La oposición: entre Fermín y Álvarez Paz

La estrategia de deslegitimación de poderes está en marcha.

Ya hemos dicho que el objetivo no es otro sino preparar el terreno para cantar fraude en las elecciones de diciembre de 2006, e incluso buscar las vías para fomentar un desenlace no electoral a las desesperadas pasiones de una oposición que ha visto mermar su capacidad de convocatoria a niveles casi lastimeros.

El boquete que tiene esa estrategia es la patética debilidad política y electoral de quienes la impulsan.

Ciertamente, el alto índice de abstención no es para hacer fiestas, ni en un bando ni en el otro. Es para sentarse a reflexionar. Las causas de este fenómeno son muy variadas y hasta la fecha no se ha realizado un serio estudio de opinión, deslastrado de la contaminación y parcialización que ciertas firmas encuestadoras le imprimen a su trabajo, para desagregar los componentes del abstencionismo. Por eso resulta ridículo que la oposición, sobre todo la que a última hora botó tierrita y se retiró del terreno de juego, pretenda secuestrar ese 75% de ciudadanos que optó por permanecer en casa.

Ese estudio de opinión que no se ha hecho pudiera depararle grandes sorpresas a una oposición que comete lo que en el ámbito penal se denomina apropiación indebida calificada. Resulta risible que dirigentes políticos venidos a menos, y que fueron a refugiarse vergonzosamente en las listas de los parlamentos Andino o Latinoamericano por temor a la humillación de no repetir en la Asamblea Nacional, se erijan ahora como los promotores de la abstención, como los causantes de lo que ellos denominan una derrota chavista.

Es bueno preguntarse, por ejemplo, qué porcentaje de electores habría movilizado la oposición en su conjunto en caso de no haberse retirado del proceso. Apuesto a que ciertamente habría sido menor la abstención que el ya conocido 75%, y también creo que el electorado chavista, que es indiscutible mayoría, se habría animado a participar en mayor proporción, y allí radicaba el temor opositor. El olor de la derrota, que ya le es familiar, espantó a dirigentes y a partidos que ser resisten a ser cada vez más minoritarios.

Prefirieron por eso rendirse ante el chantaje de la oposición niplera y anotarse como segundones en una agenda que aún está por desarrollarse, y que en buena medida fue desmantelada con la denuncia de los parlamentarios del Movimiento Quinta República sobre la existencia de un plan subversivo fomentado por conocidos oficiales en situación de retiro.

Una victoria a juro

La decisión de no participar en el proceso quiere ser convertida a juro en una victoria política, pero la procesión va por dentro y ya se escuchan los gritos. En Primero Justicia, por ejemplo, se está generando una reacción en cadena contra los promotores del retiro. Saben que esa iniciativa deja boqueando la candidatura presidencial de Julio Borges, porque no es fácil reconstruir de un día para otro una argumentación creíble sobre el porqué era correcto no contarse en diciembre de 2005 y echar por la borda varias diputaciones, y sí lo es participar en la carrera presidencial sin chance de ganar ni de hacer un buen papel.

En Acción Democrática parece no haber tal conmoción, pero ya llegará la hora en la cual Henry Ramos Allup y el CEN que él encabeza deban rendir cuentas a su militancia.

No es precisamente exitoso un partido que pierde en poco más de un año sus gobernaciones, sus alcaldías y un grupo parlamentario de veintitantos diputados. En verdad, Henry es un político hábil y sabe manejar muy bien el verbo, pero no le será fácil sobrevivir a este cuadro tan poco alentador para un partido que hizo de la fortaleza electoral su principal orgullo. Si AD y los demás partidos opositores tendrán que recoger firmas o no, ese es un asunto que le compete determinar al CNE, pero no hay duda de que sí les sale recoger los vidrios rotos.

Socialcristiana sepultura

La situación de Copei no es menos dramática. Con su retiro del proceso electoral parece concluir el ciclo vital de la organización fundada por Rafael Caldera y Pedro del Corral.

Carece de liderazgos con anclaje social. Sus principales dirigentes ya no están al frente, algunos por edad, otros porque se fueron y otros porque quieren marcar distancia frente a los dislates de sus actuales conductores.

Eduardo Fernández hizo lo imposible por evitar la debacle total, pero no fue escuchado. Hoy creo que al viejo Copei no le sale recoger firmas sino hacer la recolecta para el viaje final hacia el cementerio de la política, aunque digan por allí que en política no hay muertos.

Otros partidos que se retiraron o que anunciaron su no participación, como Convergencia y Proyecto Venezuela, también parecen haber concluido su ciclo existencial, y lucen condenados a vivir en el confinamiento de la micropolítica, como le ocurrió a Unión Republicana Democrática, si es que sus dirigentes no optan por bajar la santamaría con algo de dignidad.

En el caso del MAS y La Causa R el cuadro también es crítico porque se han visto reducidos a su mínima expresión. En la tolda naranja vienen escuchándose voces de reproche y cuestionamiento a su debilitada dirigencia, y no falta quien clame por un retorno a las filas del chavismo.

Otros apuestan a que una eventual candidatura de Teodoro Petkoff les devolvería el aliento perdido, pero está por verse si el catire definitivamente se lanza y si lo hace teniendo como plataforma principal a unas siglas que están muy lejos de ser lo que fueron cuando Teodoro fue su abanderado. Lo más probable es que Teodoro trate de venderse electoralmente con otra imagen, sin unas siglas que lo amarren, y mucho menos que lo tomen como salvavidas...

El negro y el blanco...

Hay dos nombres otrora vinculados a la partidocracia tradicional y que son expresión de dos opciones que hoy tiene por delante la dividida y debilitada oposición venezolana.

Son ellos Claudio Fermín y Oswaldo Álvarez Paz. Y no hablo de candidaturas sino de posiciones políticas.

Este último tiene el apoyo mediático suficiente a la hora de salir a fomentar su visión de derecha tradicional, y a empujar un desenlace no democrático en nuestro país. Por eso activa a favor de la abstención y ha dicho que su pequeño movimiento no reconoce al CNE ni a la nueva Asamblea Nacional.

Ese es un camino.

El otro camino lo representa Claudio Fermín, un ex dirigente adeco que tiene el mérito de haber luchado a lo interno de sus filas contra el otrora poderoso aparato controlado por Luis Alfaro Ucero, y contra dirigentes como Luis Piñerúa, Octavio Lepage y otros. Pues bien, Fermín se ha convertido en el principal detractor de la oposición. Y no es precisamente porque lo haya comprado el Gobierno o porque esté pensando en saltar talanqueras. Ha tenido la virtud de predicar en solitario contra una política suicida. Por eso se opuso al paro, condenó la guarimba, criticó la falta de humildad opositora frente a la derrota en el referéndum y también se deslindó a tiempo y con firmeza del abstencionismo.

Si algo ha producido este retiro del proceso electoral es una crisis y no precisamente en el seno de las fuerzas del Gobierno. En la oposición se avecinan definiciones sobre el camino que seguirán. En dos platos, el camino Fermín o el camino Álvarez Paz. Y se avizora la lucha por un liderzazo que aún no existe.

Pequeños movimientos se aprestan a arrebatarle la chamuscada batuta a fuerzas y dirigentes cuyas siglas y nombres están y estarán asociados al pasado y a la derrota. El juego apenas comienza. Y el nuevo frijolito nada que aparece...


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Vladimir Villegas

Periodista. Ex-presidente de VTV, ex-viceministro de Relaciones Exteriores para Asia.

 vvillegas45@gmail.com      @VladiVillegas

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