Nunca como hasta ahora la política venezolana, fue tan empírica, tan ciega, nunca se conformó hasta tal punto con “vivir al día”, nunca se satisfizo tan rápidamente con resultados tan efímeros. La explicación está en que los que guían la Oposición, temen enfrentarse con el futuro. Toda fórmula tranquilizante, por hueca que sea, responde a una exigencia real. ¿Paz en nuestro tiempo? Y quieren pasar por alto todos los crímenes, saqueos, abusos y atropellos que cometieron en los cuarenta años que fueron “gobierno” y lo que va de este siglo. ¿Parece entonces que todas las disputas y convulsiones de la política del país son producto únicamente de la existencia incomoda de Chávez? No puede haber paz, mientras no se castigue a tanto delincuente que anda suelto motivado a la impunidad existente. En realidad, casi da grima observar la credulidad y la pasividad de los seguidores de la oposición hipnotizados por Globoterror, que se conforman con esas banalidades azucaradas que les sirven las figuras más autoritarias de su propio bando.
Recapitulemos; la esencia de la crisis de Venezuela está condicionada por dos circunstancias fundamentales. Primero, el capitalismo clásico del libre cambio se transformó en capitalismo monopolista y superó hace tiempo las fronteras del estado nacional. Con la llegada de Chávez al poder se le ha hecho casi imposible al Oposicionismo disfrutar de todas las prebendas que tenían, asociados con el imperialismo durante todo el siglo pasado. De aquí la lucha de los imperialistas por las fuentes de materias primas. Amenazan con todos los males y ejercen presiones en contra del Gobierno Bolivariano y, coronándolo todo, la política colonial, esclavista que nos intentan aplicar de acuerdo con la Oligarquía y los políticos de la cuarta república. El segundo factor histórico es que durante la época en que estuvieron en el poder no hicieron absolutamente nada (a parte de enriquecerse a costa del erario público) por el desarrollo económico, político y social de nuestro pueblo, que tuvo que soportar siglos de exclusión y miseria.
La oposición teme cualquier cambio, ya que no tienen nada que ganar y todo que perder. Por eso el pánico los lleva a cometer tantas equivocaciones, que sólo les garantizan breves respiros, sin eliminar ni debilitar la fuente fundamental de los conflictos. Como resultado de esta crisis la credibilidad del Chavismo creció geométricamente; mientras que el de la oposición se quedó reducido a grupúsculos. Si se analizan seriamente los acontecimientos los oposicionistas de todos los sectores no tienen vida. El debilitamiento de los partidos y grupos que lo conforman obliga a la Oligarquía buscar la ayuda del imperialismo para que defienda sus intereses. Es evidente en que, a medida que se pierde la fe en la realidad, buscase un remedio en la historia, en que vaga la sombra de lo que fueron. Sin embargo, a nadie, aparentemente ni siquiera a ellos mismos queda claro qué es lo que quieren buscar realmente.
En sus buenos tiempos solamente los adecos y copeyanos y la Oligarquía “pensaban” en términos nacionales. Y pensaban lentamente, con una perspectiva de siglos. Actualmente tienen que aprender a pensar más rápido; los plazos ya no son de siglos sino de meses. Este es el verdadero carácter de nuestra época, que después del 27 de febrero de 1989; y del cuatro de febrero de 1992, con la llegada del comandante “rojo-rojito” sigue a marchas forzadas; hasta que el nuevo proyecto de país esté consolidado y se logre la paz verdadera. La Reforma de la Constitución trae a la oposición de cabeza, saben que el pueblo la votará masivamente y que no tienen manera de cómo evitarlo. Desde todo punto de vista la prueba es un éxito magnifico. Los sectores de la oposición que quieren frenarlo, ninguno es demasiado fuerte como para comenzar a hacerlo, quedaron decisivamente debilitados. Quedó socavada la fuerza de la Oligarquía, de los jerarcas de la Iglesia Católica, de los partidos políticos del “puntofijismo” y de los dirigentes de la Economía, y se está dando un paso definitivo hacia la construcción del Socialismo. Durante esta crisis Chávez los obliga a que hagan movilizaciones para poner a prueba a los grupúsculos oposicionistas.
Los dirigentes de la oposición se reúnen con sus jefes Gringos en el Departamento de Estado en U.S.A., y piensan que la alianza de estos grupos a nivel internacional con el imperialismo, les dará fuerza para continuar haciéndole oposición al gobierno Bolivariano y lograr sacar a Chávez del poder. Y nada tampoco se adelanta con sacar a relucir las estupideces y ambiguas palabras de pesimismo y optimismo, que con frecuencia nos dicen lo contrario que quien la emplea quiso decir. Creo, por el contrario, que muchos de los desesperados y por desesperación acabaron sus hazañas.
Ahí están los grandes rapaces de la historia venezolana: Páez, Guzmán Blanco, Carlos Andrés, Lusinchi; la Oligarquía y los Obispos de la Iglesia Católica que también participaron en este festín, entre otros. ¿Qué hicieron con el fruto de sus rapiñas? Ir a gastarlo a Nueva York, París, Miami o a cualquier otra parte. No eran grandes ambiciosos, no eran hombres sedientos de gloria; eran y son codiciosos, sedientos de goces.