Adecos y copeyanos mafia de delincuentes

La cuestión de forma de un gobierno parece a primera vista de poca importancia, y así lo estiman muchísimos venezolanos del lado oposicionista. Aquí tenemos a los íntegros que nos ponderan y ponen la democracia adeco-copeyana y la de los Estados unidos, muy por encima de la democracia Bolivariana y socialista, hecho significativo por aquello de que del enemigo el consejo. Realmente se han visto y ven gobiernos muy liberales y otros absorbentes y despóticos. Algo habrá sin duda para que los más y mejores demócratas sean socialistas claros y no fascistas disfrazados de demócratas, y que los partidarios de ese orden cacareado, que consiste en suprimir o cercenar las libertades llamadas democráticas, sean “falsos demócratas” o con más cara de un gringo hipotético.

En Venezuela se hizo en el gobierno de Medina un ensayo de una verdadera Democracia que la abortó el pran Rómulo Betancourt y su mafia adeca. Esta incompatibilidad empírica entre la verdadera democracia y la democracia representativa tiene una razón, y esta hay que buscarla, seguros que nos dará la clave para discernir la esencia del socialismo y la democracia participativa, sobre la democracia representativa a la manera gringa o el american idol.

En los albores de los gobiernos puntofijistas, el sátrapa de Betancourt aparecía como el brazo de Dios y el tronco de aquella “su democracia”, del disparen primero y averigüen después.

Adecos y copeyanos nos impusieron la dictadura de considerar su democracia, alternativa y representativa, de sus partidarios políticos, y no administración delegada por el pueblo que los elegíamos, es una consecuencia de la soberanía usurpada. En la intrincada cuestión de la legitimidad de las pretensiones de gobernar a espaldas del pueblo se sacan a relucir toda clase de argumentos menos la voluntad popular. El número de los principios huecos es grande.

Decían los adecos que la persona presidencial de Betancourt era sagrada e inviolable; sometemos a la consideración de los lectores, en este cuestionario, tres puntos y son:

1º Qué diferencia había entre la persona de Betancourt presidente a la de Betancourt.

2º Qué querían decir con que la persona de Betancourt era sagrada; y si esta frase evocaba representación clara de cosa alguna.

3º Si es que el pueblo era violable, pues de otro modo no se concibe a que conducía decir que la de Betancourt no lo era. ¡Ay, pero hablando claro se perdía esa misteriosa penumbra en que mandaba ejecutar a sus oponentes políticos. Todo ello por no decir lisa y llanamente que Betancourt, como los niños y los locos, era irresponsable de sus acciones.

El señor Betancourt y el santurrón Caldera, deseaba se sustituyera la soberanía del pueblo, fruto comunista y maldito, con la autarquía adeco-copeyana. Pero, era el caso, que el pueblo lo interpreto y aún no sabemos cómo era esa autarquía, gracias a la indecisión, vaguedad e inconstancia de las ideas que andaban por el tal discurso adeco-copeyano.

Creía el señor Betancourt y el santurrón Caldera que si el pueblo, ese pueblo tan odiado por ellos, ese pueblo de que con tanto desprecio han hablado siempre y habla el clan adeco-copeyano, desde Betancourt acá, sí ese pueblo ha conquistado el poder, es porque se ha confundido con el no pueblo, y porque hoy vale más que los restos gastados de la vieja guardia adeco-copeyana y sus derivados, restos que son pendejo del pueblo y órgano atrofiado.

Tales defensas de una “democracia ideal”, que en el fondo lo era hecha a imagen y semejanza, de quienes la patrocinaban, han sido siempre achaque de todos los espíritus especulativos o huraños que viven fuera del aire fresco de la realidad. El señor Betancourt y el santurrón Caldera y sus delfines, soñaban y sueñan con una democracia a la gringa para Venezuela.

Víctimas del vértigo, sin acaso distinguir más que el ideal gringo, han despreciado el sano instinto del pueblo venezolano, la resultante de las inteligencias y medias, y no han visto que la gran obra común la han hecho los pueblos poquito a poco y no los zánganos, que son expulsados del poder por el mismo pueblo.

Víctimas del vértigo han menospreciado al pueblo, hasta que, o por la triste realidad o por cubrir su flaco y bien parecer, se han tratado de revestirse de él.

¡En mala hora lo hicieron!

El dogma fundamental del socialismo, su esencia, lo que lo distingue del sistema capitalista burgués, el punto de unión de todos los socialistas, es la soberanía del pueblo. Por encima de la voluntad del pueblo no hay más que la ley, aceptada por el pueblo, pero aceptada libremente.

—Camaradas: los pranes Nazis bobolongo Otero y el obispo plumoso son unos hijos de la gran puta, más que sus madres sean unas santas.

¡Gringos Ho Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!


manuel.taibo@interlink.net.ve


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Manuel Taibo


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