Me encontraba en un establecimiento comercial cercano a mi residencia en el año 2003 (no requiere más comentario). La dueña de esa farmacia, con la cual he tenido vínculos por muchos años, como vecina de la misma zona, estaba temblorosa, sudaba copiosamente, agitaba sus brazos de forma violenta y desordenada; a su lado su hijo de ocho años con mirada extraviada por el pánico lloraba. Así la encontré al entrar a su comercio y dirigiéndose a mí me dijo literalmente: Ve a mi hijo, que orgullo tan grande siento, que ternura tan inmensa la de mi niño, ¿sabes lo que me acaba de decir? que quiere matar con sus propias manos a Chávez (sin palabras)
Cercana a las elecciones presidenciales del 7 de octubre próximo pasado, nuevamente, en el mismo sitio, la misma persona, con tono desesperado , con un rictus extraño en sus labios y voz ahogada, me dijo: Estoy bajo el pánico, en el camino a mi negocio, me tope con varios bolivarianos y creí que me atacarían, así no se puede vivir Yo le pregunté: ¿Te agredieron? Ella me contestó que no, pero que creía que lo harían. Esta vez sí le respondí claramente y le dije: Tú creiste , pero no te hicieron nada; en cambio a mí los opositores me atacaron ferozmente , me agredieron salvajemente y me quemaron mi carro , estacionado frente a mi casa en la época de las guarimbas en el 2004. La diferencia es del cielo a la tierra, no crees?
2013, luego de las elecciones, nuevamente la ví, junto a otros vecinos, frente a mi casa , caceroleando con furia y gritándome que me atreviera a poner a Alí Primera. Lo hice.
Catorce años tenemos los bolivarianos aguantando el asedio, agresiones verbales, físicas y materiales de la peor calaña, asesinatos, destrucción, por parte de la sociedad pacífica y decente opositora. Esa que cree que los chavistas la van a atacar, pero que no la atacan.
Por cierto, el niño de esta historia, hoy es activista de Javú.
Los culpables de esta alarmante situación, que han inoculado un odio que ha ido creciendo hasta llegar a límites de extrema peligrosidad, están claramente identificados. Nuestro pueblo sano, pide a gritos JUSTICIA.
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