Parece que la batalla no ha concluido. No creo que RCTV haya defendido en algún momento de su historia la libertad de expresión. Los que fuimos perseguidos políticos en los años 60 y 70 y en general, opositores a la IV república, lo sabemos bien. No creo entonces que esta haya sido una batalla por la libertad de expresión, sino una batalla de la empresa privada por la defensa de privilegios. El capital generalmente defiende sus intereses basándose en el interés común y encuentra quien se lo crea.
En varias décadas de participación política, no recuerdo que RCTV haya sido un instrumento de los excluidos, de los marginados. Difundió entre nuestras familias valores perversos vinculados a la perversión de la sexualidad, al consumismo desenfrenado, a las más diversas formas de discriminación y de violencia contra los débiles, a una falsa relación con Dios, con la vida, con la naturaleza.
Creo que la oposición se vuelve a equivocar al tomar la causa de RCTV como centro articulador de sus actividades. El eje de la campaña, más que la libertad de expresión, ha sido la libertad de elegir, pero en la sociedad moderna la libre elección ha tomado como modelo al mercado y a las libertades que el capitalismo prostituye en un contexto de vanalización, determinado por el valor de cambio, por el dinero. Esa libre elección fracasó con la IV república y la V, está lejos de una práctica que desarrolle las profundas libertades espirituales y éticas, que una nueva sociedad requiere.
TVES es un proyecto que se inicia en un momento definitorio. No puede reproducir los defectos de la televisión estatal venezolana, ni por un momento. Los ojos de Venezuela y el mundo estarán puestos sobre este proyecto que puede marcar pautas para indicar que hay una revolución en marcha, porque TVES es capaz de crear un campo fértil para nuestros mejores valores, nuestros mejores sueños. Tiene que ser incluyente de lo diversa que es nuestra sociedad y no puede abrir espacio para el marginamiento. De lo contrario, las esperanzas se marchitarán. Algunas ya se están marchitando. Este proceso ya no tiene un cheque en blanco. Es Hora de demostrar que de verdad se quiere cambiar. Las políticas estilo “lista Tascón”, deben quedar atrás. Creo en Lil Rodríguez y la gente que la acompaña ¡Qué los dejen hacer!