Este 8 de marzo asistimos a una nueva conmemoración de la lucha de la mujer trabajadora. Por la reivindicación de nuestros derechos laborales, en repudio a la violencia contra la mujer y defendiendo la necesidad de legalizar el aborto para terminar con el silencioso genocidio de mujeres, es que seguimos luchando.
En el creciente proceso de producción fabril, allá por 1857, las mujeres eran mayoría trabajando en la rama textil de las industrias neoyorquinas. Las interminables jornadas laborales de más de 12 horas a cambio de monedas, las hicieron sublevar. Fueron reprimidas por la policía. El calendario marcaba 8 de marzo.
En el mismo mes de 1908, más de 15 mil obreras marcharon por las calles de la misma ciudad en demanda de mejores salarios y condiciones de vida. Un año más tarde, también en marzo, 140 mujeres murieron calcinadas en la fábrica textil donde trabajaban, en la que habían sido encerradas en forma infrahumana en medio de un conflicto.
Finalmente, fue en 1910, durante un Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, que se estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, en memoria de los heroicos levantamientos de las trabajadoras contra la opresión del capital.
En 1917, las mujeres rusas, las obreras textiles, marcaron el inicio del gran proceso revolucionario del siglo XX, cuando tomaron las calles con el clamor de “Paz, pan y libertad”, en marzo de ese año -febrero para el calendario ortodoxo-.
Hoy, la lucha continua
Tal como aquellas compañeras que hace más de un siglo comenzaron a salir a la calle, hoy somos millones las que en el mundo somos víctimas de la explotación. Las que sufrimos la flexibilización laboral, la discriminación salarial y de condiciones de trabajo con respecto a los hombres. Las que sostenemos a las familias aun siendo desocupadas. Las que morimos por abortos clandestinos en los sectores más pobres de los países donde no está legalizado. Pero también como ellas, somos las que estamos en las calles.
Son las madres norteamericanas las que encabezan la lucha por el fin de la guerra en Irak. Como también son mujeres las docentes que encabezan la pelea por aumento salarial a las maestras y maestros en nuestro país. Las mismas que son parte como en Gualeguaychú contra las papeleras de la muerte. Y también son las madres las que se movilizan reclamando justicia para sus hijos víctimas del gatillo fácil.
Con más fuerza, en los últimos años, las mujeres impulsamos la movilización exigiéndole al gobierno nacional que termine con el doble discurso y legalice el aborto. Apoyamos el año pasado, el derecho a terminar con el embarazo de las jóvenes discapacitadas violadas; y este año, el de la niña violada por su padrastro.
Exigimos que se apliquen verdaderamente las leyes de salud reproductiva y educación sexual, desnudando la doble moral de la Iglesia, el clan Kirchner y el Ministro de Salud Ginés González García.
Por todo esto, a cuatro años del encarcelamiento de Romina Tejerina -joven violada y encarcelada por matar a su hijo en condiciones de insanía mientras su violador sigue libre-, debemos tomar la bandera de su libertad también en este Día.
Como decían las trabajadoras neoyorquinas hace casi un siglo: porque queremos pan pero también tenemos derecho a las rosas.
*El Socialista, Argentina.
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