Pudiera parecer que cada Misión socialista es un acto comunicacional en sí. Ello no es verdad. Las Misiones, por su impacto social, reúnen elementos noticiosos pero estos, generalmente, se quedan concentrados en el lanzamiento de las mismas o en uno que otro acto de aniversario o de cuantificación de sus resultados.
En días recientes he destacado el ejemplo de la Misión Negra Hipólita como respuesta social inocultable, colectiva y eficiente, que lleva en sí misma una carga comunicacional permanente que, de manejarse como estrategia, debería repicarse en la lucha contrahegemónica o en el enfrentamiento de guerra mediática con el que el imperialismo yanqui ataca a Venezuela y a su Revolución Bolivariana y Chavista.
Con todas las misiones no ocurre lo mismo. Esta semana fuimos testigos de la entrega masiva de tarjetas de las misiones socialistas Hogares de la Patria, las cuales recibieron un significativo incremento de más del 100 por ciento, que las lleva de 14 mil 500 bolívares a 30 mil, a partir de esta fecha. Es una decisión que nos llena de felicidad y, especialmente, a quienes se les han asignado. Sin embargo, su impacto comunicacional es reducido y la acción, en la medida que se individualiza, pudiese convertirse en contraproducente, egoísta y despojadora de conciencia para quienes pudiesen comenzar a sentirse con ellas como “clase media” con acceso a perversas cuotas de poder en el consumo y, por consecuencia, con fuertes riesgos de desclasamiento (pérdida o abandono de la conciencia de clase proletaria) y salto a las filas de la contrarrevolución.
No es lo mismo –seguimos insistiendo en la reflexión acerca del impacto comunicacional de las acciones revolucionarias asumidas por los gobiernos Bolivarianos y, particularmente por el que preside el camarada Nicolás Maduro- en el caso de la Misión Negra Hipólita.
La Misión Negra Hipólita produce un efecto inmediato sobre una población evidente, compuesta por abandonados, pordioseros, pedigüeños, alcohólicos, drogadictos, niñas, niños y adolescentes en situación de calle, quienes desaparecen voluntariamente de las vías, como resultado de un trabajo paciente y organizado con profesionales y técnicos de la salud, física y mental, así como terapeutas en general.
Ante la presión de guerra de las transnacionales del capital y de los aparatos imperialistas del pentágono, la CIA y sus organismos locales, desplegados o infiltrados en el país, que para crear caos y matrices mediáticas de crisis, incremento de la pobreza, la marginalidad, el desempleo, el hambre, la proliferación de enfermedades sin atención médica ni farmacológica, que lanzan a las calles a contingentes de miserables o neoempobrecidos con sus mensajes de desesperanza en “four minutes men”, metodológicamente bien aplicados, la respuesta –también comunicacional- debe ser mediante el relanzamiento y la correcta aplicación de la existente Misión Negra Hipólita.
Esta misión es esencialmente contrahegemónica. Expresa bienestar social, equilibrio económico, buen vivir y resuelve una problemática, real o inventada, con fines guerreristas. Por ello es sumamente importante evaluarla, relanzarla, reimpulsarla y aplicarla desde esta perspectiva comunicacional, en un momento cuando el poder imperial, capitalista y financiero, arrecia sus ataques contra el pueblo de Venezuela y su Revolución Bolivariana y Chavista.
Misión y comunicación son estrategias aparejadas, pero no siempre funcionan y marchan de manera autosuficiente. Estamos en guerra, se nos ha declarado un cerco para el aniquilamiento de la Revolución Bolivariana y Chavista, es la hora de la más firme y contundente contraofensiva. Necesario es vencer, no tenemos más opción.