La reciente bendición, por parte del Arzobispo de Barquisimeto, Monseñor Antonio López Castillo, de un grupo de jóvenes evidentemente ataviados con ropaje de lucha terrorista y asumiéndose como libertadores, ha despertado el sueño de muchos y ha traído a la memoria los oscuros días de la República Italiana de los años 1922, 23, 24, 25, 26 y subsiguientes, época en la cual el maridaje tenebroso entre la Iglesia católica representada por el Papa Pío XI y el Dictador Benito Mussolini, trajo lamentos, muertes, ejecuciones, desapariciones, fusilamientos, quemas terribles, juicios sumarios, destrucción y la consolidación de un estado terrorista, FASCISTA.
Ya para 1929 Benito Mussolini, el gran fascista Italiano, hacía tiempo que se había dado cuenta del poder que tenía la religión, y en especial la Iglesia católica, para movilizar a las masas y lograr el apoyo general e incondicional del humilde pueblo Italiano. Esta sentencia que se le atribuye a él, lo expresa de forma muy clara:
¡Miren esta multitud de todo país! ¿Cómo es que los políticos que gobiernan las naciones no comprenden el inmenso valor de esta fuerza internacional, de este Poder espiritual universal? " Avro, Manhattan. The Vatican in World Politics. Italy, The Vatican and Fascism. London: C.A. Watts & Co. Limited, 1949.
En 1929, precisamente se firma el Tratado de Letrán entre el Cardenal Gasparri representando al Papa Pío XI y el más terrible fascista Benito Mussolini, tratado que le concedió al Vaticano la condición de Estado, el gobierno le dio una enorme suma de dinero por sus supuestos derechos sobre los Estados Pontificios y el fascismo ganó respetabilidad para el mundo católico, es decir, para los italianos comunes, para los feligreses más humildes, quienes a partir de allí empezaron a justificar todas las acciones de Benito Mussolini porque había recibido la aceptación del Vaticano y la bendición de la Iglesia.
Este poder y capacidad de persuasión de la Iglesia sería utilizado tanto por el régimen dictatorial-fascista italiano de Benito, como por el nacionalsocialista alemán de Adolf para ganar apoyo y legitimidad en sus campañas militares de invasión por Europa y por otros continentes. En ambos países se anuló el Partido Católico y se torpedeó al partido Socialista, con el apoyo de la iglesia católica.
Recordemos que por esos años de ascensión de líderes como Benito y Adolf, los nuevos tiempos traían cosas que a la Iglesia no le gustaba mucho y que odiaba y temía: la libertad, la democracia, el liberalismo, el socialismo o el comunismo. Estos sistemas o ideologías sobresaltaban a las autoridades católicas de la época. De allí que Ratti, cardenal quien se convertiría en el Papa Pío XI, se concentró en un movimiento como el fascismo, autoritario y con especial odio hacia la liberación del pueblo y hacia la democracia real,. La Iglesia hizo todo para que triunfara el fascismo: erosionó al partido católico y satanizó al partido socialista, prohibió el voto y la participación a los católicos
El 20 de enero de 1923 se encuentran el cardenal Gasparri, Secretario de Estado del Vaticano, y Mussolini para alcanzar acuerdos. El compromiso de la Jerarquía era paralizar a su partido, ya que suponía un obstáculo insalvable para que el partido fascista se pudiese hacer con el control del parlamento. A cambio, la Iglesia quería la destrucción del partido socialista, la eliminación de la democracia y recuperar las propiedades y, por supuesto, volver a ser el rector y dominador de la vida social y moral del país. Esa unión histórica entre Iglesia y el estado instituyó un sistema en el cual el Estado ejecutaba las órdenes, protegía y mantenía a la Iglesia, y la iglesia se erigía en rector de las conductas y conciencias. En 1923 el Cardenal Vanutelli, agradecido por la intervención del Duce en el salvamento del Banco de Roma, habría dicho que el Duce "había sido escogido por Dios para salvar la nación y restaurar su fortuna" Avro, Manhattan. The Vatican in World Politics. Italy, The Vatican and Fascism. London: C.A. Watts & Co. Limited, 1949.
Las actuaciones violentas de los fascistas eran muy habituales en Italia y lo hacían incluso contra miembros de la propia Iglesia católica que consideraban hostiles a su ideario y forma de actuar. En la Alemania Nazi la adhesión de la iglesia al régimen nazista fue más tardía. Quizá por temor (con el estallido de la guerra, segunda guerra, la radicalización de Hitler se acentuó y hubo terribles ataques a la iglesia y sus instituciones) la jerarquía de la Iglesia Alemana mantuvo una tibieza cómplice en todo lo que aconteció luego. Recordemos que Hitler fue nombrado Canciller Alemán en Enero de 1933, en 1934 falleció el Mariscal Hindenburg una hora después se unificaba la Cancillería y la Presidencia en un solo hombre: El Führer.
Es verdad que hubo pastorales de ciertos obispos que criticaban las políticas del gobierno contra "otras razas", pero al final debieron callar y en la mayoría de los casos ser cómplices por inacción. Quizá el acto más valiente fue la socialización en los 11.000 templos alemanes, casi a escondidas, de la encíclica ""Mit brennender sorge" "Con Ardiente Preocupación" , y que da origen al título de este artículo, del día Domingo 21 de Marzo de 1937 redactada por los cardenales Bertram, Faulhaber y Schulte, y los obispos Preysing y von Galen.
Lo que ha hecho este Arzobispo de Barquisimeto, allá en mi querido estado Lara,en un día de especial recogimiento para los larenses, no es más que una emulación( si me permiten el término) de lo que hizo el Papa Pío XI y la jerarquía de la iglesia Italiana por aquellos terribles años del nacimiento de los estados nacionalsocialista alemán y fascista Italiano: aceptar, bendecir y darle un halo angelical a los destrozos, los ataques, los asedios, las ejecuciones, los asesinatos, las persecuciones, las quemas de instituciones privadas y oficiales, la quema viva y en vivo de personas por su aspecto físico o su "pinta" de afecto al gobierno o chavista, la posible intervención militar de gobiernos extranjeros. Este hecho tiene una simbología importante: darle una connotación de fe especial y "bañar" de santidad a un movimiento evidentemente diabólico. Y si me permiten, creo que no es inocente la actuación de este Sr. Arzobispo. Esto se adapta a lo que hemos estado afirmando: un ataque sistemático, organizado, internacional y nacional, donde ha "rodado" miles de millones de dólares americanos, en contra de un sistema de gobierno que reivindica la libertad, la independencia, la soberanía, la auto terminación, la multietnicidad, la pluralidad y la solidaridad y complementariedad entre los pueblos, y que pone en el centro de todos los esfuerzos al hombre y su felicidad.
Generalmente el pueblo humilde acepta como verdad lo dicho por los representantes de Dios en la tierra, y esto es de mi ardiente preocupación.