La decisión de Henry Falcón de lanzarse al ruedo, dispuesto tanto para echarse al bolsillo los eufóricos "olé" como para recibir con los dientes apretados las posibles "cornadas", postulándose como candidato para las próximas elecciones presidenciales del 20 de mayo en Venezuela, nos parece una jugada ajedrecística oportuna y también ajustada a la audacia que requiere el momento.
Fuera de creer que un espíritu patriótico inspiró tal determinación lo que si parece significativo y encomiable que es un duro y merecido golpe que reciben las ínfulas y pretensiones del gobierno gringo al ya creerse en absoluto dominio de la agenda de toda la oposición, así como a corto plazo creer y dar por hecho que tendrían la capacidad, a fuerza de bombas y cañones, de torcerle "el brazo" al resto del pueblo venezolano.
Sin duda no es un acto de heroísmo pero si una jugada de mucho calibre que podría incluso implicar algunos visos de nacionalismo, y que bien le podría acarrear ser el único acreedor de un solitario protagonismo y liderazgo de una militancia que ha venido manteniéndose huérfana y solo "activa" y leal por las viscerales pasiones que le produce el gobierno. Por supuesto tan sólo de mantenerse esta candidatura hasta el final y no sea otro mamotreto parecido al que tristemente caricaturizaron con el Diálogo, que resultaría una farsa tan ofensiva como imperdonablemente cobarde para toda Venezuela.
Sacarle el cuuuerpo a una mesa de la unidad que en el propio seno de la oposición se haya más repudiada y cuestionada que su peor enemigo, el presidente Maduro, ya de por sí "no tiene precio" y recuperaría de inmediato la arriesgada inversión que realizó Falcón con esta no menos que profiláctica jugada.
No tardará mucho tiempo para que se pronuncie y abran fuego contra él las cúpulas de la iglesia, los medios de comunicación (etc.) de todo el mundo, una suerte de campaña publicitaria que bien podría servirle para apuntalar una especie de gallardía en su imagen, valor que hace tiempo se extinguió por aquellos predios, y que podría al mismo tiempo definitivamente condenar al resto de la oposición en una Imagen de cobardes eunucos mentales y vende Patria que solo se esconden y son valientes en representación exclusiva de las "polleras" de Trump.
Las últimas actuaciones u omisiones en la que ha incurrido gran parte de la oposición después del agresivo y amenazante movimiento de tropas en las fronteras con Venezuela por parte de EE.UU., Brasil y Colombia, y el verbo encendido como estos se han referido hacia nuestro país, han hecho ver al escualidismo como lo que realmente es, un actor transaccional, castrado y amorfo, que incluso no ha tenido la vergüenza ni el decoro de disimular como de rodillas claman por una urgente invasión militar sobre nuestra nación (lo que ni el más loco y suicida de los opositores le perdonará cuando las primeras bombas caigan sobre el techo de su casa).
Resulta abominable como estas sabandijas han estado solo aguardando instrucciones, desde la cómoda alfombrita de cachorros amaestrados, mientras Santos (haciendo Control de Daños con una margarita) aún no le cuadran los cojones pa'decidirse invadir a Venezuela.
Mandar pa'l mismísimo cipote a los gringos no resulta cualquier cosa o algo fácil de salir bien librado. Quien se creía podría hacerlo era Ramos Allup pero seguramente los años les resultaron más poderosos y convincentes que su propia y reputada locura, y por tanto, más por viejo que por loco, desistió de echarse tal atrevida lavativa, o quizás simplemente Falcón se le adelantó bajo el convencimiento que el reconocido y extremo pragmatismo de los gringos, de salirle bien la jugada, los tendría más pronto que temprano solitariamente negociando con su persona.