Creando la realidad virtual

Distorsión, descalificación, falsedades, matrices de opinión

La creación de una realidad virtual (para el consumo y adoctrinamiento de las grandes masas globalizadas) llevada a cabo por la red de medios de comunicación corporativos, que son parte de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales y sus focos de poder político, es un proceso sumamente complejo, producto de la interacción de múltiples variables y con diferentes niveles de profundidad.

Quienes creemos que no sólo es necesario realizar un trabajo de combate cotidiano dentro de la guerra mediática de cuarta generación en que estamos inmersos, generando contenidos alternativos, sino que además debemos a la vez esforzarnos en desentrañar los mecanismos y manejos del enemigo para poder entenderlo y así ser mas efectivos,1 intentamos por ello en cada momento, aportar nuevos elementos a ese conocimiento.

Uno de los aspectos de este proceso de generación de la realidad virtual, que sufrimos directamente, tiene que ver con la orquestada campaña de descalificación y ataque político a Venezuela, que no solo intenta satanizar a su gobierno, sino que en el proceso de distorsión, suma a la nación completa a sus objetivos.2

Posiblemente la cercanía de las elecciones parlamentarias (a fines del mes de setiembre) sea uno de los factores que está contribuyendo en la aceleración de la intensidad de esta campaña, que tiene ya varios años orquestándose. Sin embargo, las razones de fondo son otras. La Revolución Bolivariana desplazó del poder (sobre todo del control del Estado) a la oligarquía que manejaba el país, asociada a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos y a los intereses económicos de las grandes corporaciones. Desde que esa oligarquía perdió el control del aparato estatal, se volcó con todo el poder que le restaba (bastante grande ya que incluye la propiedad de los grandes medios de comunicación locales y la propiedad de las mayores industrias privadas del país, muchas de ellas vitales, entre las que se encuentran por ejemplo las de la industria alimenticia -tanto de producción como de distribución de alimentos- así como la propiedad de la gran mayoría del sector financiero nacional, y está asociada al poder corporativo internacional) a combatir con todas sus fuerzas al gobierno y sus acciones. Por supuesto respaldada (y a veces dirigida) por el poder exterior, fundamentalmente del gobierno de los Estados Unidos y las grandes corporaciones.

Los dos niveles de creación de “realidad”

Estos dos niveles, el interno y el exterior se reflejan en la forma como se desarrolla la batalla mediática por Venezuela. Para el nivel exterior, las grandes cadenas corporativas de medios de comunicación (apoyadas por el Departamento de Estado, algunos otros gobiernos de países centrales y toda la gama de funcionarios “declarantes”) difunden una imagen del país absolutamente distorsionada. Esto funciona hasta niveles insospechados. No sólo las mayorías del pueblo de los Estados Unidos reciben sólo esta imagen falsa (la razón principal del documental Al Sur de la Frontera, según su autor Oliver Stone, es mostrar al público norteamericano la otra cara de una realidad que desconoce), lo mismo sucede con las grandes mayorías europeas, que igualmente sólo reciben esa imagen del país. Pero esto llega como decíamos, mucho más allá. Por ejemplo, la propia izquierda uruguaya (nos consta) en general también sólo conoce de nuestro país esa imagen3 que proporcionan los medios corporativos. Aclaremos que Venezuela no es el único país que recibe este tratamiento mediático, Cuba, Irán, Corea del Norte y el “terrorismo internacional” lo comparten, así como cualquier otro país o grupo humano que se oponga a los intereses hegemónicos.

El nivel exterior en estas épocas nutre esa imagen a través de las múltiples declaraciones de funcionarios públicos norteamericanos. La inefable Secretaria de Estado Hillary Clinton es seguida por funcionarios estatales u opinadores de todo nivel, cuyas declaraciones abastecen a los grandes medios corporativos. Les acompañan funcionarios menores de algunos países europeos, y en nuestro continente por supuesto las declaraciones descalificatorias vienen sobre todo desde el gobierno colombiano (desde un enfrentamiento producido hace unos años, el gobierno peruano de Alan García ha cuidado mucho sus declaraciones sobre Venezuela). Últimamente, además de algunos integrantes de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA que hace años se vienen prestando como voceros descalificatorios, la campaña mediática ha conseguido hasta un relator de las Naciones Unidas que se pliega a la generación de la imagen de “país forajido” que esta campaña intenta definir. Por ello, para colocarnos en esta categoría (curiosamente definida por los que intentan calificarnos) es que se acusa a Venezuela de violar derechos humanos, atacar la propiedad privada, atacar la libertad de expresión, y se generan rumores presentados como noticias de su asociación, no sólo con gobiernos hostiles a los EE.UU. sino también con “grupos terroristas” o grupos insurgentes. Incluso Marcel Granier, directivo de RCTV, el canal de televisión opositor al que el gobierno venezolano no renovara su concesión de señal abierta, realizó una exposición a un comité del Senado norteamericano (y por consiguiente a las cadenas corporativas) acusando al gobierno entre otras cosas, de reprimir la libertad de expresión.

