De hecho, mucha gente lo hace: no existiendo una buena programación televisiva por señal abierta, se recurre, literalmente a digerirse una boa mayor. Es decir, a comerse un cable.
Bueno, en realidad, la programación diseñada para la televisión que circula especialmente para los "latinos" está concebida para individuos inferiores, de talento repetitivo o adocenado y a quienes se debe mantener entretenidos burlándose de sí mismos.
No olvidemos que la televisión, al igual que otros medios radioeléctricos, nació en un período de capitalismo avanzado y en crisis. Es decir, en una etapa de transformación tecnológica, en la cual toda ésta era inmediatamente incorporada para la producción y reproducción de plusvalía. Especialmente de esa plusvalía que nuestro Ludovico Silva llamó "plusvalía ideológica".
La televisión, entonces, ese "mago de la cara de vidrio" -como la llamó un talentoso narrador venezolano que también terminó subsumido a sus efectos perversos y alienantes-, capaz de hipnotizar y doblegar a sus usuarios y usuarias acríticos, nace para "mostrar" a distancia y en movimiento diversos acontecimientos, bajo patrones que son, fundamentalmente, los de la información y el entretenimiento.
Al poco tiempo, esas funciones, y especialmente la de entretener, se convertirían en formas de dominación directa, de reproducción de la hegemonía del capital y de aquietamiento o desmovilización.
Es verdad que luego surgirían los enfoques críticos del mensaje televisivo y los planteamientos cuestionadores y hasta subversivos en el uso de este medio. Ninguno de ellos ha tenido hasta el presente signos de lograr eficiencia en el combate contra la dominación ideológica del capital.
Es por eso que, en una especie de círculo vicioso, las usuarias y usuarios de la televisión -revolucionarios o no- se encuentran hoy comiéndose el cable del entretenimiento, sin encontrar otra forma de acceder a una televisión diferente a la que se presenta, desde todo punto de vista, harto limitada.
Pero, además, está la preocupación de quienes luchamos y defendemos esta revolución, de quienes miramos el canal 8 o recorremos las señales del sistema público de medios sin saber dónde detenernos para el entretenimiento. El propio Presidente Chávez dice que, a veces, huye a las cableras.
¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo conquistar el espacio colonizado del entretenimiento? ¿Cómo descolonizar la televisión y entretenernos con lo nuestro? ¿Cómo entretenernos en televisión sin huir de nuestras señales y contenidos? ¡Es parte del debate! ¡Insistamos en el tema y en los resultados, pero vayamos a su encuentro, con el debate y las acciones.
ivanpadillabravo@gmail.com