Un virus que me lanzó en la cama por dos días me obligó a ver televisión. Antes lo hacía por pocos minutos y en la noche, más que todo los noticieros y, a veces, “La Hojilla” (coño, es que ese horario que le dieron…). Lo cierto es que vi TVES. Semanas atrás su ex-director había hecho públicas unas cuantas denuncias y, creo que en 2008, el presidente Chávez se quejó del poco público que había captado. Pero, cuando recuerdo lo que se transmitía por esa misma señal y lo comparo con lo que se difunde hoy, les digo: ¡Cómo hemos progresado!
La sola extinción de la concesión otorgada hace décadas a las empresas 1BC para la explotación del canal 2 es un hecho que debemos celebrar todos los días. Esta ex concesionaria bombardeó durante años al pueblo venezolano con una inescrupulosa e incesante pauta comercial, una programación mediocre, fundada en la violencia hollywoodense y en culebrones trasnacionales, y una línea editorial neoliberal. Premeditadamente, lograron moldear la conducta de varias generaciones en determinados segmentos de la sociedad y participaron en la dominación de los poderes político y económico, contribuyendo a la represión de la población mediante tergiversaciones u ocultamientos de la realidad.
Nació TVES y, a pesar de los errores en que haya podido incurrirse, presentó una programación cuya finalidad era y es difundir valores y decir verdades. Los niños cuentan con varias horas de espacios educativos y el deporte ha sido medular en sus primeros tiempos.
Ahora, dejar de ver cuerpos esculturales y bronceados, de actrices y modelos, para ver Plaza Sésamo, a Eleazar Díaz Rangel o a nuestros cantores populares, no es nada fácil para quienes se acostumbraron a ver aquellos hermosos ombligos. Por lo tanto, era de esperarse que, con el nacimiento de TVES, su tele-audiencia debía ser reducida y la evolución en su (para utilizar un término de los yupi-especialistas en publicidad y mercadeo) “posicionamiento” debía ser progresiva.
Entonces, el éxito del “nuevo canal” no puede medirse mediante el mismo instrumento que utilizan los medios comerciales para vender sus espacios publicitarios: el “rating”. Es más, según esas mediciones que organizan las televisoras “privadas”, a VTV no lo ve nadie. Nos toca medir la calidad de su programación y su valor agregado nacional, por una parte, y la cantidad de los mensajes dignificantes que se estén difundiendo. Poco a poco, la población irá acostumbrándose a ver televisión de alta calidad.
Para finalizar, que se corrija lo que hay que corregir, pero que “no se lance al pajón” a una de las iniciativas comunicacionales más esperadas por muchos y más necesitadas por todos.
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