Quinto malo

La gratuidad del periodismo y la penetración de la fake news

Para el simple consumidor de noticias en la actualidad todo periodismo le puede parecer gratuito. Los portales noticiosos en la web y también algunos impresos, parecen, ante los ojos de sus lectores, gratuitos. En esas condiciones, tomar o dejar una información, considerarla fidedigna o desecharla por fake news, pudiese asumirse como una decisión relativamente fácil y unipersonal. Y… sin costo alguno, por cierto.

Quien comunica desde el periodismo auténticamente ético, debería hacerlo bajo el imperativo de la verdad. Y, aunque ésta es siempre relativa, el careo de fuentes generalmente resultó ser un buen argumento para aproximarse a lo que algunos «técnicos» de las llamadas «ciencias sociales» denominaron «objetividad».

Lo cierto es que el asunto de la verdad periodística no es exactamente moral, tampoco de fe y mucho menos de ciencia. La verdad reclama una comprobación de los hechos, no sólo por parte de los vencedores sino, especialmente por los vencidos. La historia, escrita para la posteridad por los vencedores, comenzó siendo noticia.

Me gusta citar el ejemplo del editor y periodista Simón Bolívar quién crea el Correo del Orinoco y exige a sus compatriotas, soldados y periodistas, «decir siempre la verdad» (ver el primer número publicado de aquel ya bicentenario semanario) frente a las fake news inventadas desde el hegemón europeo para Gaceta de Caracas, con su enorme carga de guerra mediática.

La verdad histórica que el mundo conoce hoy, 200 años después, acerca de la independencia de Venezuela y otras cinco naciones, además de la de toda Nuestramérica, fue verdad periodística desde 1818 y en plena Batalla de Carabobo y guerra por la liberación del yugo español, gracias al propósito íntegro del Libertador, soldado, editor y periodista, Simón Bolívar.

Mucha agua corre bajo los puentes desde donde pareciera que observamos al mismo río. El periodismo de ayer, como el de hoy, también se nos presenta como el mismo en su única batalla por la verdad. Tal como lo conocemos en el presente siglo XXI, el periodismo es una mercancía que nace en el capitalismo para contribuir a distorsionar la conciencia de la clase trabajadora -de los proletarios- y hacérsela ideología o instrumento para su alienación frente a lo que produce.

Antonio Gramsci (revolucionario marxista y antifascista, de origen italiano), reflexiona sobre este tema (a finales de los años 20 y comienzo de los 30 del siglo pasado), aseverado que «el público desconfía de un impreso que no cuesta nada y lo ve como un engaño».

Sin embargo, para Bolívar (quién creo nunca vendió, ni se propuso hacerlo) el Correo del Orinoco debía decir la verdad más allá de que se estableciera o no una relación mercantil con el mismo. Para Gramsci había que tener en cuenta que «el elemento fundamental del éxito de un periódico es el ideológico (...) que satisfaga o no determinadas necesidades intelectuales, políticas» y para nosotros (al igual que para ellos) que el periodismo contribuya a la victoria de la verdad aún dentro de una sociedad que produce bajo relaciones de explotación, desigualdad y mentira (fake news).

Hoy, sin dejar de mirar los tiempos cuando las tecnologías actuales no existían, los avances de internet, los portales web y las redes electrónicas, contribuyen en gran medida a la acentuación de la mentira o a la invención de «realidades» noticiosas que lejos de contar lo ocurrido pretenden inventar (fake news) lo por ocurrir, de modo que la perpetuación del dominio del capitalismo se haga incuestionable, inevitable y efectiva, dejando la sensación en los explotados de que es imposible librarse de las relaciones de producción, distribución y consumo, tal como las padecemos desde hace unos 500 años y hasta el presente.

Pensar que la potenciación del fake news se deba a la gratuidad de los periódicos, impresos o electrónicos, sería una ingenuidad. Sobre todo porque la mayoría de las revoluciones con propósitos socialistas (la Bolivariana y Chavista, no es la excepción) también han generado periódicos gratuitos para contribuir a masificar la verdad y no para esconderla o neutralizarla.

En la «gratuidad» no está el problema de la noticia, sino en la esencia de una sociedad perversa, desigual y explotadora, como lo es el capitalismo, que necesita seguir mintiendo con credibilidad para que lo que cambie, pueda seguir igual.

 

 



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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