Tengo varias semanas tratando de escribir para esta ventana de libre expresión que es Aporrea.org. Cuando leí algunos artículos de camaradas que dicen retirarse de Aporrea entonces me decidí a hacerlo luego de tres días de indecisión. Dos años atrás me inspiraba más seguido para enviar mis opiniones al portal con la fe de que algún día algún alto funcionario se dignaría a escuchar nuestras inquietudes. Nada pasó.
Recuerdo que el mismísimo Aristóbulo Isturiz recomendaba no leer Aporrea. Fue una gran decepción.
Hoy muchos nos sentimos sin fuerzas o con pocas fuerzas para dedicar una parte de nuestro tiempo y sentarnos a escribir con la esperanza de ser escuchados. El famoso Kotepa Delgado que escribía todas las semanas en el diario El Nacional tenía su particular lema: “Escribe que algo queda”. Yo opino lo mismo. El problema es que los que hacemos criticas sanas al gobierno, sentimos que no queda nada de esas críticas. Chávez repetía: “irreverencia en la discusión y lealtad en la acción”. Hoy, desde el presidente Maduro hacia abajo, quieren lealtad sin irreverencias ideológicas. Los que se han retirado de Aporrea como opinadores sinceros sienten que nunca serán escuchados y yo pienso de igual manera.
¿Para qué gastar tiempo y neuronas si no serás escuchado por los responsables de esta administración dizque socialista?
Por mi parte de vez en cuando enviaré algunas de mis ideas a esta página y si me lo publican sentiré que al menos un grupo de camaradas leerá mis opiniones y algo quedará en sus conciencias para continuar en el debate por el no retorno de la derecha asesina, ladrona, fascista y vendepatria.
El compañero Maduro tuvo un mal comienzo cuando censuró públicamente a destacados analistas nuestros que siempre han apoyado el proyecto de socialismo bolivariano. La derecha endógena manda en Miraflores, las fulanas mesas de diálogo son una contradicción ideológica pues con criminales no se negocia, se les enjuicia. Chávez ya había superado esa fase diplomática y declaró que no se sentaría jamás a dialogar con la burguesía apátrida por razones obvias. Hoy no conseguimos, sobre todo en las ciudades fronterizas con la vampira Colombia, alimentos básicos, pañales, baterías de carro por la complacencia del gobierno con buhoneros agiotistas protegidos por funcionarios y por la corrupción espantosa en la frontera que dominan los militares “bolivarianos”.
Por ahí se nos está yendo la patria y el gobierno no ha dado una respuesta contundente a un problema que se le está escapando de las manos. Queremos que se aplique el rigor de la ley a los especuladores y a los corruptos de la frontera, de lo contrario la derecha fascista volverá. Claro, los ministros, altos funcionarios y gobernadores permisivos como el del Zulia no hacen colas y por tanto no tienen la sensibilidad de los que sufrimos el flagelo de las colas humillantes.