A sus 95 años recién cumplidos, Dolores Huerta sigue caminando con paso firme por el mismo sendero que emprendió en los años sesenta, cuando alzó la voz junto a César Chávez para exigir salarios justos, condiciones dignas y respeto para los trabajadores de los campos de California, Arizona y Nuevo México, en donde nació. Aquella consigna suya, "Sí se puede", que nació como una respuesta al escepticismo del poder y se convirtió en el estandarte de generaciones que siguen creyendo en la posibilidad del cambio, todavía la acompaña por donde va.
Hoy, la lucha de Huerta y de todos a quienes ha inspirado, se ha transformado. La democracia que por décadas se presentó como ejemplo de estabilidad institucional y progreso civil hoy parece tambalearse bajo el peso de discursos que convierten al migrante en enemigo, de un presidente que deporta indiscriminadamente y sin el debido proceso a personas a una cárcel de máxima seguridad de El Salvador y de una narrativa que reescribe la historia de la exclusión como si fuera motivo de orgullo nacional. En este clima, la voz de Huerta es memoria y resistencia.
Huerta cree —y repite— que la organización comunitaria es la herramienta más poderosa que tienen los pueblos y que la voz colectiva puede mover estructuras. A tres meses del comienzo del segundo mandato de Donald Trump, cuando los ataques contra las comunidades latinas vuelven a intensificarse, la líder sindical no baja la guardia. La historia le ha dado razón, pero no descanso. Con voz firme, en una videollamada con EL PAÍS, camino a una conferencia del Immigrant Day of Action 2025 en Sacramento (California), repasa siete décadas de lucha, el impacto de la fundación que lleva su nombre y el legado que se niega a dejar en silencio. Porque, como ella misma dice, "a veces hay que recibir una patada para despertar".
Pregunta. Usted ha luchado contra el racismo y la brutalidad policial, temas que hoy parecen más urgentes que nunca. ¿Qué siente al ver que se deporta a indocumentados a El Salvador sin seguir el debido proceso, o se les envía a Guantánamo?
Respuesta. Es un horror lo que está pasando. El presidente Trump quiere asustar a los migrantes, para que ellos mismos se vayan del país por miedo. Es una tragedia muy triste la que estamos viviendo en Estados Unidos.
P. En sus palabras, ¿cómo define a Trump?
R. Es una persona que no tiene mucha inteligencia. Es alguien lleno de rencor y odio hacia la gente de color, y mantiene ese odio, especialmente contra los mexicanos. Trump es un fascista y su objetivo es lastimar y destruir a todas las personas que pueda.
P. ¿Cuál cree que es la clave para hacerle contrapeso y defender lo que tanto ha costado ganar?
R. La clave está en seguir organizándonos. Ahora tenemos la oportunidad de prepararnos para las elecciones de 2026. Si comenzamos a organizarnos desde ya, estaremos listos y podremos elegir más congresistas demócratas. Actualmente, la mayoría que tienen es muy pequeña y frágil, pero podemos aumentarla y hacer frente a sus políticas.
P. Usted fue quien acuñó el grito de "¡Sí, se puede!". ¿Qué significado conserva esa frase en este contexto?
R. Esta frase no es solo una afirmación de que "nosotros podemos", sino de que cada persona, cada individuo, tiene el poder de hacer algo. Hoy más que nunca sabemos que, si nos organizamos, si nos unimos, si tomamos acción directa, podemos contrarrestar todo lo que está haciendo Trump. Y lo más importante es que debemos organizarnos para registrar a la gente y motivarlos a votar en las próximas elecciones. Tenemos que empujarlos, convencerlos de que su voto es clave, esencial para proteger nuestra democracia.
P. ¿Sigue creyendo en el boicot como herramienta política, especialmente contra empresas que apoyan a Trump?
R. Claro que sí. Hay corporaciones como Target, Walmart, Starbucks, McDonald’s y muchas otras que parecen tener miedo de Trump. Están eliminando sus políticas de diversidad, inclusión y equidad. Por eso, debemos dejarles claro que, si no nos respetan, si no implementan políticas que generen oportunidades para las personas de color, las mujeres y la comunidad LGBTQ+, entonces seremos nosotros quienes no les daremos nuestro dinero.
