El trabajo libera

El sistema nacionalsocialista, o nazi como se conoce popularmente, hizo del odio el motivo de sus principales acciones. Odio a quienes pensaran diferente, a los comunistas, a los opositores, a los gitanos, a los eslavos y, desde luego, a los judíos. El sentimiento de aniquilación del otro por parte de las huestes del Tercer Reich se expresó, de la forma más cruel y despiadada posible, en la construcción y puesta en funcionamiento de los tristemente célebres campos de concentración y exterminio.

En la entrada de algunos de esos centros de la muerte, como Dachau o Auschwitz se colocaba un cínico letrero con la frase Arbeit macht frei (el trabajo libera), como una forma de proyectar la idea de un lugar de trabajo más que de un sitio dedicado al genocidio.

Aunque los nazis llevaron el tema de los campos de concentración a otro nivel de crueldad y crimen, estos lugares no fueron de uso exclusivo de Adolf Hitler y sus secuaces. Los ingleses, por ejemplo, edificaron campos de concentración contra los rebeldes boers en Sudáfrica, a principios del siglo XX; así como los soviéticos hicieron lo propio con los gulags; las dictaduras militares de Argentina, Chile y el régimen franquista español también emplearon estos sitios; y no podemos dejar de lado los centros de tortura y muerte de los Jemeres Rojos, como la terrible Oficina S-21.

Resulta evidente que son muchos los ejemplos de campos de concentración. Independientemente del espectro ideológico de los gobiernos, tanto sistemas de izquierda como de derecha han utilizado espacios especialmente diseñados para el confinamiento y castigo de quienes consideran "indeseables" o enemigos del Estado.

En días recientes, el presidente Nicolás Maduro anunció, como si se tratara de un hecho positivo para el país, la creación de campos de concentración para todos aquellos ciudadanos que hayan manifestado contra los polémicos resultados electorales del pasado 28 de julio. "He decidido crear estas dos cárceles de máxima seguridad para todas las bandas de nueva generación que están metidas en la guarimba y en el ataque criminal... ¡Y no va a haber perdón, ni contemplación!", expresó el mandatario nacional, quien agregó que se tratará de "centros de reeducación".

Esta vez, el uso de estos macabros lugares de detención política no se hace a la sombra, ni de forma clandestina, como es costumbre en los regímenes totalitarios. Al contrario, su puesta en marcha es anunciada, a viva voz, por el propio presidente de la República. Espero, de todo corazón, que no coloquen en la entrada de estos "centros de reeducación" un cartel que diga: "El trabajo libera".

Sociólogo

jj.saavedrap1970@gmail.com



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