«Los soldados ganan batallas
y el Correo del Orinoco
gana la guerra»
Emblema fundacional
27 de Junio de 1818
Llegamos a la conmemoración del Bicentenario del Correo del Orinoco. Esa escuela sin paredes ni techos, pero sí con páginas, palabras e ideas que, en 1818 el estratega de la comunicación social, Simón Bolívar, fundara y nos legara, permite seguir formando periodistas, como soldados de nuevo tipo, por la libertad y la independencia.
Son 200 años de contrahegemonía mediática en los que la tarea se ha orientado, más que a vencer, a convencer.
Persuadir a las y los receptores, a las inmensas y -a veces- incuantificables masas de lectores, de que la verdad y la libertad son posibles y de que no hay perpetuidad para la mentira y la esclavitud a las que todavía se nos ata desde los centros imperialistas donde el capitalismo ejerce su poder. Poder sin otro asiento físico que el de nuestras mentes, nuestras emociones y sistemas de creencias, nuestra memoria y nuestra conciencia, doblegadas y hechas ideología.
La tarea es y debe ser paciente, pues se trata de procesos moleculares que no resultan visibles ni tangibles en lo inmediato. Se confrontan culturas, modos, afectos, emociones y sistemas de creencias que hemos estado obligados a aceptar como «naturales», «irrefutables», de «fe» y hasta «científicos» y, por lo tanto, a veces reclama esfuerzos adicionales para las batallas de ideas o culturales.
Así lo entendió Chávez
Acucioso en el estudio de la filosofía bolivariana, el Comandante Hugo Chávez escudriña rigurosamente los acontecimientos históricos en los que se inscribe cada palabra, cada frase, cada proclama, cada misiva, cada discurso y hasta cada «delirio» como aquel que se le atribuye en El Chimborazo.
Por eso, la fundación del Correo del Orinoco, en 1818, no le es indiferente al Comandante. Por el contrario, la sistematización de esa experiencia lo lleva a brindar la oportunidad dentro de una nueva era, en pleno siglo XXI cuando se libran las batallas por alcanzar la definitiva independencia, de consolidar nuestra soberanía, derrotar al capitalismo y a su «fase superior» -como la llamó V. I. Lenin- el imperialismo, al paso que construimos al socialismo.
Espadas y trincheras de ideas
Bolívar aquel soldado de empuñar espadas y dar la cara en lo más cruento de la guerra, también es capaz de pensar, razonar y ponderar el valor e importancia de la opinión pública, llegando a considerar que ésta «vale aún más que los ejércitos», al punto de redimensionar todos los criterios que explican los procesos de transformación social que -en la mayoría de los casos- terminan esperándose de manera armada y cruenta, en los campos de batalla.
Fue el propio Simón Bolívar quien, en sendas cartas de 1817 (dirigidas, respectivamente, a Lino de Clemente y Pedro Gual) afirma que «la imprenta es tan útil como los pertrechos de la guerra» y ella «es la artillería del pensamiento». Chávez nos lo recuerda en varias oportunidades y a ello, precisamente, se debe el que el emblema del Correo del Orinoco contemporáneo, el que circula en esta era de socialismo y definitiva independencia, lleve como emblema de identidad la frase «la artillería del pensamiento».
Ese mismo año (1817) y ante el estancamiento de la guerra de liberación que encabezaba Bolívar, consciente, como él estaba, del poder persuasivo del periodismo, convoca y celebra, el 4 de octubre de 1817, un taller tipográfico. Había insistido antes -y con perseverancia- a Francisco Peñalver, su agente en Trinidad: «Mándeme usted la imprenta… que es tan útil como los pertrechos para la guerra».
Justo un poco antes de cumplirse un año de lo narrado, el 27 de junio, Bolívar sorprende al mundo con un «pertrecho» inédito en plena guerra, bajo el calor de la Batalla de Carabobo, que marcaría -militar y simbólicamente- nuestra independencia del yugo español: lanza el Correo del Orinoco, llamado a convertirse en «el órgano de divulgación de las ideas revolucionarias» como lo indica en su momento Mier Hoffman, quien añade la calificación para este medio de «estandarte del pensamiento universal y adoctrinador de la filosofía bolivariana».
La estrategia es un mundo nuevo
Bolívar conjuga batallas de espadas y de ideas en el compromiso de construir un mundo nuevo en Nuestramérica. Colombia, la grande, la de la unidad integrada con Venezuela, Ecuador, Bolivia y Panamá, antes de que los egoísmos viles nos vencieran y dividieran, siempre fue geografía y energía comunicacional de los pobladores de América que habían perdido sus culturas originarias ante el poderío y furia del conquistador.
El papel de recomponer la unidad en la diversidad de las culturas de Abya Yala, exigía nuevas fuerzas, más allá que la de las armas. Era y es el reclamo de una unidad contrahegemónica que enfrentara al pensamiento único, monárquico, europeo y ahora también imperialista.
Aquella visión, que era acompañada también por revolucionarios independentistas como el Generalísimo Francisco de Miranda -quien también puso constante empeño por artillar sus barcos con, al menos, un «pertrecho de guerra» como la imprenta- se quedará como estrategia contrahegemónica Bicentenaria. Y «¿es que acaso 200 años de opresión no bastan?», como se pregunta el poeta Pablo Neruda en el centro de una angustia social por completar la liberación americana y alcanzar la definitiva independencia.
Hoy, en el Bicentenario del Correo del Orinoco, como arma comunicaciinalmente posible, que se abre paso y avanza, cual valiente infantería comandada por el General Simón Bolívar, la vigencia persuasiva del periodismo insurge reivindicada en los campos de batalla donde la Revolución Bolivariana y Chavista avanza.