P. Ha dicho antes que a las personas "a veces nos tienen que dar una patada para despertar". ¿Este es uno de esos momentos?
R. Sí, porque cuando vemos esas deportaciones tan espantosas, cuando vemos que les están quitando las visas a estudiantes, o a personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, uno se da cuenta de lo grave que es todo esto. También les están quitando las visas a muchas personas que ya estaban en proceso de obtener su residencia legal. Es algo muy triste, muy doloroso, y definitivamente es un momento que nos debe despertar.
P. Durante la pandemia, en una videollamada con los niños de la Dolores Huerta Elementary School en San Francisco —muchos de ellos hijos de familias migrantes— usted les dijo: "Cuando nos dicen que debemos regresarnos de donde vinimos, yo les respondo: ‘Nosotros estamos aquí, de donde vinimos".
R. Lo que quería decirles es que muchas personas migrantes que vienen a Estados Unidos lo hacen porque están escapando de situaciones muy difíciles: persecución política, hambre, o incluso las consecuencias del cambio climático. En algunos lugares ya no pueden sembrar, ya no pueden cosechar, y simplemente las personas no tienen qué comer. Pero hay que recordar que esta tierra fue México antes de convertirse en Estados Unidos. Por eso, debemos ser un país con los brazos abiertos, que reciba con dignidad a quienes se ven obligados a dejar su hogar, como lo hizo en el pasado con quienes emigraron desde Europa.
P. Su legado no solo vive en las calles y en los libros de historia, también en el trabajo que realiza la Dolores Huerta Foundation.
R. Hemos trabajado mucho en el tema educativo. Un ejemplo muy claro ocurrió en Bakersfield, en el condado de Kern, California. En 2014 presentamos una demanda contra el distrito escolar por haber expulsado a más de 2.000 estudiantes (en su mayoría latinos) de preparatoria en un solo año. Ganamos ese caso, y gracias a ese esfuerzo, hoy el número de expulsiones ha disminuido a menos de 21 por año. Esto demuestra el impacto que puede tener la organización comunitaria. Trabajamos desde las raíces, formando líderes locales en cada comunidad. Les enseñamos que tienen el poder de resolver sus propios problemas, sin tener que esperar que alguien de fuera venga a decirles qué hacer.
P. ¿Sigue dando talleres sobre qué hacer ante una detención de ICE o la policía?
R. Sí, son muy importantes. En la Fundación Dolores Huerta, en coordinación con otros grupos, hemos repartido miles y miles de tarjetas que dicen "Conozca sus derechos" (Know your rights). Estas tarjetas son una herramienta clave para que las personas puedan protegerse. Sabemos que han sido útiles para muchas personas, especialmente cuando los detiene el ICE o la policía, ya que les permite saber exactamente qué derechos tienen en ese momento.
P. Si pudiera decirle algo al país entero en este momento, ¿qué sería?
R. Estados Unidos ha disfrutado de los beneficios de todos los migrantes. Sabemos que son millones los que han contribuido al seguro social, un dinero que nunca podrán reclamar, y esto debe ser reconocido. Es fundamental valorar el trabajo y las contribuciones que los migrantes han hecho por este país. No deben ser tratados como criminales. Aunque ese es el discurso que ha utilizado Trump, es necesario contrarrestarlo.
P. ¿Cómo le gustaría que la recuerden cuando ya no esté?
R. Como una persona que ha tenido mucha fe en la gente, que cree en su capacidad para organizarse. Pienso que es importante darle herramientas necesarias a las personas para que puedan hacerlo. Una vez que entienden que tienen el poder de organizarse, pueden lograr muchas cosas por sí mismas.
P. ¿Siente que le queda algo por hacer en la vida?
R. Sí, porque sabemos que aún hay muchas personas sin hogar, muchas que no han logrado obtener la ciudadanía, muchas que no se han registrado para votar, y muchas que no comprenden la importancia de participar en la vida electoral de Estados Unidos. Si logramos convencerlas, podemos cambiarlo todo. En nuestra propia comunidad, también hay personas que aún no han aprendido lo básico. No respetan a las mujeres que toman decisiones sobre sus propios cuerpos, a las personas no binarias y a todos aquellos que eligen amar a alguien del mismo sexo. Debemos comprenden que, como dijo Benito Juárez, "el respeto al derecho ajeno es la paz".