Estos convulsos tiempos son propicios para no sorprenderse por nada ya que las cosas que suceden sobrepasan nuestra capacidad de asombro; he visto con estupor como el viejo relato, "el flautista de Hamelin", supuestamente inspirado en un hecho real, cobra vida en nuestros días, con pequeños retoques:
-Hoy no tenemos un flautista sino un "trumpetista".
-El renovado "trumpetista" no vino a librar a los pueblos de una plaga de ratas, sino que es el agente esparcidor de una plaga que convierte a las personas en ratas, destruyendo su moral, su ética, su dignidad y su vergüenza
-Su venganza no consiste en atraer y hacer desaparecer los niños, sino en arruinar, destruir y envilecer los pueblos y paises.
- Su odio no se debe a que no le pagaron lo prometido, más bien lo dirige a quienes no se inclinan ante él y no obedecen sumisamente sus ordenes.
-Quienes han sucumbido a sus "trumpetazos" (tuits, declaraciones, llamadas telefónicas...etc) reciben temporalmente valiosos reconocimientos como menciones por su nombre, visitas de altos funcionarios u oportunidades de hacer negocios cortuptos, pero cuando no sean útiles al "trumpetista" serán desechados y lanzados al estercolero.