún más oprobio y vergonzoso aquel periodo histórico al sugerir que se estaba siguiendo la línea de conducta implacable que hubiese seguido el mismísimo dictador en el trance, al aplicarse penas previstas para el asesinato consumado…

El caso es que en España nunca ha habido "pacto social" que hay en las demás naciones de la Europa Vieja. Tampoco en 1978, ni tampoco a lo largo del tiempo transcurrido desde aquel año hasta el año en que nos encontramos, 2025. Total, 47 años. De modo que España, formando parte de una virtual y sui generis Europa Federal, entregada al consumo favorecido por el refuerzo ideológico económico de la CE, a la que ha hecho de ella la taberna de Europa; entregada a la causa de un feminismo ultra y exacerbado que debilita cualquier otra causa política de mucho mayor calado, como es la igualdad social, parece haber renunciado a dicho pacto social. Razón por la cual siguen sobrenadando los principios del Movimiento Nacional franquistas en la ideología de la derecha y de la ultraderecha, sigue prevaleciendo el predominio de las clases pertenecientes a los vencedores de la guerra civil de 1936, y sigue la Iglesia católica, aún muy debilitada, marcando el paso de la sociedad española, sin esperanza alguna de la abolición de la Constitución o al menos, de una reforma constitucional a fondo. Sigue sin esperanza de un referéndum monarquía-República, habida cuenta la catadura del rey emérito, el monarca más indigno que ha podido haber en Europa de un siglo hasta parte. Sigue sin esperanza de una España Federal que zanjase de una vez por todas en la historia de España, tan diferentes mentalidades y sensibilidades como se aprecian a lo largo y ancho de la sociología de las regiones ahora Autonomías. Sobre todo la diferencia extraordinaria entre las nacionalidades periféricas y el resto castellanizado de la península y las islas.

En cualquier caso, tras casi cincuenta años, medio siglo, España sigue aceptando sumisamente, por debilidad social o por comodidad, el destino marcado por Franco. Sólo cabe la esperanza de que España reaccione proponiéndose abordar el pacto social hasta ahora inexistente, cuando el torbellino materialista de estos tiempos confusos de ideologías transversales, tan alejadas de sus orígenes como de los fines y objetivos que tuvieron en sus orígenes… lleve a la fatiga moral, a la extenuación de los que para entonces superarán los 50 millones de habitantes…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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