La elección del Sr Omar Barboza a la presidencia de la intangible y abstracta Asamblea Nacional, en medio de un confuso y enigmático proceso, ha levantado rechazos viscerales en algunos sectores, pero en otras parcelas ha despertado alguna expectativas que, por el carácter menos conflictivo del Sr Barboza, se destrabe el proceso de negociación con el gobierno.
Yo creo que ambas posturas no tienen bases reales, ni existe ninguna razón para preocuparse; a pesar de que OB no es un trepador o un recién llegado a las lides políticas (como los lideruchos chillones, guapetones y de ideas y palabra vacías de otros partidos) no debe esperarse ninguna actuación diferente o que se salga del guión seguido por R. Allup o J. Borges porque está amarrado por compromisos muy fuertes previamente adquiridos y porque deberá obedecer sin chistar las indicaciones que se reciben desde el Norte, las cuales son muy precisas y no admiten desviaciones.
La labor de OB se limitará a seguir emitiendo declaraciones en contra del gobierno y del país, aprobando acuerdos espurios, inocuos e inútiles y a viajar por el mundo hablando mal del país.
Ésto será así, sin ninguna duda, porque la misión del señor Barboza, al igual que de sus antecesores, es mantenerse en ese cargo para conservar viva la institución (no importa que sea vida vegetativa) esperando que los gringos, con el apoyo de sus lacayos criollos, se decidan a dar el zarpazo, en ese momento se le requerirá cumplir su misión: LEGITIMAR Y DARLE APARIENCIA DE LEGALIDAD al golpe que derribe al gobierno de Maduro.