Gualberto le canta a González Urrutia

En Do Mayor, se la cantó, para que no dijera que no la oyó, mientras Urrutia, dejando un reguero amarillo , corría y corría, de Reino en Reino, con los pies en polvorosa a refugiarse, en cualquier cualquiera, bien en los Países Bajos, bien en el de España. El dijo para sí, allí seré bienvenido, porque siempre hacen falta lacayos y más lacayo que yo, ninguno.

Gualberto, no le paró y le decía "Dame claridad, que voy a leer, la Carta que ayer me dejó sin luz".

Y sin luz quedó Edmundo, como efecto retardado, del apagón que provocaron para impedir que el CNE, pudiera emitir los resultados electorales. Cómo un Bumerán, el apagón lo afectó, no veía nada, plena oscuridad, y llegó tan temprano a las puertas de la Embajada, que el Embajador, todavía en pijamas, quitándose las lagañas, porque no había amanecido todavía, cuando abrió la puerta, pensaba que era algún borracho que por allí andaba dando serenata.

Cuando el Embajador abrió la puerta, por el obstinante repiqueteo del timbre, y vio el personaje que había traspasado la verja del jardín, dijo, en perfecto Neerlandés. ¡Yo conozco este pescao".

Y el pescao era nada más y nada menos que Eduardo González Urrutia, ex candidato derrotado, que en forma inmediata le dijo al Embajador, vengo a pedirle cacao, perdón, exilio, es que estoy muy nervioso y ensuciado como Ud. mismo puede oler.

El Embajador, lo recibió y le dijo, anda a bañarte, luego hablamos, pero se le olvidó un detalle, notificar a las autoridades venezolanas, que le estaba dando refugio a un investigado por violencia, crímenes de odio e intento de golpe de estado, una pelusa, dirían en Maturín.

Mientras tanto Gualberto, seguía interpretando esa canción que le calzaba al pelo a Urrutia:

Ay que ingratitud hay que padecer
La carta que ayer me dejo sin luz
Ay que ingratitud, hay que
Que, que, que, que padecer
La carta que ayer me dejó sin luz.

Sin luz y en la soledad había quedado, porque los comanditos habían fracasado en su tarea asalariada de generar violencia y la fémina, que lo utilizó como monigote, le decía, Edmundo, rompe esa Carta. Esa Carta es Desgraciada, llegaremos hasta el final.

Pero a Edmundo, que se le acababa el mundo, ya derrotado, había llegado hasta el final, primero que ella. Al final de sus aspiraciones presidenciales y al final del pasillo que cruzaba el jardín, para llegar a las puertas de la Embajada.

Desde allí, y en presencia del Embajador, le dijo a Mari-Cori, si te he visto no me acuerdo, nos vemos en el exilio, aquí ya no te soporto y también le versó, una estrofa de la Carta Desgraciada: "Mira eso lo sabes tú, pero tenerte
A mi lado es como cargar una cruz.

Así se despidieron, maldiciendo el momento en que el Reino de los Países Bajos, se le había ocurrido la idea de publicar la Carta Desgraciada, porque en verdad su conocimiento público había sido un Golpe Bajo y todo el mundo cantaba en forma burlona "Hay que padecer, hay que ingratitud, la Carta que ayer me dejó sin Luz".

Como el Presidente Maduro, ya decretó la Navidad a partir del primero de Octubre, y en esos días el Cochino, forma parte de la mesa navideña, podríamos decir que con la Carta, le dieron a Edmundo y a la ultra derecha, un soberano "Palo Cochinero".

Posdata:

Por favor, les agradecemos a las autoridades de Cancillería, que hagan llegar a Edmundo, una docena de CD, con la canción de Gualberto "Carta Desgraciada", para que se la gocen allá en el Reino con el presidente Sánchez y su combo. No dejen de invitar a las autoridades del PP, a Vox, un representante de la Monarquía, también a los auto exilados, Antonio Ledesma, "el Vampiro" y a Leopoldo López, sin Liliana Tintori, porque ya tienen suficiente pava.



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Jesús Sotillo Bolívar

Docente en la UCV

 jesussotillo45@gmail.com

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