Se produjeron alteraciones en la aplicación del importantísimo principio de la salud, alimentación y educación del pueblo. Sin justificación alguna se pagaba grandes cantidades por concepto de primas y gratificaciones complementarias a funcionarios partidistas, falsificaban los datos para lucrarse. Se avivaron los ánimos parasitarios, en la conciencia de los gobernantes comenzó a arraigarse la psicología del “igualitarismo”, facilitando la vida a quienes se habituaron a no trabajar; lo que iba en detrimento del pueblo que podían y querían trabajar mejor.
La alteración de la relación orgánica entre la medida del trabajo y la del consumo no sólo deformó la actitud ante el trabajo frenando el incremento de su productividad, sino que también desprestigió el principio de la justicia social. Y ese problema revestía enorme importancia política. Los elementos de corrosión social que surgieron esos últimos años han afectado el clima moral de la sociedad, empezaron a derrumbar subrepticiamente los altos valores morales que siempre han sido inherentes al pueblo venezolano.
Como consecuencia inevitable de ello, decayó el interés hacia los asuntos sociales; surgieron la falta de espiritualidad y el escepticismo; disminuyó el prestigio de los estímulos morales del trabajo; aumentó el número de personas, incluidos jóvenes, para quienes el único objetivo de la vida era alcanzar el bienestar material por cualesquiera medios. Su posición clínica había adquirido formas cada vez más abiertas, emponzoñando la conciencia de quienes los rodeaban y provocando ánimos de consumismo. El aumento del alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia constituían una manifestación del decaimiento de la moral social.
El menosprecio a la ley, el engaño, la corrupción, el estimulo del servilismo y la adulación tuvieron un efecto funesto en el clima moral del pueblo. Con frecuencia la verdadera preocupación por la gente, por sus condiciones de vida y trabajo y por el bienestar social se suplantaba con flirteos políticos: se conferían a manos llenas condecoraciones, títulos y premios a afectos al régimen de turno. Se creaba el ambiente de impunidad y se disminuían las exigencias, la disciplina y la responsabilidad. Con el fin de velar los graves defectos en la educación ideológico-política, en muchos casos se organizaban actos pomposos y campañas, se celebraban numerosos aniversarios, tanto en el centro como en la periferia. Aumentaba el abismo entre el mundo de la realidad cotidiana y el del pomposo bienestar.
La ideología y la psicología del estancamiento dejaron su impronta en la esfera de la cultura, las letras y las artes. Se desvirtuaron los criterios mediante los cuales se enjuiciaban las obras de arte. Como resultado, a la par con las obras sobre importantes problemas sociales y morales y que reflejaban colisiones reales de vida, aparecieron muchas producciones mediocres, sin originalidad, carentes de mensaje intelectual y moral. Se acentuó la penetración en el pueblo de estereotipos burgueses de masas, que imponía vulgaridad, gustos primitivos y esterilidad espiritual.
Se violaba con frecuencia el principio de igualdad entre los venezolanos. Muchos miembros del Gobierno que ocupaban cargos dirigentes se colocaron fuera del control y la crítica, lo cual daba lugar a fallos en el colectivo, a serias infracciones de la ética ciudadana. Tampoco pudieron silenciar la justa indignación de los trabajadores ante la conducta de aquellos dirigentes —investidos de poderes y confianza llamados a defender sus intereses— que abusaban de sus poderes, ahogaban la crítica y obtenían beneficios ilícitos. Es más algunos de ellos se convirtieron en cómplices de los patronos, e incluso en organizadores de crímenes.
Camaradas: En su aplastante mayoría, han ingresado en el PSUV los mejores representantes de la clase obrera, el campesinado y la intelectualidad. Todos ellos cumplen y siguen cumpliendo sincera y desinteresadamente su deber de militantes. Pero, debemos reconocer que en estos años no se ha logrado poner sólidos obstáculos a los astutos, deshonestos y codiciosos que procuran aprovecharse del carné militante y la adulancia al Líder. En cierta medida hemos abandonado una regla importante: lo fundamental no es la cantidad de nuevos miembros sino su calidad. Ello se ha dejado sentir en la fuerza combativa de las organizaciones partidistas.
Todo lo anterior, camaradas, evidencia hasta qué punto la situación en diferentes esferas del pueblo es grave y cuán necesarios los cambios profundos. Al respecto es importante señalar una vez más que el Comandante Presidente tuvo la fuerza y la valentía suficientes para valorar objetivamente la situación, para reconocer la necesidad de cambios cardinales en los ámbitos político, económico, social y cultural, para orientar al país hacia un futuro renovador.
En tales circunstancias, se plantea la necesidad de acelerar el desarrollo económico y social del país, la necesidad de efectuar transformaciones. En el fondo, se trata de un cambio, de medidas de carácter revolucionario. Cuando hablamos de renovación y de los procesos de democratización profunda que ella presupone, nos referimos a unas transformaciones sociales realmente revolucionarias y multifacéticas. Tal viraje radical es imprescindible, porque no tenemos otro camino, no podemos retroceder ni tenemos hacia donde retroceder. Debemos avanzar para alcanzar un nivel cualitativamente nuevo del desarrollo social.
La renovación supone utilizar indeclinablemente los factores intensivos del desarrollo económico en Venezuela, restablecer y desarrollar los principios socialistas democráticos en la dirección de la economía nacional, aplicar métodos económicos de la administración, renunciar a los de imposición y mando, garantizar el paso de todos los eslabones de la economía a la autofinanciación completa y a nuevas formas de organización del trabajo y la producción, estimular el espíritu innovador y la iniciativa socialista.
Salud camaradas
Hasta la Victoria siempre. Patria Socialista o muerte ¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net