Hago diferencia entre escualidismo y oposición. Oposición es adversar algo o a alguien, equivocadamente o no, por convicciones, razonamientos, análisis, puntos de vista, etc. Escualidismo, en su acepción venezolana, es la necedad de confrontar sin razonar, histéricamente. Es un monumento a la irracionalidad de quien rechaza lo que sea, incluso contra sus intereses, como quien respalda una invasión contra su hogar y su gente, por ejemplo. O apoya el acaparamiento o el bachaqueo de lo que sea, «con tal de salir de @NicolasMaduro». Solo optan por victorias pírricas porque si ganan quedan en la ruina, si no mueren en el intento, como quienes rechazaban a Gadafi, apoyaron la agresión de la OTAN y ahora vagan penosamente por un país en ruinas donde se sobrevive en una miseria caótica, entre bandas criminales (BaCrim) que hormiguean en cada esquina restaurando la esclavitud. El Infierno existe y está en Libia, donde vivían las gorgonas, según la tradición. Volvieron, con sus cabelleras de serpientes. Ojalá renazca Pegaso de una de ellas y libere a esa nación con el héroe Belerofonte sobre su lomo. Esas cosas pasan, dice gente sabia.
Son los peligros del escualidismo, que vive en una intemperie intelectual que lo hace hace vulnerable a cualquier ataque. Si solo sabes de Mickey Mouse y de la última cancioncita bolsa, cualquiera te engatusa. Y es así como callejea demasiada gente por el mundo, votando por Bolsonaro. Les bastan cuatro hilachas de información. Machismo, homofobia, clasismo, racismo. Es decir, las formas más toscas y patanas de convivencia. Son talantes simplistas ante asuntos complejos. La culpa es de las razas «inferiores», la homosexualidad y las mujeres. Y el comunismo, obvio. Intelectuales y farándula, ya sé. Fascismo, o sea.
Es peligroso vivir en la creencia de que la emigración de Honduras es obra de @NicolasMaduro o que los marcianos vienen de Júpiter, como sostiene el eminente astrónomo Julio Borges. O que no hay que oír cantos de ballenas, como afirma el eximio ictiólogo Manuel Rosales. Tal dirigencia se gastan. En una de esas huirán de ataques de sardinas o temerán espantadas de elefantes furiosos y bolivarianos atravesar Plaza Altamira. Más bolsas y se se mueren.