El hecho en sí, la “censura” de un artículo de opinión, es actualmente irrelevante con relación a nuestro dramático contexto económico. Y, deja aún más en evidencia, el contenido del artículo “¿Qué hacemos con la inflación?” que motivó la censura.
Nosotros hemos venido planteando, de manera recurrente, en todos los últimos artículos de opinión, la necesidad de reencontrarnos con, lo que hemos calificado, la “dimensión moral” de la política. Aquella que nos señala el camino de la responsabilidad personal, de la conciencia, del pensamiento libre. El camino de la dignidad. Ha sido el elemento guía – conductor – de todos estos artículos.
En los procesos revolucionarios, cuando hay fallas de consistencia política, ideológica y ética, como es evidente en nuestro caso, es usual que incomode más, y se busquen neutralizar los “críticos de su mismo color”. Es uno de los problemas de construcción revolucionaria que es necesario enfrentar con mucha serenidad. A eso se nos hizo alusión cuando recibimos el “llamado de atención” al cual hiciéramos referencia en “El artículo censurado por Últimas Noticias”. Molesta la crítica, desde “dentro de la revolución”. ¿Paradójico, no? No importa tanto la crítica de la oposición, como la “interna”.
Nosotros seguiremos estando “dentro” y no “fuera” de la revolución. Como bien dijera Chávez, en alguna oportunidad, “critiquemos al gobierno pero no critiquemos la revolución, critíquenme a mí, incluso, si quieren, pero no critiquemos la revolución”. Es necesario tener capacidad de discernimiento.
Toda revolución (todo gobierno también) está compuesta por personas que tienen lucidez y madurez política y por un número importante – lamentablemente – de burócratas, farsantes, sectarios y tontos. Incluso, particularmente en el caso de estos últimos, hay algunos que actúan de “buena fe”, sin darse cuenta del daño que le hacen a una revolución. Silvio Rodríguez, el famoso cantautor cubano hacía una simpática anécdota al respecto, cuando un Director de Radio Nacional Cubana lo vetó, durante unos dos años, antes de que Silvio fuese famoso, porque el cantante usaba “jeans” y tenía el “pelo largo”, y ese señor consideraba, en su ignorancia, que se trataba de prácticas imperialistas. Como se dice popularmente confundía la gimnasia con la magnesia. ¡Obviamente, la Revolución cubana no tenía la culpa de esas actitudes infantiles!
Algunos creen que “enmascarando” la realidad se la puede “cambiar”. Por eso creemos que esta “censura” es una decisión “individual” de un burócrata. El propio Eleazar Díaz Rangel, Director del Diario quizás nos da la respuesta, en una de sus columnas dominicales que tuvo como título “El camino de la noticia” (03 de enero de 2016). El paso de una política editorial, dice Díaz Rangel, pasa por muchas manos, hasta llegar a las dos últimas instancias de decisión. La penúltima es la instancia del Director, el mismo Eleazar Díaz Rangel, y la última, la instancia del Presidente Editor, Héctor Dávila, antiguo segundo responsable electoral del MVR y del PSUV, ante el CNE.
Díaz Rangel, en el artículo mencionado, sin usar la palabra “censura” (o “auto- censura”), cuestionaba un hecho interno que había sucedido con una “noticia que no publicó Últimas Noticias aunque salió en todos, absolutamente todos – es una cita textual de sus palabras – los demás diarios impresos de Caracas”. Y decía: “Si son buenos adivinadores, adivinarán cuál fue esa noticia”. Parafraseando a Díaz Rangel, nosotros les decimos a ustedes, amigos lectores y amigas lectoras: “Si son buenos adivinadores, adivinarán quién ordenó la censura”. Sin duda alguna, el “burócrata tonto” que suele ser, a su vez, “farsante” y “sectario”. ¡Nada de qué alarmarse! ¡Ni hacer un drama! ¡Y la Revolución no tiene la culpa de ello!