La resurrección de la lengua según Marquina

El diputado Alfonso Marquina, en un encendido discurso en la Asamblea Nacional, pronosticó que el 7 de octubre la gente saldría a votar masivamente por Hugo Rafael Chav...¡ay! La cerrada ovación de los rojos rojitos lo sacó de su extravío. Intentó enmendar el capote sobre la marcha pero en estos casos, como recomienda el bolero, lo mejor es callar. No lo hizo y siguió cuesta abajo en su rodada oratoria. No es al primero ni será al último tribuno que le pasa tan incómodo desliz. Por eso los romanos –cuna de oradores- inventaron un elegante latinajo para suavizar con exquisitez el tropezón: el lapsus linguae.

La vehemencia tiene sus trampas. Los clásicos, que estaban en todo, inventaron los recursos retóricos para superarlas. Cuando alguien pronuncia un disparate en público, se le sale lo contrario de lo que quería expresar o la lengua exterioriza una traición del subconsciente –ese invento de los discípulos de Freud- , queda de lo más chic excusarse con la refinada frase de: “perdonen, tuve un lapsus linguae”. El latinajo es efectivo. Los más desinformados se preguntarán: “¿qué querrá decir eso?”, pero se harán los que lo saben. Los más entendidos sonreirán benevolentes y los amigos del infortunado celebrarán con la expresión cómplice: “¡Tremenda salida, te la comiste!

Claro, cuando el extravío de la lengua ocurre en un ambiente caldeado como el de la Asamblea Nacional esa mala noche de Marquina, donde los adjetivos iban y venían sin discriminación, no es para nada recomendable recurrir a semejantes finuras. Salir con que tuve un lapsus linguae es echarle más leña al fuego de la mamadera de gallo neurolinguística. Allí lo único que queda es la sabiduría del bolero: callar. O en una riesgosa huida hacia adelante, sumarse a la guachafita, aun cuando sea uno el blanco de la guasa. Reírse de uno mismo es la más alta expresión del humor pero, te lo aseguro, no es nada fácil.

De vuelta al corral académico y entrándole al análisis del discurso, no creo en la hipótesis freudiana de que al diputado “lo traicionó el subconsciente”. Tampoco en la tesis seudo clásica del lapsus linguae. Se me ocurre que el asunto es más pedestre, callejero y humano: sucede, simple y llanamente, que ni los dirigentes ni las bases de AD, Copei y Un Nuevo Tiempo han internalizado como su candidato a Henrique Capriles Radonski, “no se lo han metido en el alma golondrina”, me corrigió una adeca arrebatada por la “Historia de una canción”. Les cuesta decir “nuestro abanderado”, “nuestro máximo líder”, “nuestro conductor”. Eso no cuadra ni es imaginable en la verba desatada de un Ramos Allup, un Barboza o un Marquina. Aquello de “lechuguinos, petimetres y mariposillas” no fue un simple desplante retórico. La lengua, decía Martí, es jinete del pensamiento y no su caballo.

Tampoco las bases adecas, de Un Nuevo tiempo (valga la redundancia) y de Copei terminan de asimilar la victoria de Primero Justicia, la candidatura de alguien que no se les parece en nada y sobre todo, su derrota a manos de unos recién llegados a la política con conducta de derecha ultramontana (Ramos Allup dixit), pero que se dicen de “centro izquierda”, casi a punto de volverse “socialistas”, cómo no. Tamaño menjurje ideológico existencial provoca el extravío discursivo de cualquiera, por muy pico de plata que sea.

Súmele a eso el sectarismo amarillo que mandó al olvido al venerable Ramón Guillermo Aveledo –el Charles de Gaulle de la MUD, le dicen-, a doña Teresa Albanes después de la quemazón y que, además, no se quiere retratar con los sobrevivientes de la Cuarta porque “nos rayan”. Todo eso le traba la lengua al más deslenguado. Empero, la semana santa le vino como tabla de salvación al lapsus linguae del diputado, pues las víctimas del discurso también tienen su domingo de resurrección.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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