El ejercicio de la libertad de expresión puede entenderse como instrumento fundamental para liberarnos de la pobreza, la libre circulación del conocimiento, ideas y opiniones y la elaboración de contenidos que coadyuven al conocimiento, comunicados eficazmente se constituyen en una oportunidad cierta para salir de la pobreza. Ahora bien, nuestro reto consiste en direccionar adecuadamente políticas públicas desde el Estado, de tal forma que garanticen que el conocimiento se haga accesible a través del ejercicio de la libertad de información y la libertad de expresión. Según nuestra interpretación la libertad de expresión no es sólo la libertad de expresión de los medios, hay que verla socialmente; es darle al ciudadano a través de la educación y el conocimiento instrumentos para conquistar el pleno conocimiento de su realidad, su cultura, su problemática, visibilizar a la gente y a los conflictos sociales en vez de banalizarlos; se constituye en una plena garantía de libertad de expresión e información. El Estado debe invertir no sólo en democratizar el uso y explotación de los medios de comunicación en general, sino que debe implementar un proceso profundo de cambio en la educación, por lo tanto y frente a estas responsabilidades el papel fundamental del Estado es irrenunciable y no puede ni debe ser cedido a privados.
Opinaba el filósofo austríaco conservador, Karl Popper “Una democracia no puede existir si no se somete a control a la televisión ya que se ha convertido en un poder político colosal, potencialmente se podría decir, el más importante de todos, como si fuese Dios mismo quien hablara”. Este comportamiento obvia incluso, normas de buena conducta y de una democracia decente.
La libertad de expresión, está intrínsecamente ligada al equilibrio, a la pluralidad y a la diversidad de opciones, opiniones e informaciones, el conocimiento restringido de éstos atenta contra la libertad de expresión y al derecho que tenemos los venezolanos a estar debidamente, oportunamente y verazmente informados.
No es posible luchar contra la pobreza sino tienes conocimiento y educación, además de libre acceso a la información y a expresar tus ideas. El papel de los medios de comunicación además de fiscalizador, debe ser de mediador en los procesos informativos, y de promover y estimular el contacto social de las personas; especialmente la televisión, por su doble papel de concentrar en la “cajita mágica”, imágenes y sonidos, pues su influencia alcanza los imaginarios colectivos del pueblo, sus formas de ser, pensar, hablar, caminar, vestirse y en fin de comportarse y conducirse en la sociedad.
Surge entonces, la pregunta porqué La crisis televisiva en Venezuela?, considerada además de extrema gravedad, inclusive puede considerársele como un flagelo que ataca al pueblo venezolano. La televisión cambia radicalmente el ambiente en que nos desarrollamos y de ese ambiente, tan brutalmente modificado es que los niños extraen los modelos que van a imitar, y cuyo resultado puede verse a simple vista, en la cantidad de pequeños criminales que crecen día a día bajo la influencia de los medios –sobre todo de la televisión-.
Existen además resultados científicos que prueban, -más allá de toda crítica- la correlación existente entre los niños y su exposición a la violencia en la televisión y los comportamientos antisociales. Por ello la importancia de adoptar medidas más severas en cuanto al cumplimiento estricto de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión y del ejercicio pleno por parte de todos de la contraloría social y supervisión de los medios por parte de los ciudadanos, por ello deben existir contrapesos legales que protejan el interés superior de los niños niñas y adolescentes de nuestro país, frente a este poder colosal de la televisión.
Pero no solamente es necesario este contrapeso moral, ético y legal, debe asumirse por parte de quienes elaboran contenidos en nuestros medios la responsabilidad de que esas acciones pueden estar causando un daño irreparable a la sociedad por la difusión de antivalores y el desprecio absoluto por valores que construyan una sociedad más justa, equilibrada, sana, responsable, solidaria, en fin más humana.
Es bien sabido además, que otro problema latente en nuestras sociedades además del poder colosal adquirido por los medios; es que éstos han asumido y capturado protagonismo político, se han convertido en jueces y en instrumentos de poder para alcanzar estatus político y poder. Los medios son utilizados en la actualidad como catapultas para llegar a la política, es decir, después de cierto tiempo de ejercicio desde un curul electrónico, y gracias a la influencia de los medios, ciertos personajes escogidos e “iluminados por éstos” llegan a convertirse en renombradas figuras políticas.
