Para nadie, en el mundo entero, es un secreto el apoyo incondicional del gobierno estadounidense a la oposición venezolana, planes y más planes se imponen con el desarrollo de acciones anticonstitucionales para el derrocamiento del gobierno bolivariano. El fin último en esa dualidad imperio oposición es la toma del poder político nacional, sometimiento a políticas neoliberales y entrega absoluta de la soberanía, la independencia y los recursos naturales. Con esos objetivos es imperativo el derrocamiento del gobierno y el desmantelamiento de la institucionalidad republicana, la derogación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En ese esquema no puede ni deben existir diálogos fraternos que nos lleven a toda la nación venezolana a un clima de paz y estabilidad política, social y economía. ¡La guerra, destrucción y muerte es sin duda la mejor opción imperial en el desmantelamiento del estado, de la sociedad venezolana! Eso lo sabe y lo practica la oposición en Venezuela.
En su predica anti bolivariana, anti republicana, anti constitucional, apátrida, la dirigencia opositora ha convencido a buena parte de la sociedad que el problema económico es el modelo socialista, de equidad y justicia, el socialismo bolivariano del siglo XXI, para ellos el capitalismo neoliberal es el único modelo posible, desde luego; a través de él se entregaran nuestras riquezas al conglomerado industrial militar económico de los Estados Unidos, su mentor y titiritero, máximo exponente del capitalismo salvaje, del neoliberalismo. En su práctica no puede ni debe existir modelo alterno alguno. El diálogo entre venezolanos conduce a la estabilidad política, la paz social y mucho más allá, a la estabilidad económica.
La estabilidad económica, derivada de los diálogos políticos y la paz social, representa, sin equívocos, recuperación económica de la Nación sin intervención ni auxilios del FMI o BM ni políticas neoliberales. Esta recuperación económica nacional al amparo y control del un gobierno socialista, de un Estado Nación soberano e independiente significa prosperidad. Significa una alternativa posible a la imposición del modelo neoliberal, una alternativa peligrosa para quienes adversan al socialismo como sistema político, social y económico.
El dilema de la dirigencia opositora está entre la paz y prosperidad bajo la concepción social, política y económica de igualdad y equidad derivada de diálogos y acuerdos políticos fraternos o la guerra, imposición a sangre y fuego imperial de un modelo neoliberal del que ya, nosotros los venezolanos, los latinoamericanos conocemos sus nefastas consecuencias. En otras palabras; para la oposición venezolana, ¡la toma del poder político está supeditada a gobernar sobre las ruinas de un estado colonial anexo en lugar de un Estado Nación Soberano e Independiente bajo los principios establecidos en la Constitución Bolivariana! Su problema existencial es; ¿quién será el señalado por el dedo imperial para gobernar la tierra devastada? ¡Henry, Capriles, Borges, Corina, Leo, Chuo, o Mendoza?¿Quién?