Los viejos tienen, entre otros deberes, uno muy importante –especialmente- hacia los jóvenes: la de recomendarles textos u obras para su lectura o estudio sin que jamás les exijan que crean ciegamente –como verdades absolutas y eternas- el contenido de lo que les recomiendan leer o estudiar. En esta oportunidad no voy a recomendar a nadie que haya nacido más allá de las fronteras venezolanas. Provoca hacerlo, pero no lo haré.
En Venezuela han existido y existen extraordinarios escritores que siempre valdrá la pena leerlos y estudiarlos por lo mucho que nos pueden enseñar para enriquecer nuestros conocimientos. Pero en este caso, me referiré a dos libros que son pequeños y angostos, fáciles de leer y de entender y poseen un inmenso contenido de enseñanza política y hasta histórica o sociológica.
El Gobierno Bolivariano, en vida del camarada Chávez, publicó muchísimos títulos o libros –de muchos géneros- que han terminado en las manos de miles de venezolanos y venezolanas completamente gratis. Si los han leído o estudiado, no lo sé. Uno sí sabe, por ejemplo, que lograr que el pueblo común y corriente llegue a leer –no más leer- libros como “Los miserables” de don Víctor Hugo y “El Quijote” de don Cervantes, es una tarea dificilísima aunque no imposible. Lo voluminoso de sus contenidos o páginas, a los ojos de cualquier persona que no tenga hábito de lectura, resulta tedioso, cansón y hasta una medicina no droga para producir sueño. Ahora, quienes conocen el valor literario de esas dos obras y las han leído, podrán decir: “Hemos degustado una exquisitez espiritual”.
Sin embargo, hay dos libritos –sin peyorativo- exquisitos que el Gobierno Bolivariano ha debido o debería publicar por millones de ejemplares para ser –por lo menos- distribuidos gratuitamente o a muy bajo precio en las universidades, en los liceos, en las fábricas y en los sindicatos. Me refiero a “Garrote y Dólar” de don Gallegos Ortiz y “Destino sin mensaje” de don Mario Briceño Iragorry.
“Garrote y Dólar” es una denuncia exigida por la urgencia de una necesidad política histórica y, especialmente, para la América Latina y el Caribe. El mundo sabía que el imperialismo estadounidense invadiría a República Dominicana. Don Gallegos Ortiz quiso denunciarlo antes que el hecho criminal se produjera. Lamentablemente, demasiados oídos sordos había en ese tiempo en la América Latina y el Caribe y muchos gobiernos epígonos de la Casa Blanca. Pocos lectores tuvieron la dicha de conocer el contenido del librito escrito por don Gallegos Ortiz. La denuncia quedó escrita. La Historia, a la hora de juzgar las conductas de las naciones y-especialmente- de los Estados o Gobiernos, no olvidará nunca tomar en cuenta esa denuncia.
“Destino sin mensaje” toca diversos aspectos de la política, de la economía y hasta de la ideología de la Venezuela en tiempo de don Mario Briceño Iragorry y en otros tiempos. Pero ese librito tiene una cualidad muy especial: la de describir al Libertador Bolívar en carne y hueso, tal como fue pero, al mismo tiempo, las maneras en que lo juzgan las variadas tendencias del pensamiento político para cuadrarlo –cada grupo o partido- a sus intereses. Nos dice don Mario Briceño Iragorry, que “En Colombia, por ejemplo, como en Ecuador y Venezuela, los conservadores glorifican, pro domo sua, al Bolívar de la Dictadura, mientras los liberales lo motejan de tiranía, sin reflexionar ambos en que aquella etapa del ciclo bolivariano fue apenas una fase del multiforme y dialéctico obrar del héroe”.
No sé si será lo más importante, lo que voy a citar, dicho por el insigne hombre de la literatura, don Mario Briceño Iragorry, pero pienso que en este difícil momento de choque entre las fuerzas políticas venezolanas por el poder político, bien valga la pena lo tomemos en alta consideración, por lo menos, quienes apoyamos el Proceso Bolivariano: “Ayudar al pueblo es por lo tanto nuestro deber presente. A un pueblo que no está debajo de nosotros, en función de supeditado a nuestro servicio, sino del cual nosotros somos mínima parte y expresión veraz. Debemos ayudarle, no a que grite, como aconsejan los demagogos, ni a que olvide sus desgracias, como indican los conformistas del pesimismo, sino a que reflexione sobre sí mismo, sobre su deber y su destino”.
Ojalá, el Gobierno Bolivariano se haga eco de la necesidad de reproducir por millones de ejemplares ambos libritos. Eso es ganancia en formación y en intelectualidad, porque mucho enseñan a la memoria histórica de los venezolanos y las venezolanas que se interesen por elevar su nivel de conocimientos. Es todo.