Amanecía el sábado 2 de marzo de 1743 —escribe el historiador Luis Alberto Sucre—, Caracas dormía con calma. El canto de los gallos, la voz de los serenos que con melancólico dejo repetían de uno en otro el tradicional anuncio del tiempo y la hora.
La monótona campana del arreo que entra; el silbido del indio que lleva a pastorear las vacas; y algún indeciso murmullo de la vida que renace, eran casi los únicos ruidos que turbaban momentáneamente el silencio de las calles.
De pronto, muy lejano (dos golpes muy distantes y confusos) se oye un ruido sordo, que el Wuaraira Repano, centinela gigante —continua Sucre— recoge y repite con prolongado eco, como queriendo advertir a la ciudad de algún inminente peligro; pasa un momento, y claras y precisas se oyen dos detonaciones (apagadas muy distantes). Minutos después dos cañonazos disparados por el Castillo de la Cumbre (más fuertes y sonoros), casi inmediatamente repetidos por el Fortín de la Puerta de Caracas, dan la señal convenida para anunciar a la población la nueva de:
¡Escuadra enemiga a la vista!
Poco antes de las seis de la mañana, el vigía de la atalaya del Zamuro del castillo de la Guayra, alcanzó a ver tres velas a barlovento:
¡Carajo y esto qué es! Pero si son mucho más de tres… ¡Por la Virgen de Copacabana! Si son siete… Qué digo, doce… ¡Sálvenos el Señor! Si es toda una flota inglesa de diecinueve barcos… Déjame avisar. ¡Epa, Juancho, mira pa’allá y toca la campana!
¡Artilleros! A sus cañones. Llamad a Don Mateo Gual.
Mateo Gual: ¿Qué es lo que pasa?
Mirad por vos mismo, don Mateo…
Mateo Gual: ¡Caray! Si es la mayor flota que yo haya visto y a menos de cinco leguas. ¡Todo el mundo a sus puestos y haced funcionar el telégrafo de los cañones! (Dos disparos de cañón intensos y sonoros. Pausa. Dos más distantes y apagados que se repiten con igual intensidad y a distancia, para seguir un curso descendente en dirección a Caracas. Voces.)
Movilización General. ¡Ahí viene don Gabriel de Zuloaga, gobernador y capitán general de Venezuela!
Zuloaga: Oídme bien, buena gente de Caracas, una poderosa escuadra está frente a la Guayra. Todos los hombres en edad de guerrear desde catorce hasta sesenta años que se apresten de inmediato a combatir al enemigo.
Voz de anciano: Yo tengo algo más de sesenta, excelencia, pero todavía sé disparar un fúsil.
Niño: Y yo lo hago mejor que el abuelo, aunque tengo doce.
Zuloaga: Quedaos mejor, vosotros, en Caracas, no vaya a ser cosa que nos sorprenda el enemigo.
(Alzando la voz) Eh, oficial, dad las órdenes para los que de La Guayra se enteren que ya salimos en su auxilio y que funcione el correo del humo para advertir a las guarniciones de Aragua, Barlovento, Valencia, Puerto Cabello, Coro y Maracaibo… ¡Que toquen a zafarrancho y a generala! Y que antes de media hora estén todos reunidos alrededor de la Plaza Mayor.
Oficial: En seguida, Excelencia.
(Toque de arrebato de las campanas y tambores. Caballos al paso y al galope. Toques de corneta.)
Caracas es un ir y venir de gente. La población sin distingo de razas se dispone a defender a Venezuela de los ingleses.
(Mujer criolla y popular) Cuídate, mi negro. Llevas puesto el colmillo de caimán.
Negro: (Resignado) Tranquilízate, mujer, y si me matan, descanso de una vez de ser esclavo.
A las diez de la mañana, dos navíos se destacaron de la escuadra inglesa y avanzaron hacia el puerto.
Mateo Gual: ¡Los cañones de alcance corto que disparen!
Oficial: No los alcanzamos con estos cañones, Capitán Gual.
Estruendo de cañones lejanos. Balas silbando. Impacto contra la fortaleza.
Oficial: Ahora avanza toda la flota. Se envalentonaron por el corto alcance de nuestros cañones; en cambio ellos mirad lo que han hecho…
Mateo Gual: Perro viejo late echado, cayeron precisamente en la trampa. (Elevando la voz) Artilleros de largo alcance, prepárense a disparar cuando yo lo diga. Dejen que se metan bien adentro. ¡Atención! ¡Fuego! (Estruendo de cañones. Gritos de júbilo.) ¡Les dimos!
La nave almirante hace aguas, le dimos en medio de la línea de flotación y le tumbamos toda la arboladura.
Al Almirante inglés Knowles una bala de cañón le arrancó una pierna y otra mató a los dos cirujanos de a bordo que acudieron en su auxilio. La flota inglesa redobló el ataque haciendo caer sobre La Guayra una lluvia de bombas, entre las que abundaban las incendiarias. Los criollos, con Gual al frente, respondieron con todo el poder de su artillería, repeliendo algunos intentos de desembarco.
Tras la tenaz resistencia de los venezolanos, a las siete de la noche la flota inglesa se retiró mar afuera, poniéndose a salvo de la artillería. Muertos y heridos, al igual que incendios y escombros cubrían la ciudad. A las diez de la noche, con el Gobernador Zuloaga al frente, llegaron los caraqueños a tambor batiente y entre los gritos de sus compatriotas. El día siguiente fue de relativa calma; pero al anochecer tres fragatas inglesas la pasaron disparando contra La Guayra. Esa misma noche, y al otro día, intentaron desembarcar con frustrados resultados. Las tropas venezolanas repelieron el ataque y capturaron dos lanchas.
Durante cuatro días los ingleses asediaron a La Guayra. El 6 de marzo la flota se retiró en derrota. El Almirante Knowles murió al llegar a Curazao y los invasores tuvieron seiscientas bajas. Fue la primera gran victoria de los venezolanos contra los ingleses. El 6 de marzo de 1743, es uno de los días glorioso de nuestra historia. ¿Lo sabían ustedes? ¿Cómo se explica esta flagrante omisión de una gesta como aquella, comparable y predecesora de las grandes batallas que nuestros ejércitos darían por la libertad? ¿Cómo es posible que no se celebre como es debido esta gran batalla naval donde los venezolanos vencen a la Reina de los Mares? Sólo cabe una explicación: Inglaterra fue nuestra aliada durante la guerra de Independencia y por un largo tiempo, hasta que nos arrebató La Guyana Esequiba. No era ocasión propicia para estar celebrando victorias contra ella. Luego nos olvidamos de lo sucedido. Aquí tienen otro ejemplo más de cómo la política en Venezuela conforma a la Historia.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria, Socialismo o Muerte!
¡Venceremos!