El pueblo organizado logra sacar unas perversas telenovelas del aire. Pero, por cada una que se suprime, los canales privados siguen transmitiendo 20, pletóricas de chabacanería, morbosidad, estupro y prevaricación desenfrenada.
Mientras tanto, un banco nacionalizado, por ejemplo, invierte miles de millones en propaganda que incita al consumismo desenfrenado ("Pásala bien en vacaciones y gana cientos de premios usando tu tarjeta de crédito"), y escoge meticulosamente a los medios más contrarrevolucionarios y ultraderechistas, como Globovisión, para difundir a través de ellos su "fascinante" campaña. El pueblo está fuera de sus planes.
No invierte ni una locha en medio revolucionario alguno, pero todo aquel trabajador humilde que logre salir de la pobreza, gracias al crecimiento económico y a los programas inclusivos de la revolución, será perseguido por él con toda su fuerza comunicacional para inducirlo al consumismo voraz que tanto promueve ese banco y convertirlo rápidamente en un contrarrevolucionario más.
¿Por qué cuesta tanto avanzar en la construcción del modelo de justicia e igualdad que comprende el socialismo? Porque el socialismo tiene que empezar por construir una "cultura socialista", que empiece por abrirles los ojos a muchos de los funcionarios que, sin noción alguna del compromiso histórico, se consideran ungidos por el Che porque en algún momento alguien los nombró en un cargo del Gobierno.
La revolución tiene que desmontar de manera sistematizada los tenebrosos mitos tejidos a lo largo del tiempo por el anticomunismo y acabar con la perversa idea del supuesto fracaso del socialismo.
Si el bloque soviético cayó, no fue por socialista y eso hay que decirlo. Si China avanza hacia el lugar de una primera potencia no es por capitalista, como lo pretenden los medios de la derecha, sino porque es expresión viva de la viabilidad y pertinencia de un modelo socialista correctamente ejecutado. Y eso hay que decirlo.
No es entregándonos al festín de la publicidad más vacua ni disfrazándonos de capitalistas como vamos a lograr la construcción del socialismo. Es generando comunicación proactiva, cuya base sea la investigación y la innovación comunicacional y no la copia de los frívolos formatos del capitalismo.
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