¡Luces, cámara, acción! y los políticos de las diversas tendencias ideológicas salen a escena cual celebridades, y el pueblo a merced de las tramoyas del día.
Es lamentable, pero muchos de los gobernantes venezolanos están más pendientes de sus poses en los medios de comunicación social, que de trabajar por su gente.
El primer actor de la nueva Asamblea Nacional, ha sido uno de los líderes de la oposición en decepcionar al llamado “Cambio”, porque se llevó la soberbia al Parlamento y desde ella promueve su discurso.
Sin duda, los líderes de la oposición venezolana no han aprendido. Continúan dispersos, aun teniendo una mayoría en la AN, no presentan un proyecto de país, siguen tan fatuos que se pierden en sus excentricidades.
A pesar de la llamada “guerra económica”, de las colas y la hiperinflación, continúan siendo más congruentes y sinceras las propuestas del sector oficialista, quienes también tienen sus estrellitas faranduleras.
En estas situaciones es cuando uno se pregunta, hasta qué punto sirven las ideas en un congreso que goza de agudos intelectuales, especialistas en leyes, renombradas personalidades de la política, la economía y la cultura nacional, si lo único que parecieran tener es una guerra de poder entre ellos. Estas actuaciones se burlan de la supuesta racionalidad, pues de ¿qué inteligencia hablamos?
Compañeros entiendan que el protagonista es el pueblo, quien les da a ustedes todos los días lecciones magistrales de dignidad, trabajo y de lucha patria. El pueblo ve, lee y escucha sus fechorías a través de sus amados medios de comunicación, pero también decide cuando apagar el televisor y la radio o utilizar su periódico para que el defeque su perro.
En Venezuela ya se instaló el cambio, pero no el que promueve la insólita oposición venezolana, sino la que el mismo pueblo trabajador enrumba desde sus convicciones humanistas. Señores por favor ya bajen del olimpo y pónganse a trabajar. Hay un estado de emergencia económica en todo el país, ¿saben lo que significa?
