Monjas denuncian haber sido “por años” abusadas sexualmente por curas en región chilena

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Credito: Getty Images

25-07-18.-Un grupo de monjas que dejaron la Iglesia católica denunciaron haber sido “por años” abusadas sexualmente por curas y desoídas por las autoridades eclesiásticasen la congregación “Hermanas del Buen Samaritano”, en la región chilena de Maule, según informaciones publicadas por una televisión local, reseña la agencia Efe.

En declaraciones al programa de investigación periodística “Informe Especial”, emitido la noche del martes por la red pública de la televisión chilena (TVN), las religiosas aseguraron haber sido también víctimas de abusos laborales en el convento situado en el municipio de Molina, a 210 kilómetros al sur de Santiago.

Agregaron que tras denunciar los abusos a sus superioras, fueron castigadas y expulsadas de la congregación sin ninguna compensación.

Yolanda Tondreaux, una de ellas, dijo que sufrió abusos apenas se puso los hábitos: “Un sacerdote se me acercó, me tocó el pecho y me dio besos en la cara llegando hasta los labios”.

“Me manoseó. Me dio asco”, añadió y aseguró que acudió de inmediato ante la madre superiora, Patricia Ibarra, y denunció lo ocurrido, pero ella, lejos de ayudarla, la trató de “mentirosa” y le ordenó confesarse con el mismo cura denunciado.

“Las chicas jóvenes se fueron del convento por lo mismo, porque habían curas que las manoseaban”, sostuvo Tondreaux en el reportaje del medio chileno.

Afirmó haber visto durante su vida de monja entregar cheques de hasta 20 millones de pesos (unos 30.700 dólares al cambio actual) a sacerdotes que afrontaban denuncias por abusos.

En cambio, ella fue parte de un grupo de 23 monjas que fueron expulsadas de la congregación sin ningún resarcimiento económico por haber denunciado abusos, aseveró.

Otra exmonja, Eliana Macías, relató que además de sufrir y presenciar manoseos a las religiosas, vio a un sacerdote entrar a las habitaciones de las monjas “para realizar actos impropios o para verlas sin ropa”.

“Decía que nunca había visto una mujer desnuda, que por eso lo hacía. El cura también iba al patio y se desnudaba. Lo sabía la madre superiora. A mí me daba asco, repugnancia”, sostuvo.

También habló en el programa Consuelo Gómez, también monja de la misma congregación entre 1998 y 2017, que el pasado mayo denunció haber sido abusada por sacerdotes en Chile y por otra religiosa de la misma orden en España, donde estuvo durante un tiempo.

“Yo fui abusada sexualmente por una monja en España, que también era chilena y superior a mí, varias y repetidas veces. Y todos sabían y me hicieron callar”, dijo Gómez en esa oportunidad.

“Me hicieron sentir a mí que era culpable de todo. Pero ahora comprendí que esta es una historia que yo viví, que es mía, y que no soy la única”, añadió, en declaraciones al portal Emol.

Las religiosas aseguraron haber declarado el pasado enero ante el arzobispo de Malta Charles Scicluna, enviado por el papa Francisco a Chile para escuchar a las víctimas de abusos en la Iglesia, pero dijeron que hasta el momento no han recibido ninguna respuesta oficial a sus denuncias.

La visita de Scicluna, que se repitió el pasado junio, marcó un cambio en la actitud del papa frente a los abusos en Chile y abrió una etapa de cambios que hasta ahora ha significado la aceptación de las renuncias de cinco obispos, a las que según expertos en el tema, se sumarán otras.

Al mismo tiempo, la Fiscalía chilena informó este lunes de que 158 personas relacionadas con el clero fueron o están siendo investigadas desde el año 2000 implicadas en casos de abusos sexuales contra 266 víctimas, 178 de ellas menores de edad.

Entre los investigados por el Ministerio Público está citado a declarar como imputado de encubrimiento, el próximo 21 de agosto, el cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago.

En el mismo caso, un excanciller del arzobispado de Santiago, Óscar Muñoz, está en prisión preventiva, imputado por abusos sexuales y estupro.

La filial chilena de la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano fue fundada en 1987 por Irene García de Prado, una religiosa española fallecida el año pasado en Molina, orientada a la la atención de ancianos y enfermos, que viven ahí y reciben cuidados de manera gratuita.


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