A pesar de la habitual escasez informativa de los feriados de carnaval (escasez que es más bien producto del asueto de periodistas) la situación colombiana sigue generando nuevos acontecimientos, mostrando una vez más que es un proceso en desarrollo que está atravesando un momento coyuntural.
El anuncio por parte de las FARC de que dejarían en libertad a tres nuevos prisioneros (dos hombres y una mujer, ex congresistas) y que lo harían a través de la mediación del presidente de Venezuela Hugo Chávez y de la senadora neogranadina Piedad Córdoba; constituyó un nuevo factor en un proceso de negociación aparentemente detenido y con el lastre del anuncio de la semana anterior por parte del presidente Uribe, de que las fuerzas armadas colombianas presionarían militarmente y atacarían los emplazamientos donde sospechan que la guerrilla mantiene a sus prisioneros. Las FARC aclararon además que las personas que liberarían se encuentran en condiciones precarias de salud.
Casi simultáneamente el día 4 de febrero, sobre todo en algunas ciudades colombianas, se organizaron manifestaciones en contra de la guerrilla, la mayor parte de ellas con la consigna de no levantar el status de terroristas o de condenar sus acciones.
La senadora Piedad Córdoba y familiares de los prisioneros viajaron a Caracas, y el presidente Hugo Chávez anunció su disposición a recibir a los rehenes e instó a las FARC a seguir realizando demostraciones de este tipo “independientemente de las actitudes del gobierno de Colombia, que está subordinado a los EE.UU.”.
Con la forma en que se manejó la difusión de estos sucesos, una vez más quedó en evidencia la manipulación informativa por parte de las grandes cadenas y de todos aquellos medios asociados que “informan” a partir de la repetición de la “realidad” que aquellas generan. La transmisión a nivel mundial de las manifestaciones contra la guerrilla fue tumultuosa. La gran prensa de varios países (sobre todo del primer mundo) convirtió esas manifestaciones en noticia de primera plana. Igualmente en las televisoras esta información tuvo un lugar muy destacado en informativos y avances noticiosos y una repetición sistemática a lo largo del día. La “realidad” generada por esta acción conjunta quiso mostrar un repudio multitudinario mundial a las FARC.
Curiosamente, las imágenes reproducidas en cámara abierta estuvieron casi exclusivamente referidas a las manifestación en Bogotá -que parece haber sido realmente multitudinaria- y dónde parece lógico que exista un gran número de colombianos que repudian a las FARC. Casi todas las referencias a manifestaciones en otros países estuvieron comentadas por el audio y en algunos sitios como Caracas, las televisoras privadas que responden a la oposición al gobierno mostraron tomas muy cerradas de la protesta (de las que no permiten apreciar el número de manifestantes), acompañadas de un audio muy grandilocuente respecto al rechazo de la población a la guerrilla y a la propuesta de calificarlos como beligerantes.
La noticia de la propuesta de las FARC fue minimizada sistemáticamente en la información, aunque llegamos a ver el caso de una “analista internacional” de un canal venezolano, realizando un ataque directo a esa propuesta, explicando (¡una “analista”!) que la guerrilla no estaba realizando ningún acto humanitario con su oferta, sino tan sólo cumpliendo con el “sagrado deber” de dejar a los prisioneros en libertad.
Igualmente, casi ningún medio difundió la información de que la mayor parte de los familiares de prisioneros de la guerrilla no participaron en las manifestaciones en Colombia, sino que se agruparon en iglesias a rezar por la liberación de los rehenes y el proceso de paz. Inclusive alguno de ellos llegó a declarar “no creo que odiando a los actores armados vamos a conseguir paz en el país.”
La realidad política que existe detrás de esto es que en la medida que las FARC sigan demostrando con sus acciones que están dispuestos a negociar, las posiciones que el gobierno colombiano mantiene se vuelven cada vez más débiles, lo cual no es conveniente a sus intereses ni a los de la Casa Blanca. Por eso es necesario reafirmar la imagen de repudio mundial hacia la guerrilla, y no sería de extrañar que la forma en que se manipuló la información de las manifestaciones del día 4 haya sido diseñada en algún “thing tank” de los que teorizan y generan estrategias para la consolidación de los planes mundiales de los neocom que hoy están al frente del gobierno norteamericano.
La repetición sistemática de estas estrategias ha sido característica del Departamento de Estado y del Pentágono, y en este caso no podemos dejar de volver a recordar como durante la guerra de Vietnam se creó mediáticamente una imagen del Vietcong que los mostraba al mundo como unos sanguinarios terroristas. Y como a pesar de todo, la fuerza de los hechos obligó a reconocerlos como fuerza beligerante, cuando hubo que sentarse a negociar la retirada norteamericana en París.
En definitiva, que la caja de Pandora que abrió Uribe al permitir la mediación de la senadora Piedad Córdoba y del presidente Chávez, parece haber generado un dinamismo al proceso colombiano que está hoy más allá de las intenciones de algunos de sus actores. Sólo cabe esperar que este dinamismo conduzca a soluciones positivas para acercarse a la paz que tanto necesita y merece Colombia.
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