Ciudad CCS, revolución a diario

Hace mucho tiempo, décadas, que Caracas dejó de distinguirse como “la ciudad de los techos rojos”, como dice el apacible lugar común, y pasó a ser la de los bloques ídem, desnudos, de colorada arcilla trazada por finas líneas horizontales, sin friso, y enmarcados por irregulares capas de la mezcla de cemento y arena que los pega a unos con otros. Ranchos que proliferaron por la emigración del campo a la ciudad, testaruda evidencia del fracaso estrepitoso del antiguo sistema político en su publicitada reforma agraria, y se hicieron mayoría frente a las quintas de tejas y edificios de todos los tamaños que ocupan las partes bajas y planas de la urbe o las colinas y terrazas aledañas a los cerros, geográficamente idénticas a éstos, sólo diferenciados entre sí por la forma de llamarlos y, por supuesto, por su arquitectura, densidad poblaciones y el estrato social que los habita. Todos, unos y otros, son hoy Caracas.

Una ciudad que, de aquella imagen bucólica heredada de los tiempos del tranvía y las retretas, pasó a aceptarse como caracterizada por el caos, la anarquía, el crecimiento desordenado, la ausencia de planificación, la apropiación arbitraria de sus espacios públicos, la falta de inversiones para mantenimiento y expansión de los servicios públicos y un largo etcétera.

Esa ya era su realidad en febrero de 1989, cuando el gentilicio proveniente de los indios “caracas” le dio la vuelta al mundo con la explosión social conocida como “El Caracazo”, que echó por tierra la estampa moderna y cosmopolita que, con base en sus autopistas y altos edificios de reciente factura, algunos pretendieron erigir. Los pobladores de los cerros bajaron entonces por sus fueros y desde entonces no han regresado al claustro de sus bloques rojos y sin friso, como algunos desean para volver a asirse del poder.

La lucha política, la inexperiencia y los viejos vicios legados a nuevos protagonistas, entre otros fenómenos, conspiraron para que en 10 años de Revolución Bolivariana muchos de los problemas de Caracas no hayan encontrado cauce y solución, e incluso hayan surgido nuevos. Mucho se ha hecho, como la ampliación de las líneas del Metro, el despeje del bulevar de Catia y el de Sabana Grande, la diseminación de misiones como Mercal, Pdval, Robinson, Ribas y Sucre, entre otras, pero falta aún mucho por hacer.

A su caos ya existente se le sumó, por ejemplo, el ataque de bonanza económica de los últimos años, que se tradujo en el aumento vertiginoso del número de vehículos que transitan por las mismas calles, avenidas y autopistas. Cada carro nuevo en circulación alarga la cola y aleja en varios minutos el trayecto entre un punto y otro de la ciudad, lo cual puede sumar hasta un par de horas en distancias que no hace mucho se recorrían en 30 minutos. No son pocos los conductores que, en sus vehículos recién adquiridos, se quejan del florecimiento de un oficio novedoso, el moto taxista, sin percatarse de que éste también es hijo suyo, efecto colateral de su reluciente y adquisición. Más exactamente, consecuencia del modelo de desarrollo aún predominante, el capitalista, que privilegia las metas y soluciones individuales, como el carro particular, sin mayor preocupación por los impactos colectivos de esos “logros”, entre otros, el congestionamiento y la contaminación.

Al mismo tiempo, Caracas también es alegría, entusiasmo, trabajo, estudio, emprendimiento, fiesta, cultura, juventud, ingenio, solidaridad y organización popular. Un espacio donde la gente se ha asumido protagonista de este tiempo, ha ido en busca de sus iguales y se ha organizado de mil maneras en el desarrollo de experiencias y soluciones colectivas en el campo político, comunitario, económico, cultural y deportivo, entre otros. Gente que ha marcado pauta, entre otros ámbitos, en el curso histórico de todo un continente, como ya lo hicieron sus antepasados hace 200 años. Una Caracas que por lo regular queda invisibilizada por la óptica que, de su variopinta realidad, sólo mira y difunde la parte caótica y problemática, en particular la asociada con la criminalidad, que existe, pero no es el todo. El todo, dice el filósofo, es mucho más que la suma de las partes.

En el marco de la celebración por el aniversario de esta ciudad devastada, pero viva, que este año lleva el lema “Somos Caracas”, el alcalde Jorge Rodríguez ha anunciado el lanzamiento de un periódico de y para la ciudad.

El diario se llamará Ciudad CCS, es decir, Ciudad Caracas, y muy pronto estará en circulación.

Tuve el privilegio de ser llamado para formar parte de su equipo fundador. Todo un desafío que hemos asumido entre un grupo de periodistas, algunos veteranos, otros más novatos, algunos con carnet, otros sin él, unidos todos en el compromiso de dar la batalla por y con la verdad. Ahí estaremos.

Taquitos

UBV. Los graduandos de la IV Cohorte de TSU en Producción de Medios de la Universidad Bolivariana de Venezuela, que lleva el nombre del periodista y profesor recientemente fallecido Gregori Colomine, tuvieron la deferencia de escogerme como padrino externo. Tuve ocasión de asistir a la imposición de medallas en el salón Simón Bolívar de la UBV, antigua sede de Pdvsa en Los Chaguaramos, un acto que resultó especialmente emotivo, por lo que siempre significa una graduación y por las connotaciones especiales de esa universidad, hija de estos tiempos. Un padrino chimbo, que no picha nada para la fiesta, sino agradecimiento y estímulo a continuar por la senda escogida sin olvidar sus orígenes y finalidades. Felicitaciones a todas y todos los que por estas fechas coronan un ciclo y comienzan uno nuevo.

LA OTRA HISTORIA. La semana pasada cité aquí un libro de Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos. Gustavo Mata, físico y profesor de la Universidad Simón Bolívar, me escribió para cuestionar el título de la edición castellana de la obra, pues no refleja la profundidad de su titulo original, en inglés: A people’s history of the United States. Mata cree que más exacto sería traducirlo así: “La historia de los Estados Unidos contada por su pueblo”. Lamentablemente, ese libro extraordinario no se consigue en Venezuela. Ojalá alguna editorial lo trajera o, mejor aún, lo publicara aquí. “La ventaja de autores como Zinn es que asumen una postura progresista y muy dialéctica, situándose a la vez en la tradición del pensamiento humano. Como dijo Newton, y después repitió Onasis, ‘cabalgando sobre los hombros de los gigantes’”. Gustavo Mata termina con preguntas de reflexión: “¿Cómo hacer para ensancha el horizonte intelectual de la Revolución Bolivariana? ¿Cómo construir una geografía ideológica que sea nuestra y que nos permita participar como iguales en esa infinita conversación que es el pensamiento humano?”.

CITA: “No apoyamos a Honduras sólo por solidaridad. Lo hacemos en defensa propia”. Alicia Castro, embajadora de Argentina en Venezuela, durante el brindis con motivo del Día Nacional de su país.


columnacontralacorriente@yahoo.es


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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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