Fríamente calculadas, las estrategias del gran capital transnacional y sus aparatos ideológicos y militares, actuando coordinadamente en una planificación de exterminio, pretenden ablandar y vencer la soberanía venezolana.
Los poderes imperiales declaran que quieren "derrocar la dictadura de Maduro", invocando como modelo a seguir el de la "democracia" yanqui y su concepto de "American way of live", que es esa ilusión que se hace tangible solamente en el ámbito del cine hollywoodense, en el de la publicidad y en los seriados de televisión donde toda la población gringa es perfectamente "clase media", menos en la deprimente realidad social y económica de sus calles y habitantes.
El modelo imperial estadounidense, apuntalado por el Estado sionista y otras fuerzas hegemónicas de la cosmovisión de miseria y explotación capitalista, en realidad lo que se proponen con Venezuela es fortalecer su mermada geometría de poder mundial. Por ello quieren frenar el "peligro" que representa para ellos y sus seculares intereses, la única democracia participativa y protagónica que trabaja para construir su independencia definitiva, enfrenta en paz al pensamiento único y defiende la multipolaridad, por un mejor vivir para la humanidad toda.
Venezuela, no lo olvidemos, cuenta con la mayor reserva petrolera del mundo, con inmensas riquezas naturales, vegetales y minerales, además de uno de los más importantes e indiscutibles reservorios acuíferos del planeta. Es por eso que, a cualquier costo, la burguesía transnacional y los lacayos apátridas que actúan como "soldados de fortuna" o simples sicarios, quieren acabar con la Revolución Bolivariana y Chavista y, para ello, despliegan sus tácticas terroristas de combate, tanto en el plano militar, paramilitar, como en el de los simbólico y lo mediático.
Venezuela está en la mira. No nos dejemos engañar. No es una amenacita más. Es la "madre de las amenazas" y, la valoración de ello, es lo que empujó al anterior gobierno imperial yanqui, a declarar a nuestro país como "amenaza inusual y extraordinaria", decreto que hoy sigue teniendo prorrogada vigencia. La OTAN, instalada en acuerdo con el gobierno títere y proimperialista que preside Juan Manuel Santos en contubernio con su par narcotraficante Álvaro Uribe Vélez, las (al menos) siete bases militares allí enclavadas y la coordinación militar en "tenaza" con Guyana y nuestro Esequibo en reclamación, ahora fortalecido fronterizamente por el gobierno dictatorial y golpista presidido por el ilegítimo Michel Temer, en confabulación con los Estados Unidos.
Venezuela está en la mira, para acabar con nuestra soberanía, con nuestra memoria, con nuestra Revolución Bolivariana y Chavista y con el consecuente gobierno que preside el camarada Nicolás Maduro. Los poderes imperiales y sus aliados, despliegan, en la actualidad, uno de los más feroces ataques contra nuestro pueblo, y hemos sido testigos de múltiples formas de luchas para detener nuestro proceso de emancipación definitiva y de modelo social alterno que supere al capitalismo.
Este año 2017, la coordinación de acciones de asfixia económica y financiera, de ataque contra la producción y los precios petroleros, de guerra descarada contra nuestra identidad, contra nuestros símbolos, además de la imposición de matrices internacionales en la mediática, para presentar imágenes de "crisis humanitaria" y "caos" escenificados en pequeños sectores habitacionales de la pequeña burguesía (a ellos mismos les gusta llamarlos de "clase media") que justifiquen una intervención militar en Venezuela, como la que ya han ensayado en Honduras, Paraguay, en Libia, Afganistán, Irak y Siria.
Las fuerzas del poder imperial, desesperadas, despliegan acciones foquistas de terror, por las que bloquean calles y avenidas, siembran caos, provocan heridos y muertos y asaltan servicios de educación, transporte y salud, como el reciente asalto al Hospital Materno Infantil "Hugo Chávez", de la parroquia El Valle, en Caracas. Ante la presión y el rechazo popular a sus esquemas tácticos, sus estrategas y mandos les obligan a mimetizarse detrás del silencio, de las sotanas alcahuetas de sacerdotes y monjas que conforman la jerarquía católica apátrida, en el país.
Las miméticas "protestas pacíficas" a las que juegan en algunos momentos, como este lunes 24 de abril y su llamado "plantón", o el pasado sábado 22 y la "marcha del silencio" hasta la sede del partido político de ensotanados, conocido como Conferencia Episcopal, son movimientos en una guerra que los facinerosos del poder imperial quieren que termine en metralla, confrontación civil y exterminio, para poder establecerse, política y militarmente, en un territorio lleno de virtudes y riquezas, necesarias para su perpetuación dentro de la ya calculada "nueva geometría" del poder imperial mundial.
Es tarea de este pueblo valiente y revolucionario, bajo la guía y liderazgo del pensamiento Bolivariano y Chavista, continuar resistiendo. Resistiendo en paz y democráticamente, con firmeza contrahegemónica pero también con las armas en la mano (recordemos que "esta revolución es pacífica pero no desarmada"). Unidad y disciplina a la voz de Comando del presidente y Comandante en Jefe Nicolás Maduro, en esta defensa integral de la Patria. "No podemos optar entre morir o vencer, necesario es vencer", como dijera acertadamente José Félix Ribas.