Aspectos psicopatológicos de la fabricación de la madre de las bombas: las bombas heces

Al ver las imágenes de la "señora de familia" agachándose cómodamente en el corazón del escenario de las protestas radicales, en el mero centro del lugar de colocación de barricadas, nos dejó con un sinnúmero de interrogantes en relación a los extremos de la guerra psicológica aplicada a Venezuela, en donde el odio al contrario desborda los límites del pudor y la vergüenza, exponiendo públicamente las prácticas de higiene personal más íntimas. El hecho resulta impactante no solamente por ser una dama el que lo realiza sino porque concebimos que las personas seriamente deterioradas psicológicamente, seres con trastorno psicótico grave, son los que "normalmente" hemos visto que "relajan" las costumbres sociales y se disocian de la realidad, no teniendo la consciencia de discernir entre sus necesidades primarias y el control en la ejecución de los mismos; sin embargo, su comportamiento no es intencionalmente dirigido a la consecución de un efecto social sino más bien a la satisfacción inmediata de un impulso biológico.

No terminaba de salir de mi asombro cuando una nueva "estrategia" oposicionista para "derrocar" al gobierno revolucionario sale a la palestra y me deja aún más asombrado: las bombas heces.

¿Cómo es que los sectores oposicionistas llegaron al uso de heces fecales como un "mecanismo de protesta pacífica"? ¿Cómo podemos explicar, o mejor dicho, comprender, desde el ámbito de lo psicológico y de lo psicosocial, este tipo de acciones? ¿Es esto normal o está en los límites de la psicopatología?

Creo importante para aproximarnos a la compresión de este fenómeno social que vale la pena diseccionar el proceso desde la fabricación de estas bombas hasta el lanzamiento y descarga en contra de todo lo que se relacione o se asocie con el chavismo, y, a la par abordaremos los aspectos psicosociales, psicológicos y psicopatológicos inmersos en estas acciones.

El proceso de fabricación de estas bombas pasaría por las siguientes etapas:

1.- personas que donan sus heces fecales o extracción de los excrementos de pozos sépticos.

2.- personas que envasan estos excrementos en los frascos seleccionados para el lanzamiento "cómodo" con una mano de estos recipientes de vidrio.

3.- personas que transportan y distribuyen estos frascos hacia los lugares escogidos y entrega a los "manifestantes pacíficos"

4.- manipuladores finales o personas que se encargaran de lanzar estos frascos hacia los blancos elegidos.

Podemos presumir que en todo el proceso de fabricación de estas bombas están inmersos una serie de "trabajadores mentalizados" para llevar a cabo su labor disociados de los imaginarios y construcciones sociales que significan la manipulación de heces fecales a granel. Por lo general, se considera normal que los bioanalistas, los trabajadores de limpieza de cloacas, los plomeros, los bebes recién nacidos y los "locos" son los únicos que manipulan, trabajan o juegan con las heces fecales. Es algo que es aceptado normalmente en nuestra sociedad; sin embargo, el común de las personas siente aversión, asco o repulsión a tocar o manosear sus propios excrementos, mucho más heces fecales de otras personas y todavía más el manipular estos excrementos en grandes cantidades.

El que un grupo de personas lleve a cabo la labor de fabricación de estas bombas y el lanzamiento posterior contra otros seres implicaría la presencia de potentes y eficaces mecanismos psicológicos de disociación, alucinatorios, que impedirían discriminar entre la sublimación de la rabia hacia el otro y la satisfacción grotesca de visualizar y concretar los efectos del lanzamiento de las heces fecales sobre la otra persona. Este proceso psicológico comprende, en primer lugar, la introyección en la psique de estas personas de un intenso odio hacia el otro, al extremo de lograr el desplazamiento y anulación de los mecanismos de asco y escrúpulos obtenidos a lo largo del proceso de socialización desde la niñez hasta la adultez, y, luego "activar" procesos emocionales violentos sin que medien mecanismos racionales que permitan discernir y tomar distancia consciente en la realización de estos actos dantescos. Esto sería parecido a los asesinatos cometidos bajo la presión de una rabia intensa que ciega a la persona, asesinatos conocidos como homicidios bajo fuerte conmoción emocional, en el cual estas personas perdieron el control consciente de sus actos y en muchos casos no llegan a acordarse de lo que hicieron. Se produce un desdoblamiento de la personalidad mediante la cual lo racional se disocia de lo emocional, coexistiendo en la persona dos actitudes distintas respecto a la realidad, en este caso, la manipulación fecal en grandes cantidades y su uso en contra de los otros opuestos y la actitud que socialmente se ha adquirido en cuanto a los excrementos.

