Quienes están acostumbrados a escuchar a Marta Colomina despotricando contra Chávez consideran algo timorato el estilo que emplea María Conchita Alonso para criticar al susodicho.
Para los que llegaron tarde a la película, María Conchita es cubana de nacimiento y llegó Venezuela cuando tenía 5 añitos. Desde entonces la criaron como caraqueña típica. Participó en concursos para princesita, aprendió a desfilar en la pasarela y adquirió conocimientos para actuar en certámenes de belleza.
Al cabo de pocos años María tenía la conchita, el cuerpo y otras aptitudes para ir en pos de la fama. Así pues se largó a Hollywood, dispuesta a triunfar o a partirse el alma. Con el correr del tiempo la cubano-venezolana logró surgir entre los artistas que optan por papeles secundarios. Se trata de los negros, indígenas, mulatos y demás ejemplares étnicos que integran el reparto cuando se necesitan bandidos, prostitutas y limosneros para que luzcan mejor los chicos buenos de las películas.
Como se sabe, aún las actrices extranjeras más famosas son tratadas como inmigrantes indeseables en Hollywood. Tanto así que Katy Jurado o Rita Moreno durante 40 años o más tan solo desempeñaron roles de meretrices o madamas, que son las regentes de los burdeles.
A todas estas María Conchita debió experimentar una metamorfosis “hispánica”. En Hollywood, como se sabe, los cubanos no tienen vida pues lo de ellos es Miami y La Florida. En California imperan los latinos de origen mexicano, cariñosamente llamados “mojados” por atravesar ilegalmente el Río Bravo. Así pues, María Conchita aprendió a actuar como mojada, lo que le resultó sencillo pues para eso tiene dotes naturales. Al rato ya hablaba al estilo de Los Angeles, que implica decir las frases mitad en inglés y mitad en chicano.
Ahora nuestra heroína se estrena en el rol de criolla preocupada por el destino de Venezuela donde debería regir la democracia que impera en Estados Unidos. Atreverse es fácil pues aquí puede votar, criticar al Presidente, hablar pestes del gobierno y conseguir trabajo donde quiera.
Lo mejor del caso es que se atreve hablando spanglish.
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