El rey Guaidó está ahogado

Hubo una partida de ajedrez muy célebre entre Bobby Fisher y Boris Spassky, por el campeonato mundial de ajedrez. Era la época de grandes tensiones de la guerra fría. Fisher era norteamericano y Spassky, ruso. La partida se realizó en Reikiavik, Islandia. Fischer se coronó, no sin antes haberse suscitado un careo verbal entre Los Estados Unidos y la Unión Soviética. La partida sirvió para que Fischer se coronara y se hiciera de una fama mundial, sin precedente. Venezuela es escenario de un "partida" similar entre un campeón coronado, llamado Nicolás Maduro Moros y un aspirante de mente grisácea, cuyo manejador es un señor llamado Donald Trump.

En efecto, Fischer, en aquella memorable ocasión, acorraló a Spassky, luego de varios días de lucha encarnizada, de tensiones, presiones y rumores, lo "mató". Previo jugadas inteligentísimas y osadas, que minaron la capacidad mental del jugador ruso y cayó en su propia trampa. Acá, en nuestro país, pareciera, según los últimos acontecimientos que el rey Guaidó va a caer, ante las jugadas maestras del hijo político del hijo político de Hugo Chávez. En efecto, Maduro es un experto en táctica y estrategias. Lo aprendió de su gran maestro desaparecido. Y ha venido paso a paso, jugada tras jugada, acorralando al pupilo de Trump. Lo ha reducido al mínimo. Ya no da más. Su voz se apagó. Su ímpetu se había elevado, gracia a los estrechones de manos de algunos mandatarios que adversan a Maduro, incluido Donald Trump. Pero la falsa se cayó. La obra bufa ha llegado a su fin.

Yo, en particular no entendí la estrategia que aplicaba Maduro, en contra del autoproclamado presidente interino de Venezuela. Para mí, el señor Guaidó debería estar preso desde hace rato. Ese pensar es de mucha gente. Pero ahora veo los resultados. Ese gallo muerto no lo revive ni mandrake el mago. El rey Guaidó ha caído ahogado. La partida está por terminar. Y nubarrones se ciernen sobre la humanidad del títere que manejaron desde el exterior, en sus mejores tiempos. Ahora nadie pide reunirse con este "ahogado", y, por el contrario, sus mentores desde la Casa Blanca podrían estar pidiendo su cabeza, por falso, por ladrón, por incapaz y por haberse embolsillado, sin escrúpulo alguno, los millones de dólares que Trump ha invertido para derrotar a Maduro. El golpe asestado en los días recientes era como la última carta. Pero el golpe ha sido tan contundente que Trump salió corriendo a nombrar un embaidor, sin consultar al gobierno de Venezuela, ya que las relaciones están congeladas desde hace tiempo. ¡Qué locura!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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