El nivel interno

En el interior de Venezuela y sus alrededores, quien genera y distribuye la imagen distorsionada del país son las cadenas de prensa, radio y televisión propiedad de aquella oligarquía que fuera desplazada del control del Estado por el voto popular. Existe sin embargo una diferencia importante entre el resultado de la creación de realidad virtual en el exterior y en lo interno.

Los medios opositores venezolanos han venido sufriendo en los últimos años un creciente deterioro en su audiencia. En lo que respecta a Globovisión, el principal canal opositor en el país, las distintas mediciones, tanto de las compañías ligadas a la oposición, como de las más proclives al gobierno, coinciden en un hecho, su nivel de audiencia en ningún caso sobrepasa el 5 % de los televidentes del país. En el caso de la prensa escrita, podemos poner como ejemplo al diario El Nacional, uno de los “grandes diarios” venezolanos, que en otras épocas llegó a tener un tiraje de cerca de los 200.000 ejemplares diarios, y que hoy en día aún en las cifras más optimistas, no sobrepasa los 40.000 ejemplares. Del medio radio no parecen existir ningún tipo de cifras, sin embargo parece como notoria la disminución de anunciantes en algunas de las principales emisoras opositoras, lo que podría indicar también esa pérdida de audiencia.

La principal razón de la aparentemente cada vez menor incidencia en el público venezolano de los medios opositores, parece ser una creciente pérdida de credibilidad, a nuestro juicio debida a la constante exacerbación de su ataque al gobierno y a la saturación consiguiente de su público.

Es que en la Venezuela dónde “se reprime la libertad de expresión”, la descalificación y el ataque llegan a veces hasta el delirio.

El miércoles 16 de junio de 2007, dos diarios opositores titulaban en primera plana dos supuestas “noticias” aparentemente referidas a los alimentos importados por el gobierno venezolano que se descubrieron en importante cantidad en mal estado, depositados en containers de varios puertos del país. La realidad es que ya existe una investigación en marcha, y varios de los supuestos responsables –altos funcionarios públicos- están detenidos mientras se culmina la investigación. Ese día el titular de El Nacional decía que los organismos distribuidores del estado habían enviado comida en mal estado en la ayuda a Haití. El titular de La Voz daba una noticia diferente, decía que había sido repartida comida en mal estado a estudiantes. Como todo titular engañoso, bastaba leer las “noticias” de estos titulares para descubrir que no estaban referidas a los alimentos descubiertos en los containers como parecían indicar, y que en ambos casos se partía de rumores (se dice, algunos opinan, etc.) y no de fuentes confiables.

Sin tener la capacidad material como para realizar una observación formal que pueda tener validez estadística, realicé por mi cuenta unas pequeñas mediciones que por lo menos creo que pueden marcar tendencias. Descubrí que:

1. En 24 días considerados, los titulares de los dos principales diarios de oposición en Venezuela, el Nacional y El Universal, estaban centrados, en un promedio del 96%, en ataques contra el gobierno, descalificación de sus acciones o noticias catastróficas sobre el país.



2. En dos días de monitorear la programación de Globovisión, el porcentaje de estas mismas referencias estaba cercano al 75% de todo lo transmitido. Allí el ataque se realiza desde los informativos, desde los programas de “opinión” y hasta desde los Magazines matutinos, incluyendo micros distribuidos en la programación.



Sin embargo, aunque hubiese una pérdida de incidencia sobre el público del país de estos generadores locales de realidad virtual, siguen cumpliendo una importante función en la campaña mediática internacional contra Venezuela. Son ellos los que generan desde Venezuela las “noticias”, “informaciones”, “opiniones” que van a abastecer a los medios corporativos internacionales, con los cuales están asociados. Sirven como “fuentes de campo”. En algunos casos la prensa internacional a partir de sus contenidos, llega a deformarlos de tal manera que crea contenidos “nuevos y originales”. 4

Conclusiones

En definitiva, estas campañas que generan falsa información, distorsión de los hechos y descalificación tienden a formar en su público matrices de opinión sesgadas, de acuerdo a los intereses hegemónicos, sustituyendo lo que debería ser la libre apreciación.

Sólo si somos capaces de generar contenidos contrarios a estas campañas y logramos darles la difusión adecuada, podremos defendernos de esta constante agresión mediática.

miguelguaglianone@gmail.com


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Miguel Guaglianone

Comunicador, productor creativo, investigador, escritor. Jefe de Redacción del grupo de análisis social, político y cultural Barómetro Internacional.

 miguelguaglianone@gmail.com

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