Primero vivió de las «sobras» de un partido que no ha sabido dirigir ni consolidar. Un partido que es la «sobra» (incolora y sinsabora) de otro: AD. Un Nuevo Tiempo es un partido político que se mantiene gracias a la caja chica (que es bien grande) de la gobernación y de la Alcaldía de Maracaibo. Sin este espacio financiero, no tendría mucho de donde agarrarse: no tiene proyecto político, es una mezcolanza de una socialdemocracia que ni ellos mismos saben explicar, su militancia no tiene presencia sino en coyunturas electorales y está ligado a la más rancia y retrógrada visión ideológica a cuya herencia puede rastrearse a una dirigencia adeca desarrollada en sus peores tiempos.
En segundo lugar, vive de las «sobras» que le dejó Manuel Rosales, su padre y mentor político. Pablo Pérez no ha adelantado ni ha desplegado ninguna política pública que pueda considerarse producto de su propio «ingenio» (si lo tuviese). Heredó (copiadas del gobierno) de las de Manuel Rosales, pero ni siquiera supo cómo mejorarlas, refinarlas o hacerlas más eficientes. Así, políticas como las becas JEL (versión capitalista de la Misión Sucre) se convirtieron en su principal caballo de batalla junto con su vacuo ataque al «centralismo». También políticas como Barrio a Barrio (mala copia de Barrio Adentro) o Mezul (mala copia de Mercal), disminuyeron su accionar o solo aparecían en coyunturas electorales. Peor aún, en muchos casos las empeoró, empobreció o desapareció.
Tercero y último, creo que lo más execrable que ha hecho es montar su compaña para la reelección sobre las «sobras» discursivas de la campaña presidencial de Chávez. En la pasada campaña para las presidenciales se mostró hasta la obviedad el esfuerzo de Capriles por mimetizarse con Chávez (contradicción imperdonable: lo rechaza, pero lo imita). En el caso de Pablo Pérez, este recogió ítemes discursivos de la campaña presidencial de Chávez para autorepresentarse y atraer la simpatía de aquellos más de ciento cincuenta mil zulianos que votaron a favor del comandante. Por ejemplo, su eslogan «Pa’l Zulia Pablo» es una estúpida copia del «Pa´lante, comandante». Eso sin olvidar que en la foto aparece con la mano derecha puesta en el corazón, evidente alusión a «corazón venezolano» y a «Chávez, corazón del pueblo». En una entrevista, también realizada por el diario Panorama, su esposa afirmaba que la gente sentía a Pablo «como un amigo que le tendía la mano». Es decir, las «sobras» de la conexión emocional que tiene Chávez con la gente. Tan es así que él mismo lo dejó claro en su discurso a través de afirmaciones como «… todos están en el corazón de su gobernador». El mismo también, durante esta alocución, enumeró las «sobras» que ha desarrollado en el Zulia: «… han sido cuatro años de logros, ya tenemos cámaras para la ciudad de televigilancia, salimos entregando GPS para ir aminorando el robo de vehículo cámaras dentro del transporte público, oportunidades para todos, salud, educación…» y cuando ya no tenía mucho más que agregar y su personalidad huera hacía estragos, levantaba la voz como señal para ser auxiliado con la gaita «pal zuliano, zuliano, para el Zulia Pablo Pérez, blablabla»… Muchas veces lo he señalado: las campañas, anteriormente de Manuel Rosales y ahora de Pablo Pérez, son profundamente discriminatorias ya que exacerban supuestas diferencias entre los zulianos y el resto del país. Sin embargo, son ellos mismo los que hablan de la necesidad de finalizar con la polarización. Incongruencias antes e incongruencias ahora. Vivir de estas «sobras» no está mal, entonces, si, como Pablo Pérez, logras engordar descomunalmente.
Existe en Psicología una teoría que intenta explicar cómo se pueden obtener los resultados aspirados dirigiendo los esfuerzos hacia metas relacionadas indirectamente con ellos (teoría de los subproductos). A lo mejor esto es lo que ha beneficiado a Pablo Pérez. De otro modo es difícil explicar cómo, ante tanta vacuidad discursiva e ineficacia gerencial autodemostrada, pueda mantenerse como dirigente político.