A estas alturas de nuestro tiempo, después de 17 años de post-antipolítica en Venezuela, creo que ha retornado, como efecto boomerang la antipolitica de las décadas de los 80 y 90 la cual con la muerte de nuestro gigante y Segundo Libertador produjo de ipsofacto la antipolítica, con apenas dos años que lleva nuestro Presidente Nicolás Maduro, se ha agravado al extremo de que ya miles de chavistas no quieren saber más de nuestra revolución, el problema no está en que si nuestro Presidente es capaz o incapaz de ejercer la Presidencia. El talón de Aquiles de nuestra revolución, es la inseguridad y el desabastecimiento de los productos de la cadena alimenticia. Si nuestro Presidente se declarase en EMERGENCIA NACIONAL CON ESTADO DE EXCEPCION Y ATACARA FRONTALMENTE TANTO A LA INSEGURIDAD COMO A LA GUERRA ECONOMICA CON ESTADO DE SITIO, LOGRARIA DISMINUIR A UN MINIMO COMUN ARRASADOR LA SITUACION, PORQUE YA LA ESPECULACION DE LOS COMERCIANTES ES DESASTROSA ESTAN PROVOCANDO LA IRA DEL PUEBLO, COMO ES POSIBLE QUE EXISTA DIFERENCIA DE PRECIOS DE UN MISMO PRODUCTO ALIMENTICIO, NO CABE DUDA QUE LOS EJECUTORES DEL BACHAQUERISMO DEBEN CAER PRESOS. La guerra económica es una acción criminal de lesa humanidad. Acaparar y extraer del país, los productos de la cadena alimenticia así como los medicamentos, no es un ataque contra el gobierno sino contra el pueblo directamente. Y sus autores intelectuales están en la clase dominante de la oposición, recientemente vimos un video a vox populi como esos exquisitos se expresan despectivamente del pueblo.
Recientemente el Diario el Universal, publicó un artículo de opinión, cuyo texto es del tenor siguiente: "La antipolítica sigue vivita y coleando por PEDRO BERNARDO CELIS "Como vaya viniendo, vamos viendo" Eudomar Santos La famosa frase del personaje Eudomar Santos en la novela de RCTV "Por estas calles", creada por Ibsen Martínez hace ya casi 25 años, nos recuerda los orígenes de la implosión política en nuestro país. Nos identificamos con la frase, ya que estamos acostumbrados a la improvisación y al bochinche. Incluso nos sentimos orgullosos de pertenecer a un pueblo acostumbrado a resolver con ingenio los supuestamente inesperados retos que se le presentan. Nos sorprendemos gratamente cuando observamos a compatriotas ejecutar acciones previamente planificadas y que funcionan como un reloj suizo. Sin embargo, lo que realmente refleja la pegajosa frase, es una pérdida total de rumbo de la sociedad venezolana. La ausencia de objetivos y valores compartidos, nos llevó a asumir como nuestro, el mantra del pintoresco personaje. La novela de Ibsen Martínez, es fiel reflejo de la sociedad venezolana de la época. Una sociedad tan hastiada de la política y de los políticos, que se aferró a la antipolítica, como vía de escape. La antipolítica hizo que los venezolanos abandonaran sus valores democráticos fundamentales. Ensalzando a golpistas y defenestrando a demócratas. El libro "La revolución de los náufragos" de Mirtha Rivero describe magistralmente esa triste época de la política venezolana. La sociedad entregó el país, una vez más, y en bandeja de plata, al gendarme necesario. "Por estas calles" no creó un movimiento de antipolítica en Venezuela. El movimiento de la antipolítica ya existía. "Por estas calles" simplemente lo reforzó y lo amplificó exponencialmente, para que como bola de nieve nos llevara a todos por delante. Bajo la perspectiva del pensamiento sistémico, la política es el conjunto de acciones que toman los miembros del sistema social para desarrollar su organización propia, establecer jerarquías, evolucionar y perfeccionarse. La idea es que el sistema social perdure en el tiempo. La sociedad desarrolla, a través de la política, instituciones jerárquicas que conforman lo que conocemos como poder público. Este poder público es creado por todos, pero manejado por políticos, que son personas que se dedican a hacer de la política, su vida. Si los políticos buscan, no el bien común a su buen entender, sino el bien de todo el sistema social, lograran que éste evolucione hacia un sistema social cada vez más robusto y exitoso en sus objetivos. Si por el contrario, el político decide no actuar para el bien de todo el sistema social, sino para el bien de una fracción del mismo, la evolución del sistema se estanca, o incluso retrocede. Cuando esto ocurre, se puede dar el fenómeno de la antipolítica. El problema de la antipolítica es que su única razón de ser es estar en contra de la política. La antipolítica no construye una sociedad, solo la destruye. Lo vivimos en carne propia a través de la revolución de los náufragos. Los venezolanos todavía no hemos aprendido la lección, y la antipolítica sigue vivita y coleando entre nosotros. Pareciera que todavía no nos hemos dado cuenta que la antipolítica solo destruye. Es necesario aferrarnos a la política, como única herramienta que garantiza la perdurabilidad en el tiempo de nuestro sistema social. Además, así como el médico diferencia entre el colesterol bueno y el malo; nosotros, dentro de la política, debemos diferenciar entre los políticos buenos y los malos. Debemos identificar y apoyar a los buenos. A quienes buscan la inclusión de todos, como si fuera el Santo Grial. A quienes tienen en su corazón a la totalidad del sistema social, y no solo a una pequeña fracción de la sociedad. En el lado oficialista, el gobierno revolucionario está lleno de políticos diestros, pero sectaristas, que velan por intereses propios. Ellos tienen objetivos que distan mucho del bienestar del sistema social como un todo. Pero en el lado opositor, todavía hay mucho de antipolítica, incluso en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Se toman decisiones que atentan contra los partidos políticos, que son los principales generadores de la verdadera política, aquella que construye sociedades robustas y perdurables. Decisiones que pretenden asegurar el voto de la antipolítica, pero que a la larga debilitan más y más las opciones de construir un futuro mejor. La antipolítica ganó dos batallas clave en el seno de la MUD. Las primarias, que son un verdadero valor democrático, fueron conculcadas por cogollos partidistas entre gallos de medianoche. Ahora se impone la tarjeta única, como mecanismo de castración de los partidos políticos. Pero, ¿por qué nos empeñamos en neutralizar la identidad de los partidos políticos? ¿Cuál es el empeño de una tarjeta única? Los valores democráticos no residen en una tarjeta única. Los valores democráticos residen en la pluralidad de pensamiento y en la inclusión de todas las corrientes de pensamiento. @ProfPBCelis – pbcelis@usb.ve – pbcelis.tumblr.com" No cabe duda que la antipolítica está nuevamente vigente en nuestro país y esta vez está polarizada, es decir, la oposición tiene su antipolítica y nuestra la revolución también tiene la suya.