Todo este proceso psicológico no surge de la nada sino que es inducido y previamente planificado, con la intención sociopolítica de desestabilizar y destruir el proceso revolucionario bolivariano. Sin embargo, nos preguntamos cómo se lleva ese proceso de introyección del odio extremo al chavismo y la escisión o desdoblamiento de la personalidad sin que la persona se dé cuenta de que su psique está siendo disociada, manipulada y controlada.

La serie de películas de la Trilogia Bourne nos puede ayudar a entender este proceso de inoculación de odio, escisión y control de la personalidad. En esta trilogía fílmica se narra la historia de una organización secreta estadounidense que utiliza un grupo de militares que recibieron un entrenamiento extremo sumado a un proceso psicofísico traumático, con la finalidad de poder controlarlos y ser usados en la ejecución de asesinatos selectivos mediante la activación con mensajes de texto de la personalidad asesina introyectada. Esta película está basada en la Programación Monarca ensayada en los años 50 por la CIA, pretendiendo el control mental, la modificación del comportamiento y creación de mercenarios esclavos que puedan ser activados en cualquier momento en la realización de operaciones encubiertas. En este proceso se inocula un alter ego que es programado y accionado por los controladores. En el caso llevado a cabo en nuestro país se construye el alter ego inoculando una serie de imágenes contiguas, videos, expresiones, palabras, símbolos, los cuales son asociados con el inconsciente histórico de maltrato, abusos, desvalorizaciones sufridos y experienciados como resentimientos, frustraciones, marginación e insatisfacción de necesidades a lo largo de su vida vivida, atribuyéndolos de manera disociada al chavismo. De esta manera se produce e introyecta una realidad nueva, delirante, inconsciente, asociada a la violencia personal y social vivenciada individualmente, junto a la "personalidad previa" del individuo.

Luego, en la activación controlada, se busca crear un conflicto psicológico que provoque displacer y que dispare, por una parte, varios mecanismos de defensa psicológicos que alivien el malestar psíquico, y, por otra parte, se produzca una activación emocional violenta que descargue la presión generada por el malestar. Entre los mecanismos psicológicos de defensa esta la identificación proyectiva, en donde la persona proyecta las partes rechazadas y disociadas de sí mismo hacia el exterior con el fin de dañar y controlar el objeto en donde recae lo proyectado. Ya anteriormente planteamos que la persona tiene una serie de frustraciones y resentimientos inconscientes repudiados, y, los cuales fueron asociados por el controlador con símbolos, imágenes, videos, frases alusivos al chavismo. Al ser activada esta persona mediante mensajes multimodales se produce la escisión de la personalidad, proyectando en las figuras revolucionarias todo lo inconscientemente rechazados, percibiéndolo no como propio sino como características propias del chavismo. La distorsión percibida como realidad, realidad interna renegada, escindida y proyectada, incita comportamientos violentos, los cuales son estimulados y empujados por el grupo como masa de personas experienciando en conjunto una rabia común que es sentida individualmente como propia. La satisfacción del placer de la agresión violenta hacia el otro está alimentada por la despersonalización al interior del grupo, el cual es manipulado mediante símbolos, vestimentas, acciones grupales grotescas y temerarias. La sensación de poder sobre el otro, su sometimiento y la intensifican de estados de ira, agresividad, furia, irritabilidad, explosividad, impulsos destructivos, en una espiral de placer que retroalimenta los impulsos primitivos, por la introyección en el inconsciente de estas personas de un intenso odio hacia el chavismo.

Las bombas de heces fecales muestran hasta donde se ha llegado en el control de la psique de estos grupos oposicionistas, llevándolos al extremo de borrar los límites de lo socialmente aceptado, retornando al "yo infantil" a consecuencia del enturbiamiento del "yo adulto", reflejado en el juego placentero de los infantes con sus propias excretas. Es decir, un comportamiento intencional considerado apropiado en una etapa pretérita infantil, es realizado en una situación actual nueva, transformándose simbólicamente, la situación actual, en la situación antigua, desplazándose lo patógeno y traumático del juego con las excreciones en una desfiguración que los oposicionistas consideran insignificante y que debe ser aceptado socialmente como un acto normal, y, mediante el cual apuntan a justificar y hacer admisible el ejercicio de formas extremas de violencia delincuenciales y terroristas, "evacuando" sobre los demás lo peor interno que tienen y que resulta inaceptables para ellos mismos.



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Ysrael Salinas


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