Hay una frivolización de la sociedad política, pues reducen los espacios de reflexión para sustituírlos por el espectáculo y el entretenimiento mejor conocido como el “show político”.
Los medios desviaron su papel y se olvidaron de sus responsabilidades, prescindiendo de valores esenciales, como la justicia, la solidaridad, la equidad, la paz, la cooperación, entre otros.
El centro de esta discusión se revela, pues los medios -sobre todo en las estructuras oligopólicas reinantes en Latinoamérica-, responden a intereses empresariales particulares y dejan de ser neutrales cuando algún comportamiento social o estatal afecta sus intereses.
Los medios de comunicación, inducen, seducen y conducen; para su propio beneficio sacrificando la educación, la recreación y hasta la propia información, pues cuando asumen posiciones políticas a favor o en contra de algún partido o gobierno pierden la credibilidad, y pierden además la neutralidad y la objetividad para ser mediadores de la información, tomando partido por una u otra parte y sacrificando en muchos casos la verdad por “sus propias versiones de la realidad” y así las trasmiten.
Bajo este esquema de modelo comunicacional monopólico, muchas veces de espalda a las realidades de los pueblos, desinformando y ocultando aviesamente la información, -que también es una forma de manipulación- es bajo el cual, se encuentran la mayoría de los países latinoamericanos –por citar los menos-.
Sin embargo en Venezuela, se ha iniciado todo un camino para garantizar el amplio acceso a la información y a la libertad de expresión su uso y explotación, democratización y socialización del espectro radioeléctrico, incorporación de los ciudadanos en la toma de decisiones respecto a estos temas, elaboración de contenidos que integren y no que desintegren a las comunidades, posibilidad de acceso a los medios por parte de las comunidades bien sea mediante radios y tv alternativas o mediante la producción nacional independiente, la incorporación de ciudadanos con alguna discapacidad al hecho comunicacional; ello como garantía para ejercer plenamente los derechos a la información oportuna, veraz y objetiva y a la libertad de expresión, asumiendo responsablemente el ejercicio de los mismos.
Por ello y mucho más allá de la regulación existente en nuestro país, la reflexión va dirigida al estudio del hecho comunicacional y a la detección oportuna de sus influencias negativas y positivas sobre las sociedades, conformando la conciencia crítica de los mensajes que se difunden por los distintos medios de comunicación. La televisión sobre todo está plasmando en nosotros una nueva sensibilidad, tiende a privar de toda actitud crítica racional a quien la vé, preparando el terreno adecuado para el materialismo y el individualismo y por medio de la publicidad convertir a nuestros jóvenes en consumistas irreflexivos. La combinación de vacío moral, pérdida de la responsabilidad, hedonismo de masas, deseo ilimitado de autogratificación a través del consumo material, mientras gran parte del mundo está luchando -y muriendo- diariamente por satisfacer necesidades básicas y primarias, que día a día nos trasmite la televisión y los medios de comunicación, sólo puede ser contrarrestada mediante la conciencia plena del problema, la acción decidida de las masas por comunicarse eficazmente, el acceso a los medios de comunicación y desde allí revertir estos efectos.
Es por esto que opinamos que el Estado tiene un papel fundamental que jugar no sólo exigiendo el cumplimiento de las leyes sino garantizando cada día más mediante sus políticas, la democratización del uso y explotación del espectro radioeléctrico, el acceso a los medios de comunicación y la desconcentración de los medios para ponerlos en manos de la gente. Razones sobran entonces para estar felices por la decisión del Estado venezolano de No Renovar la concesión a RCTV, quienes hasta ahora y como muchos otros medios aún hoy en día, actúan como “subversores culturales” como citaba Brzezinsky, y ponerla en manos de la gente, para que sus contenidos eduquen, recreen, coadyuven al Estado y a la familia en la formación de ciudadanos ejemplares.