El oposicionismo venezolano se decidió a dar el golpe de estado contra el Presidente Nicolás Maduro.
Solo unos cuantos (confundidos, alegados, en fase de reconcomio o ya idos) que aún tienen el atrevimiento de escribir en la web ponen en duda las intenciones de la derecha tutelada venezolana y hasta se someten al descredito al insinuar que la toma popular del Capitolio Nacional el día 23 de octubre fue un montaje. Hay escribidores que gozan captando sumatoria de lectores con un irreverente titular, y cuerpo sin esencia, contra Nicolás Maduro o Diosdado Cabello.
Los oposicionistas desahuciados en su afán de atraer a algún militar de la FANB para sus filas, tal como lo hicieran en abril de 2002, se resignan a un golpe parlamentario. Lo hacen en el momento menos idóneo para una Asamblea Nacional caída, por torpezas legales en desacato, y por tanto deslegalizada. Sus estrategas estudian con rapidez los golpes legislativos en Honduras, Ucrania, Paraguay y Brasil.
En el primero, un secuestro con exilio del Presidente Manuel Zelaya y luego un congreso que dictamina que el presidente violó la constitución y por tanto lo destituye. A pesar de las protestas internacionales, del guabineo de la OEA Zelaya queda destituido con la anuencia del Departamento de Estado de EEUU que jamás mencionó la palabra golpe para no obligarse a cumplir su propio ordenamiento legal. Unas elecciones atípicas legitiman el asunto y Zelaya poco a poco se pierde en el recuerdo de los hondureños. La derecha sabe cómo crear olvidos políticos.
En Ucrania, una revolución de colores, que consiste en poner en la escena del poder político (la capital) a un buen grupo de miles de militantes políticos encolerizados contra el gobierno, logró sacar del poder en 2004, al Presidente electo Víctor Yanukovich e imponer a un gobierno de derecha que acabó literalmente con la economía ucraniana. La derecha es experta en arruinar a los pueblos para enriquecer más a los ricos.
Tal fue el caos que en 2010 Yanukovich vuelve -¡Por elecciones!- al poder. La derecha no cabe en sí de ira. Yanukovich se acerca a Rusia y se dispone a impedir que Ucrania ingrese a la Unión Europea. El Departamento de Estado, según su propia confección, entra en acción para una nueva “revolución de colores”, pero esta vez de fuego. Financian a violentos opositores y asaltan los edificios públicos. Obligan al Presidente a negociar, y en un momento de debilidad del Presidente, un congreso con diputados comprados, lo destituye. “Al imperio ni tantico así”.
En Paraguay un ex obispo católico fue elegido en 2008 por el pueblo para acabar con una dictadura personal y de partido de más de 60 años. Pero como decidió acercarse a los movimientos de revolución progresista de Suramérica, la derecha optó por sacarlo del juego. Y fue fácil, le crearon un falso positivo, acusándolo de una masacre de campesinos –de la cual años después se comprobó su inocencia-, le hicieron un juicio político exprés en el congreso y lo destituyeron. La UNASUR protestó, fue a La Asunción, pero el golpe se consumó. Lugo se confió en la institucionalidad que lo golpeó y no convocó a mayor resistencia. El gobierno paraguayo de hoy, de origen ilegitimo, es uno de los socios más arrodillados del imperio. Si el gobernante no convoca al pueblo quedará solo.
Brasil se convirtió con Lula, electo Presidente en 2003, en la octava potencia mundial. Lo más importante es que Lula llegó para distribuir la riqueza al pueblo. En 2012 lo sucedió su camarada de partida Dilma Rouseff. Ya la derecha estaba decidida a acabar con el PT y sus líderes, lo cual era imprescindible para debilitar a otros gobiernos rebeldes como los de Argentina. Bolivia, Ecuador y Venezuela. La derecha tiene mucha paciencia para lograr sus objetivos, solo dispara cuando se sabe perdida por la acción popular
Por alguna razón el PT en lugar de trabajar para aumentar su caudal electoral y organicidad prefirió meter en el gobierno, de segundo a bordo a un vicepresidente extra partido que resultaría un caballo de Troya.
Un congreso de derecha, al que se sumaron los votos del propio vicepresidente de Dilma, activo una patraña política y destituyó a la Presidente que al igual que Lugo en Paraguay confió en una institucionalidad alineada con el golpismo. El pueblo brasileño, no convocado para la defensa de sus logros en la calle, tampoco fue a las elecciones para respaldar al PT en las municipales. La debacle fue estruendosa. Al pueblo no hay que hacerlo esperar cuando se trata de pasar a la ofensiva. Ahora Brasil sufre, y su presidente de origen fraudulento goza obedeciendo al norte. La derecha es experta en borrar conquistas populares.
La derecha venezolana, liderada como siempre por adecos y copeyanos disfrazados, y cada vez más de ultra, de seguro estudió todos estos golpes legislativos. Y de manera torpe decidió tomar un poco de cada uno.
Llamar a su gente a la calle, llenándola de odio, para hacerla capaz de hasta ofrendarse en un rito macabro, pasado por necesario. Sus sacerdotes azuzan por las redes, por la tv, desde EEUU. Con un legislativo en mayoría, pero deslegalizado, montan la tramoya para que sus aliados internacionales en EEUU, en España, en la OEA y algunos ex presidentes fracasados los respalden. Los medios de derecha son infalibles en envenenar con odio a los militantes débiles.
Esta derecha venezolana no mide su ineptitud inducida. En Venezuela la constitución es muy clara en cómo se procede para hacer un juicio al Presidente, a los diputados, altos cargos del poder público y oficiales de la FANB. Para todos hace falta un juicio de mérito que debe ser solicitado por el Poder Ciudadano ante el Poder Judicial.
Olvidaron ya el antejuicio que se intentó contra los militares “preñados de buena voluntad”, cuyo delito era eminente.
La Constitución Bolivariana recoge el principio del ante juicio de mérito contenido en la de 1961, que fue aplicada en 1993 al entonces Presidente Pérez por su propio partido que dominaba todas las instituciones.
La AN venezolana, en desacato, de espaldas a la realidad, actuando para jefes que la tutelan desde el norte, no tiene en este momento la cualidad para legislar en Venezuela hasta que no se ponga a derecho.
Por otra parte si alguien está al frente de sus responsabilidades las 24 horas del día, de acuerdo con la constitución y las leyes es el Presidente de la República Nicolás Maduro Moros.
En Venezuela, el principal error, la principal ausencia que Honduras, Ucrania, Paraguay y Brasil permitió un golpe legislativo no existe. En Venezuela el pueblo está en la calle, convocado y auto convocado en perfecta unión cívico militar, y el Presidente Nicolás Maduro forma parte de ese pueblo, de esa unidad.
“Oye golpista ven pa que veas, este es el pueblo que va a dar la pelea”
Para ganarla, las veces que sea necesario.
@bolivarreinaldo